Torra toma posesión como presidente de la Generalitat en un acto bajo vigilancia del gobierno español
Asume el acto prometiendo «fidelidad a la voluntad del pueblo de Cataluña» y sin el cuadro del rey ni la bandera española que exigían el gobierno del Estado
Quim Torra ya es, a todos los efectos, el 131º presidente de la Generalitat de Catalunya. La prisa de posesión, que sólo ha durado 1 minuto y 45 segundos y se ha celebrado en el salón Virgen de Montserrat del Palau, ha sido sobria, discreta y sin invitados, tal como se había preparado. Torra ha asumido su cargo en presencia del presidente del Parlamento, Roger Torrent, y los dos han acudido al acto con el lazo amarillo en la solapa que reclama la libertad para los independentistas tomados. Finalmente, Torra ha utilizado la misma fórmula de noviazgo que ya utilizó su antecesor, a Carles Puigdemont. «Prometo cumplir lealmente las obligaciones del cargo de presidente de la Generalitat con fidelidad a la voluntad del pueblo de Cataluña, representado por el Parlamento», ha dicho Torra en tono solemne, sin hacer ninguna noticia a la Constitución española, ni al Estatuto, ni al Rey. De hecho, el monarca no ha estado presente ni al noviazgo ni a la sala. El gobierno español, que ha tenido la mirada puesta sobre la toma de posesión, había pedido a la Generalitat que la ceremonia contara con una bandera española junto en la bandera catalana y un retrato de Felipe VI. Pero ninguno de estos elementos ha sido visible en el salón Virgen de Montserrat finalmente.
La ceremonia ha empezado tomando la palabra el secretario de Govern, Víctor Cullell, que ha leído el decreto de nombramiento, y, acto seguido, Torra ha pronunciado la fórmula de noviazgo, delante de una mesa donde había únicamente el medallón que simboliza la Presidencia de la Generalitat desde Francesc Macià, y que ha sido la misma que utilizó a Carles Puigdemont, sin hacer referencia a la Constitución y prometiendo fidelidad a la voluntad del pueblo de Cataluña. Al acabar, se ha acercado a Torrent para darle las gracias y el presidente del Parlament le ha deseado «suerte». «Suerte para todos», ha respondido Torra. Después, el nuevo presidente de la Generalitat se ha acercado a los ocho miembros de su familia más próxima que también han asistido a la ceremonia.
La toma de posesión de Torra no ha tenido ni la estética ni la estructura habituales en sus antecesores. La situación política ha hecho que queridamente se haya preparado una puesta en escena mucho más sobria, corta y discreta. Además, por primera vez el acto de toma de posesión del presidente de la Generalitat está supervisado por el gobierno español, teniendo en cuenta que el 155 no se levanta hasta que tomen posesión los consellers. Y eso ha provocado que la ceremonia haya estado bajo la mirada del gobierno español y con un intento por controlar la escenografía y algunos de los detalles, si estará presente el cuadro del rey Felipe VI, un ejemplar de la Constitución o la bandera española al lado de la bandera. Según fuentes del ejecutivo estatal, a última hora se ha decidido no enviar a nadie para supervisar físicamente el acto, y el propio gobierno español se ha quejado rechazando la posibilidad de enviar ningún miembro a la toma de posesión.
Lo que también ha llamado la atención es el cambio de ubicación, trasladando la ceremonia del salón Sant Jordi al salón Virgen de Montserrat, de menores dimensiones. El papel del presidente del Parlament, Roger Torrent, también ha sido diferente al de otras tomas de posesión y, a diferencia de anteriores ocasiones, ha sido más testimonial y poco participativo. Habitualmente, era el presidente del Parlament quien preguntaba el prometo al nuevo jefe del Gobierno y quien podía imponer el tradicional medallón al nuevo presidente. Pero en este caso, el medallón estaba sobre la mesa pero no se ha impuesto a Torra.