El Supremo confirma la pena de 10 años y medio de prisión para el gestor que se apropió 14 MEUR de Luis del Olmo
El condenado utilizó a dos sociedades durante seis años simular que invertía las ganancias del periodista
El Tribunal Supremo ha confirmado la pena de diez años y medio para Rogelio Rengel, el exadministrador del patrimonio del periodista Luis del Olmo, por|para los delitos continuados de apropiación indebida y otro delito continuado societario de falsificación de cuentas después de quedarse 14 millones de euros del presentador radiofónico. El condenado utilizó a dos sociedades del periodista entre el 2005 y en el 2011 para hacer falsas inversiones con los ingresos de Del Olmo aprovechándose de su amistad y la de su familia. Rengel tendrá que pagar una indemnización en concepto de responsabilidad civil de 15 millones de euros –de los cuales 14,3 MEUR corresponden a Del Olmo- y 678.678 a otros perjudicados.
A través de la sociedad anónima Asteya, de la cual Rengel era el administrador único, Del Olmo encargó a su antiguo administrador la gestión de las sociedades Producciones Lumer y Sociedad Profesional del Periodismo, donde ingresaba sus ganancias como locutor de radio. Según la sentencia, desde el 2005, Rogelio Rengel «empezó a desviar fondos de ambas sociedades» haciendo constar a su contabilidad datos que no se correspondían con la realidad e inversiones que no se produjeron. Asimismo, fue operaciones con dinero de familiares, aparentemente para hacer inversiones. La Sala considera probado que durante los seis años que llevó a cabo esta práctica se desviaron 14 MEUR.
Asimismo, los magistrados rechazan aplicar el atenuante de reparación de daño que había pedido Rengel para considerar que puso a disposición del periodista todo su patrimonio y una lista de bienes y que además ingresó 37.127,57 euros de un plan de pensione |para satisfacer sus deudas. Para el presidente de la Sala, Manuel Marchena, es una compensación insuficiente porque en un delito contra el patrimonio la reparación de los daños tiene que transmitir al perjudicado «la sensación que las consecuencias del delito se han visto neutralizadas». Según asegura, los bienes que ofreció no son «sino expresión de un lamentable estado de insolvencia que se encuentra en un chillón contraste con el elevadísimo importe de las cantidades sustraídas».