La temperatura media del agua del mar en Cataluña este verano ha sido de 25,5 grados, la tercera más alta desde 1982. El agua que baña las costas catalana, valenciana y balear se ha situado en conjunto 1,8 grados por encima de la media de los últimos 40 años (23,7), eso sí, sin llegar a los 25,9 grados del verano pasado, que batió todos los récords. Esta pequeña «tregua» no resta preocupación a los expertos en ecología marina como Joaquim Garrabou, ninguno de uno de los grupos de investigación del Institut de Ciències del Mar (ICM). Les olas de calor marina, dice, son cada vez «más frecuentes, extensas e intensas», y los efectos ya son visibles en mortalidad de especies y transformación del fondo marino, con un empobrecimiento de la diversidad en las costas.. El agua del mar en el Mediterráneo central, y más concretamente delante del litoral catalán y valenciano, ha alcanzado los meses de verano (junio, julio y agosto) una temperatura media de 25,5 grados. Según datos facilitados por el Institut Català de Recerca per la Governança del Mar (ICATMAR), este registro es el tercero más alto desde 1982 y apuntala la tendencia al alza de los últimos años. Una inercia que ilustra el hecho de que desde el año 2002 la temperatura media del agua durante los meses de verano no ha bajado ningún verano de los 23 grados, cuando anteriormente valores entre los 22 y 23 grados eran frecuentes.. Sin embargo, si se compara con el verano pasado -que ostenta el récord absoluto de temperaturas altas del mar con 25,9 grados por término medio enel periodo de junio, julio y agosto- este 2023 ha ofrecido una relativa «treva», en expresión de la jefa del grupo de Ecología y resiliencia de los ecosistemas bentónicos en un océano en cambio, del Institut de Ciències del Mar (ICM), Joaquim Garrabou.. Desde el Estartit, después de hacer una de sus inmersiones habitual para medir temperaturas a varias profundidades, Garrabou explica a la ACN que el escalafament sostenido y en particular el pico del verano pasado los hacía estar «muy preocupados» este año: «Sesuperaron todos los récords en el Mediterráneo occidental y eso causó una mortalidad masiva de muchas especies», asevera. Sin embargo, afortunadamente, este verano y en concreto en agosto (cuando se suele marcar el pico del verano, en este caso una máxima registrada de 28,64 grados) las temperaturas no han sido tan elevadas como ahora hace un año.. Temperaturas «inimaginables» no hace tantos años . «Puede ser que un año no alcanzemos temperaturas de récord pero, sin embargo, este año aquí en lasMedes se han superado los 26 grados cuando eso años atrás era inimaginable», exclama el investigador. De hecho, según los datos recogidos por el meteorólogo y divulgador Josep Pascual, que mide la temperatura del mar en las islas Medes desde hace décadas, la temperatura media del agua del mar este verano se sitúa en los 23,5 grados (24,8 en agosto), es decir, 2 grados por encima de la media de todos los veranos desde 1974.. Lo mismo pasa en la costa central, a la tarraconense y delante de las Terres del Ebre, según se desprende de los datos obtenidos de Puertos del Estado. En Barcelona la temperatura media del verano ha estado de 25,1 grados (0,8 grados superior a la media del periodo 2004-2022) y en concreto en agosto en el mar ha estado el tercero más cálido de la serie con 27 grados por término medio, sólo superado por los 27,4 del año pasado y el 2020.. Tarragona marca el techo de temperaturas del mar en Cataluña. Según la misma fuente, la media desde el 2013 hasta el año pasado es de 24,9 grados, pero este verano ha subido hasta los 25,8 en global, y hasta los 27,4 en agosto (cuándo la media de los meses de agosto en la zona desde 2013 es de 26,8).. Finalmente, en torno al Delta del Ebre, donde la media de temperaturas de los meses de junio, julio y agosto desde el año 2005 está de 24,3 grados, este año también se supera de largo con un valor promedio de 25,1 grados (27,3 en agosto).. . Efectos en los ecosistemas y el fondo marino . . A lo largo del últimos 20 años la «freqüència, intensidad y extensión» de las llamadas olas de calor marina está aumentando en todo el Mediterráneo, advierte a Joaquim Garrabou desde el ICM. «Evidentemente, puede ser que un año no alcanzamos temperaturas de recuerdo pero, sin embargo, este año aquí en las Medes se han superado los 26 grados, y eso años atrás era inimaginable», se exclama.. Él y su equipo empiezan ahora la campaña por comprobar el estado de las poblaciones marinas en la Costa Brava. Después de los primeros censos ya notan «algunos signos» de los efectos nocivos del calentamiento del agua del mar, de momento no tanto acusados como la »gran mortalidad» de especies que detectaron en el 2022.. Detalla que las especies que más acusan el aumento de temperaturas están en el fondo marino: corales, esponjas y algunas familias de algas, en tanto que no se pueden mover y cuando el agua se calienta «2, 3 o 5 grados» por encima del normal no lo resisten y experimentan fenómenos de necrosis o, directamente, mueren. El problema, alerta, es que estas son especies formadoras de hábitats. «Son como los árboles de los bosques», ilustra el investigador, «si las perdemos eso tiene consecuencias para el resto de acompañantes y de comunidades» del ecosistema marino local.. También los peces sufren las consecuencias de tener que convivir con aguas más cálidas. Los periodos de reproducción se pueden ver alterados, como ha pasado el último año en el caso de la sardina, cuya población ha disminuido notablemente y ha comportado restricciones en la pesca y de rebote al consumo.. Así pues, la mortalidad y la redistribución de especies aparecen como las dos principales consecuencias del calentamiento del agua del mar, un fenómeno con una «tendència a la aceleración» que preocupa. «La transformación de los hábitats marinos, el empobrecimiento de la diversidad en las costas mediterráneas, eso tendrá consecuencias en todos los beneficios que nos aportan estos hábitats, también en el sector pesquero o el turismo»,concluye.. . Hacia un Mediterráneo diferente . . Con la aceleración del cambio climático «nosdirigimos hacia un mar Mediterráneo, sobre todo a profundidades de hasta 50 metros, donde cambiarán los paisajes de forma radical»,augura este investigador. Gabarrou hace un llamamiento a luchar contra el calentamiento global y a preservar los fondos coral·lígens de esta área, «dels más diversos de la cuenca mediterránea«, y también muchas especies de interés pesquero; un patrimonio natural que se está «transformando» cuando no desapareciendo de manera acelerada los últimos años.. <div></div>