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Aragonès cumple un año de gobierno en solitario con el reto incierto de agotar legislatura

La intención de Aragonès es finalizar la legislatura en 2025, y sin la reincorporación de Junts

El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, en la rueda de prensa tras reunirse con el ministro presidente de Baden-Württemberg, Winfried Kretschmann, ayer en el Palau de la Generalitat.

Aragonès cumple un año de gobierno en solitario con el reto incierto de agotar legislaturaACN

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Entre críticas de la oposición por su debilidad parlamentaria, pero con el convencimiento de intentar agotar la legislatura, el presidente catalán, Pere Aragonès, cumple hoy sábado un año de gobierno en solitario, tras la crisis política que llevó a Junts a romper el Ejecutivo de coalición con ERC.

Fue el viernes 7 de octubre de 2022 cuando la militancia de JxCat oficializó el cisma en el movimiento independentista e hizo implosionar el gobierno de coalición liderado por Aragonès, que apenas tenía un año y medio de vida.

En una consulta entre las bases, un 55,73% de la militancia de Junts votó noa continuar en el Ejecutivo catalán, culminando un terremoto cuyas réplicas se extienden un año después, marcando la estabilidad de la política catalana pero también la estatal, con ambos partidos negociando por separado la investidura de Pedro Sánchez y compitiendo para ganar el relato independentista.

Pese a lograr por primera vez superar el 50% de votos a candidaturas independentistas en las elecciones catalanas de 2021, ERC y JxCat no fueron capaces de gobernar juntos ni media legislatura, al no ponerse de acuerdo en trazar una hoja de ruta común para dar continuidad al «procés».

Un deterioro de relaciones que ya se venía arrastrando desde otoño de 2017 y que se fue agravando día a día, hasta estallar en el debate de política general, cuando JxCat amenazó con una cuestión de confianza a Aragonès; sintiéndose traicionado, éste respondió con el cese fulminante de su vicepresidente Jordi Puigneró, de Junts.

Govern «más tranquilo», pero obligado a mirar al PSC

Pasado un año, desde el Palau de la Generalitat admiten que aquella ruptura permitió dejar atrás una etapa caracterizada por la tensión y el «debate interno permanente», para dar paso a un Consell Ejecutiu «mas tranquilo», con mayor coordinación entre departamentos.

Un gobierno monocolor -a pesar de que Aragonès enroló a consellers independientes que provenían de otros partidos, como Joaquim Nadal, Carles Campuzano o Gemma Ubasart- que, según dichas fuentes, ha podido «jugar más a la izquierda».

Como ejemplo de ello destacan la gratuidad del Infantil 2, el descenso de ratios escolares, el avance del inicio de curso o el fin de los conciertos a centros que segregan; también el cheque escolar, la expropiación de pisos a grandes tenedores, el reparto gratuito de productos menstruales o la incorporación de más sanitarios, profesores y mossos.

En la cara opuesta, sin embargo, aparecen sombras como el caos en las oposiciones que obligó a repetir exámenes, la destitución de consellers como Josep Gonzàlez-Cambray (muy discutido por la comunidad educativa) o Juli Fernàndez (tras menos de un año), o una debilidad parlamentaria de solo 33 de 135 diputados, evidenciada en varias ocasiones en mociones de castigo de la oposición.

Pero si algo confirmó el giro total en la política catalana fueron los presupuestos de 2023: tras meses de negociaciones enrocadas y con las otras fuerzas independentistas dándole la espalda (JxCat y CUP), ERC se vio obligado a buscar a PSC y comunes, a pesar de haber vetado inicialmente a los socialistas, que arrancaron un pacto que incluía el desbloqueo de proyectos como el Hard Rock, la B-40 o la modernización del aeropuerto de Barcelona.

Agotar la legislatura «en solitario»

¿Y los presupuestos de 2024? Aragonès ha dejado claro ya desde el primer minuto que su intención es negociar con Junts, CUP, comunes y PSC, aunque sus dos últimos socios le reprochan el incumplimiento de los pactos alcanzados y una baja ejecución presupuestaria.

El Govern se prepara ya para empezar esas conversaciones, pero admiten que su presión es menor: consideran que las cuentas de 2023 requerían un presupuesto «expansivo», que urgía para afrontar la pospandemia y la crisis de precios provocada por la guerra.

Ahora, en un escenario más tranquilo y con la posibilidad hipotética incluso de, si no se llegara a un acuerdo, prorrogar las cuentas, el contexto ha cambiado: «Este año no es lo mismo. Intentaremos aprobarlos en tiempo y forma. Y después ya veremos», sugieren desde la plaza SantJaume.

El convencimiento de Aragonès, según esa fuentes, es agotar la legislatura en 2025 «en solitario», es decir, descartando intentar que Junts se reincorpore de nuevo al Ejecutivo; en todo caso, admiten que hay dirigentes de ambos partidos trabajando para «recoser las heridas» abiertas mucho antes de aquella ruptura.

Aragonès quiere repetir como candidato

Pero si algo también puede dar otro giro de tuerca al escenario político es la negociación para la investidura de Pedro Sánchez, conectada intrínsecamente al futuro de la legislatura catalana.

Si fracasa esa negociación, pondría en jaque la estrategia de ERC y abocaría a los republicanos a nuevas elecciones tras dos mazazos consecutivos en las urnas; si prospera, podría servir para rehacer relaciones con Junts y reforzaría su colaboración con PSC y comunes, pero también podría abrir un debate incómodo sobre quién debería ser el próximo candidato de ERC a la Generalitat en caso de que Oriol Junqueras se viera beneficiado por una eventual amnistía.

Desde la plaza Sant Jaume se zanja cualquier atisbo de polémica: recuerdan que fue Junqueras quien pidió a Aragonès que se pusiera al frente del Govern y que la relación entre ambos es excelente, con reuniones cada dos semanas.

Y confirman que, pase lo que pase la candidatura de Aragonès en las próximas elecciones no se pone en cuestión. «Su ilusión es continuar».

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