Sucesos
Barcelona: Dos años de prisión para la madre que dejó que su hija fuera mutilada genitalmente en Gambia
La mujer acepta los hechos y la fiscalía le rebaja la pena y la retira contra el padre
La madre de la niña de Rubí mutilada genitalmente en el 2015 ha aceptado los hechos en la Audiencia Nacional y se ha conformado con una pena de dos años de prisión. A cambio del reconocimiento de hechos se ha retirado la acusación contra el padre, según ha adelantado 'El Periódico' y ha confirmado ACN. Los dos se enfrentaban a diez años de prisión.
La ablación de grado 3, la más grave, la hicieron el verano del 2015 en un viaje a su país de origen cuando la niña tenía un año y medio, pero no fue detectada hasta el 2021 en una visita pediátrica. Los progenitores mantendrán la patria potestad de la niña. Los forenses advierten que la menor podría sufrir complicaciones genitales, urinarias, orgánicas y psicológicas a medio y largo plazo.
En septiembre del 2015 los padres viajaron con sus hijas a Gambia y se alojaron en casa de unos familiares. Al cabo de unos días, dejaron a una de las niñas con su abuela materna y volvieron a Cataluña con la otra. Durante la estancia en el país africano pidieron a un familiar, no identificado, que hiciera una mutilación genital de grado tres a la niña, conocida como infibulación o circunscripción faraónica, que consiste en la extirpación total del clítoris y de los labios mayores y menores, dejando sólo una apertura estrecha para orinar. La ablación fue practicada durante aquel septiembre de forma clandestina y fuera de un centro sanitario.
La mutilación fue detectada por los servicios sociales del CAP Mutua de Rubí (Vallès Occidental) seis años más tarde, en septiembre del 2021, durante una revisión pediátrica de la menor. Los servicios sociales avisaron inmediatamente a los Mossos d'Esquadra. Los progenitores habían firmado un documento previo donde se comprometían a no realizar la ablación en una de las dos hijas, pero no firmaron el compromiso respecto de la otra niña.
Según los forenses, las lesiones que tiene la niña a raíz de la intervención le pueden comportar infecciones génito-urinarias vesicales recurrentes, tendencia a cálculos renales en las vías urinarias, obstrucciones del trato urinario, incontinencia urinaria y fístulas génito-urinarias, enfermedad inflamatoria pélvica, infertilidad, dolor menstrual intenso, aumento del riesgo de infecciones de transmisión sexual, retención del sangrado menstrual dentro de la vagina, coitos dolorosos, ausencia de líbido, de capacidad para excitarse y de tener orgasmos, así como fobia sexual por aversión al sexo.
Además, los forenses aseguran que las mujeres con mutilación de grado 3 sufren problemas adicionales como la necesidad de reapertura del introito vaginal, ya que forma parte del ritual matrimonial para facilitar la introducción del pene, y a veces puede comportar nuevas intervenciones quirúrgicas para corregir el sellado o estrechamiento vaginal para permitir el parto. También se incrementa el riesgo de imposibilidad de parto natural, rasgaduras vaginales, aumento de las episiotomías por ensanchar el canal vaginal, mayor necesidad de cesáreas e incremento del riesgo de hemorragias postparto. Las estancias en el hospital suelen ser más largas y también aumenta la mortalidad materna y de los bebés.
Con respecto a trastornos psicológicos, puede comportar depresión, terrores nocturnos, miedo, ansiedad crónica, fobias e incluso alteraciones psicóticas. También pueden sufrir confusión y sentimientos contradictorios por la diferencia de valores entre la sociedad de origen y la que viven, incertidumbre y temor de las niñas y adolescentes cuando se dan cuenta de lo que sufren, y miedo a las primeras relaciones sexuales o al parto. Hasta el momento la niña no ha sufrido disfunciones genitales, urinarias, orgánicas o psicológicas, según explica.