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Un proyecto internacional coordinado por la URV vincula la exclusión social a la transformación turística

El estudio se ha realizado en ocho ciudades, entre las cuales se encuentra Barcelona

El coordinador del proyecto, Antonio Paolo Russo, durante la presentación de los resultados en el Centro Cívico Cotxeres de Sants.

Un proyecto internacional coordinado por la URV vincula la exclusión social a la transformación turísticaUniversitat Rovira i Virgili

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Un estudio internacional coordinado por la Universidad Rovira i Virgili ha concluido que la transformación turística de las ciudades aumenta los riesgos de exclusión social. El proyecto SMARTDEST, impulsado desde el Grup de Recerca d'Anàlisi Territorial i Estudis Turístics delDepartamento de Geografía de la URV y con la participación de doce instituciones de siete países europeos, ha detectado que el turismo agudiza las desigualdades, aumenta la polarización y la exclusión residencial, lleva a una movilidad ineficiente y, en definitiva, perjudica la cohesión social y la integración.

Después de cuatro años de análisis, los resultados del proyecto se presentaron viernes y dissante pasados en un doble acto en Barcelona: el primero, un seminario científico titulado «Ex/Inclusió social en l'era de les mobilitats: cohesió urbana en perill», y el segundo, un evento público(«Comunitats locals i política urbana sota la pressió excloent de les transformacions turístiques») a lasCotxeres de Sants.

El estudio se ha llevado a cabo durante cuatro años en las ciudades de Barcelona, Amsterdam, Venecia, Lisboa, Jerusalén, Turín, Edimburgo y Liubliana. El trabajo se ha centrado en el análisis de las formas de exclusión social vinculadas a la transformación turística de estas ocho ciudades europeas. Se han buscado los causantes, los mecanismos, los sujetos y las consecuencias de problemas como el crecimiento de la precariedad residencial y laboral en la ciudad turística.

Además, teniendo en cuenta que el proyecto empezó justo antes de la pandemia, el equipo investigador del estudio ha comprobado cómo la «inmovilización turística de las ciudades ha revelado patrones de vulnerabilidad enfrente de la extrema dependencia del turismo». En este sentido, se abrieron nuevas brechas sociales, sumándose a las que ya existían y amplificándose en la fase de vuelta a la normalidad.

«Reconociendo las oportunidades de desarrollo y prosperidad disfrutadas por las destinaciones, la economía turística puede llegar a ser un motor de redistribución y desigualdad, con impactos sustanciales en la misma composición social de los lugares», asegura Antonio Paolo Russo, catedrático de la URV y coordinador del proyecto SMARDEST. Por ejemplo, el crecimiento de los alquileres turísticos de corta duración se está mostrando como un motor de polarización social y exclusión e inestabilidad residencial en todas las áreas urbanas europeas.

Por otra parte, el empleo en el sector turístico es más precario que en cualquier otro sector de la economía, y sus trabajadores son los que peor lo tienen para mejorar las condiciones de vida en la ciudad. “En Barcelona, los que se han quedado en este sector después de la crisis de 2008-2014 son el que más probablemente han tenido que mover su residencia fuera de la ciudad, repercutiendo sobre sus vidas, como con respecto a la conciliación familiar, la salud, las relaciones sociales...", explican los responsables del estudio.

Movilidad ineficiente

Además, la gran especialización turística de los centros históricos está generando patrones de movilidad ineficiente y socialmente excluyente. En el caso de Venecia, mientras los trabajadores de la economía turística de bajo coste tienen que hacer largos desplazamientos desde la periferia, donde tienen que vivir, los residentes que pueden permitirse mantener su vivienda en el centro de la ciudad son obligados a desplazamientos inversos, ya que los trabajos de alto valor añadido han salido casi del todo de la ciudad histórica. Patrones similares se empiezan a observar en muchas otras ciudades europeas.

En los barrios de alta presión turística, la transformación comercial y de los ritmos diarios de consumo que caracterizan la demanda de los turistas y las poblaciones cosmopolitas que suelen alojarse en estos barrios son, también, factores de marginalización y eventualmente de desplazamiento residencial de las poblaciones autóctonas. En Ciutat Vella (Barcelona), Miséricordia (Lisboa) y los centros históricos de Amsterdam y Venecia los antiguos residentes pierden acceso a bienes de consumo asequibles, a servicios esenciales, a redes sociales de solidaridad y a espacio público de calidad.

El estudio también se centra en las poblaciones de estudiantes, que viven estos procesos de transformación como agentes, ya que son un colectivo social cosmopolita, móvil y con predisposición en animar la vida nocturna de las ciudades universitarias, generando conflictos para el uso del espacio público, y al mismo tiempo como sujetos vulnerables enfrente de la turistificació de la vivienda y el crecimiento del coste de la vida.

En definitiva, según los autores del estudio, el desarrollo turístico homogéneo, estandarizado y centrado en zonas históricas de las ciudades no favorece la integración social.

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