Rull descarta renunciar al escaño: «Se abriría la puerta a que sea el TS y no el pueblo quien escoja a sus representantes»
El exconseller encarcelado califica «de infamia» que se puedan suspender diputados para «alterar las mayorías democráticas del Parlament»
El exconseller encarcelado Josep Rull ha descartado renunciar a su escaño de diputado. «Me temo que si cedemos, si renunciamos al escaño, abriríamos la puerta a que el Tribunal Supremo y no el pueblo de Cataluña sea quien escoja a sus representantes», ha afirmado en una entrevista realizada cuando estaba en Estremera antes de su traslado a la prisión catalana de Lledoners. Rull califica «de infamia» que se pueda aplicar la ley de enjuiciamiento criminal para suspender diputados con el objetivo «de alterar las mayorías democráticas del Parlament». Así se ha expresado unos días antes de que el juez del Supremo, Pablo Llarena, haya hecho pública la resolución de suspensión de seis de los diputados procesados por rebelión. Preguntado por si cree que podrá ser restituido como conseller esta legislatura, no se ha mostrado «demasiado optimista» argumentando que el Supremo «se ha refugiado en la venganza». Y a pesar de la «rebaja de tensión» con el gobierno de Sánchez, Rull se ha mostrado «escéptico» recordando que el PSOE fue «uno de los padres del 155».
-Ya hace más de tres meses que ha vuelto a ser encarcelado, después de que el juez Pablo Llarena lo volviera a cerrar, tal como hizo con Jordi Turull. ¿Qué cree que habría cambiado si la CUP hubiera votado a favor del entonces candidato, invistiéndolo en primera vuelta?
-Es evidente que no es lo mismo encarcelar a un candidato a la presidencia que a un presidente de la Generalitat. Perdimos la oportunidad de garantizar que quien escoja al presidente de Cataluña fuera el Parlament, por lo tanto el pueblo de Cataluña, y no un juez que alegó que con Jordi Turull «no se garantizaba un acertado retorno al autogobierno de Cataluña». Desgraciadamente, no podremos obviar que en muchos aspectos estamos sometidos a un «Estado de excepción».
-¿Cree que tendrá más posibilidades de salir de la prisión si renuncia al acta de diputado? ¿Lo está valorando? ¿O tiene decidido mantenerla hasta el final de la legislatura?
-No, no hay más posibilidades. Hoy, en nuestro caso, la prisión preventiva está concebida como un castigo, como un anticipo de la condena que se considera como cierta, independientemente del juicio oral. Más allá, hay que recordar que, en la línea de la demolición de la separación de poderes, las predicciones/instrucciones del exministro de Justicia, Rafael Catalá, se han cumplido milimétricamente en términos y plazos. El auto de procesamiento ya es firme y con la prisión preventiva se nos puede aplicar el artículo 384 bis de la Ley de Enjuiciamiento Criminal y suspendernos como diputados. El objetivo: alterar las mayorías democráticas del Parlament. Es una infamia. En cualquier caso, yo siempre estaré a disposición del presidente, pero me temo que si cedemos, que si renunciamos al escaño, abriríamos la puerta a que sea el Tribunal Supremo y no el pueblo de Cataluña quien escoja a sus representantes.
-¿Cómo ha vivido la decisión de investir a Quim Torra y la configuración de su Gobierno?
-Se ha priorizado el levantamiento del artículo 155. Y lo hemos tenido que hacer ante un Estado que vulnera su propia Constitución impidiendo la elección de Carles Puigdemont, convirtiendo a Jordi Sánchez y Jordi Turull en rehenes e impidiendo que se publicara en el DOGC el decreto de nombramientos del Gobierno. En este proceso he aprendido varias cosas, una de las cuales es extraordinariamente relevante: la debilidad del Estado español lo ha vertido a desbaratar elementos nucleares de su Estado de Derecho para parar el movimiento pacífico y democrático que nosotros representamos. Cuando un estado llega a este extremo para «protegerse», que nadie se equivoque, los damnificados son todos sus ciudadanos. Es la campaña «Mañana puedes ser tú» de Òmnium.
-¿Cómo se explica que haya podido presentarse a las elecciones y tenga acta de diputado, pero en cambio no haya podido ser nombrado conseller?
-Porque los poderes del estado estaban convencidos de que los independentistas no ganaríamos las elecciones. Por eso, Llarena nos deja salir de la prisión a unos cuantos el 4 de diciembre. Por eso, líderes del PP, Cs y PSOE, miembros de la caverna mediática retaban en términos casi testosterónicos el presidente Puigdemont a presentarse a las elecciones, aunque ya estaba en Bélgica y ya había comparecido ante la justicia de aquel estado. Esta es la razón por la cual pudimos ser candidatos y no podemos ser consellers o se nos pretende suspender como diputados. La arbitrariedad como concepto.
-Torra lo propuso a Usted como conseller de Territorio y Sostenibilidad para cumplir con el objetivo de la «restitución», pero el Estado lo vetó. ¿Cómo y cuándo decidió renunciar a formar parte del ejecutivo y dar paso al relevo en la conselleria?
-Después de una conversación con el presidente Torra. Ya le explicamos que los presos nunca formaríamos parte del problema sino de la solución. Nosotros no queríamos ser consellers desde la prisión: es simplemente imposible. Queríamos ser miembros del Gobierno como ciudadanos libres. Más cuando teníamos todo el derecho político intacto. Yo mantuve mi condición de miembro del Gobierno legítimo durante los siete meses de aplicación del 155 con toda la dignidad de que fui capaz. Nunca me sentí cesado, sólo me podía retirar la confianza el presidente Puigdemont, que me nombró, o el Parlament de Catalunya. Finalmente le presenté mi renuncia a un presidente investido por los diputados escogidos por el pueblo, el presidente Torra.
-¿Qué tipo de contacto espera mantener con su sucesor en Territorio, Damià Calvet, para mantener el vínculo entre el «Gobierno legítimo» y el actual ejecutivo?
-Damià Calvet es ahora el conseller de Territorio y Sostenibilidad en plenitud y con todas las consecuencias. Hace muchos años que somos muy amigos, conozco la capacidad y la actitud. Será un gran conseller. Con su equipo desplegará la agenda modernizadora de país que compusimos juntos durante la legislatura anterior. Hablo una vez por semana (con muchas dificultades propias del cautiverio) para intercambiar impresiones sobre el país y, evidentemente, sobre el Departamento.
-El Gobierno de Torra apuesta todavía por la «restitución». ¿Confía en ser conseller antes de que acabe la legislatura actual, si las circunstancias judiciales así lo permiten?
-El presidente Torra solemnizó el principio de restitución. Yo estoy a disposición si recuperamos la libertad. Sin embargo no soy demasiado optimista. Hace tiempo que el Tribunal Supremo, de la mano del juez Llarena y de la Sala de Apelaciones, ha abandonado el derecho y se ha refugiado en la venganza. Esta, insisto, es la base de la prisión preventiva a que estamos sometidos ignominiosamente.
-Se espera que su juicio se celebre en otoño. ¿Cómo cree que lo tiene que afrontar?
-Si se quiere mantener una apariencia de justicia, de imparcialidad, de garantía de la tutela judicial efectiva es muy difícil que el juicio oral pueda empezar en otoño. Los hechos me llevan a pensar, ojalá me equivoque, que la sentencia está decidida. La cúpula del Poder Judicial español se ha mirado en el espejo de la historia y se ha sentido ungida para salvar la unidad de España a cualquier precio. Parecen unos términos «hiperbólicos», pero el simulacro de instrucción del juez Llarena y las resoluciones de la Sala de Apelaciones avalan esta tesis. Por lo tanto, afronto un juicio político en un Estado que hasta ahora está acreditando que se están persiguiendo y encarcelando ideas legítimas y democráticas.
-¿Como ve el cambio en el gobierno español? ¿El PSOE en la Moncloa es una buena noticia parar los «presos políticos»? ¿Qué esperan?
-Es evidente que, en términos generales, se ha rebajado la tensión. Y eso es una buena noticia. Hay que ver si más allá de gestos y buenas palabras hay hechos, hay política. Sin embargo, la decisión de Josep Borrell de dar toda la solemnidad a la intervención del embajador Morenés no es un buen precedente, es una provocación con toda la carga. Por otra parte, nuestro acercamiento a las prisiones catalanas responde a la aplicación del régimen penitenciario vigente, después de que se hayan conculcado los derechos de los niños hijos de los presos en prisión preventiva. Déjeme ser escéptico, no en balde el PSOE fue uno de los padres del 155.
-¿Confía en que el PSOE permita una nueva etapa de diálogo entre Cataluña y el Estado?
-Mientras haya presos políticos y exiliados no se podrá empezar a normalizar nada. Dicho esto, en un nuevo escenario que haya superado este escollo, que tiene un carácter estructural, sería lógico poder afrontar un diálogo serio y solvente, bilateralmente, de gobierno a gobierno. Partiendo de la premisa que es vigente aquello que representa el 1 de octubre, como expresión del principio democrático, una de las soluciones podría pasar, tal como ha sugerido el mismo presidente Torra, por un referéndum pactado. Si hay voluntad política y altura de miras, hay margen, mucho margen. Recomiendo, tal como hice delante del Supremo la lectura del artículo Un referéndum para Cataluña publicado en el diario El País en octubre de 2012. Su autor es el malogrado Francisco Rubio Llorente, que fue presidente del Consejo de Estado del Reino de España y vicepresidente del Tribunal Constitucional. Un hombre, porcierto, con pocas simpatías con el movimiento independentista. Sánchez tendría que entender que los problemas no se prohíben, los problemas se resuelven. Hay que tener coraje político.
-¿Qué opinión tiene sobre la nueva Fiscal General del Estado, a María José Segarra, en principio de carácter progresista?
-No la conozco lo suficiente para juzgar. Me conformaría en que amara el derecho.
-A principios de junio se difundieron unas imágenes sobre la vida de los «presos políticos» dentro del centro penitenciario. ¿Cree que hay que explicar cómo es su día a día, o que este tipo de publicaciones les denigran?
-Es ignominioso que se hayan difundido estas imágenes sin autorización. Nos dicen que alguien ha pagado mucho y que alguien más ha cobrado mucho. Pero lo más duro de la prisión no son los elementos materiales, ni de entorno. El más duro es la ausencia misma de la libertad, no hay ninguna cámara que pueda registrar este sentimiento tan chocante.
-¿El independentismo tiene que asumir que puede haber más líderes encarcelados?
-Insisto en decir que el afán vengativo de la cúpula del Poder judicial español no tiene límites. Evidentemente este es un escenario que tendríamos que poder evitar. Hemos atravesado un muro y sabemos qué hay detrás. Tenemos una cartografía de qué itinerarios hay y qué costes o dificultades tienen en el ejercicio efectivo del derecho de autodeterminación.