Adrià Carrasco (CDR en Bélgica): «Fue instinto de supervivencia, cogí unas zapatillas deportivas y unos pantalones y me marché»
El activista hace un llamamiento a no parar la movilización en la calle pero pide «responsabilidad» a los políticos para que sean «consecuentes y obedezcan el mandato popular»
Adrià Carrasco, el miembro del CDR de Esplugues de Llobregat establecido en Bélgica, recuerda que cuando la Guardia Civil llamó a la puerta de su casa el 10 de abril pasado, tuvo «una reacción instintiva». «Cogí unas zapatillas deportivas y unos pantalones, el primero que encontré, y me marché», relata en una entrevista en el ACN desde Bruselas. El joven de 25 años, acusado de terrorismo, rebelión y sedición, está «totalmente» convencido de la decisión de marcharse de Cataluña. «No me quería dejar someter, es una justicia [la española] que no reconozco y delante de eso la opción fue marcharse y no dejarme juzgar por una justicia que no es la mía», asegura. El activista hace un llamamiento a salir a la calle pero pide «responsabilidad» a los políticos para que sean «consecuentes y obedezcan el mandato popular». «Muchos políticos se han mojado mucho hasta ahora y por eso están aquí arriba exiliados, como yo, y por eso se tiene que seguir haciendo, pero como decía, tiene que haber una consecuencia política», exige. En este sentido, cree que el 2 de octubre se tendría que haber declarado la independencia «sin dubitaciones».
«No podemos detener la movilización en la calle, no nos podemos chafar por el miedo», dice afirmando que si él estuviera en Cataluña iría a las manifestaciones y las acciones cómo había hecho hasta el día 10. Para Carrasco, no se tiene que «permitir» que haya una sentencia condenatoria en la causa del 1-O y es partidario «de abrir las prisiones ya». «I si se los llevan a Madrid, defenderlos con nuestros cuerpos si hace falta», añade.
El joven admite que el exilio es «duro» porque ha tenido que alejarse de su gente, su familia y su barrio «de un día por el otro» pero se siente «acompañado y dispuesto» a luchar. Confiesa que en algún momento se ha planteado que podría haberse quedado pero mantiene que la opción de marcharse «ha sido la correcta».
En la conversación con el ACN, Carrasco recuerda el día que la Guardia Civil se presentó en su casa. Él todavía dormía pero tuvo tiempo de marcharse y esquivar los agentes. En aquel momento, explica, no tenía constancia de otras detenciones pero sabía que si habían venido hasta su casa a buscarlo «la acusación sería de terrorismo». «Normalmente te envían una orden para ir a declarar», matiza.
Ya fuera de casa, en los días siguientes fue sabiendo de la situación de Tamara Carrasco, la miembro del CDR de Viladecans detenida y acusada también de terrorismo. «Vi que aquí [en Cataluña] no estaba seguro y se tenía que marchar porque están totalmente fuera de sí y era evidente que no se me trataría justamente», comenta sin especificar qué día llegó a Bélgica.
«No es cierto que Tamara esté en libertad»
Preguntado por si no cree que podría estar en su casa ahora si no hubiera optado por marcharse, el activista de Esplugues, que está en contacto con Tamara, recuerda que «no es cierto» que la joven de Viladecans esté en libertad. «Está con unas medidas cautelares desproporcionadas y dignas de otra época», destaca. Además, según él el juez todavía no se ha pronunciado «del todo» y la causa sigue en Madrid, en la Audiencia Nacional, hecho que implica, según él, que los cargos iniciales -ahora rebajados en el caso de Tamara- no están descartados.
Mantiene que hubo «cero» violencia
A Adrià Carrasco se lo acusa de terrorismo, rebelión y sedición por su participación en los cortes de carretera y la apertura de peajes que los comités de defensa de la república organizaron como acciones de protesta coincidiendo con las operaciones de salida y retorno de la Semana Santa.
A pesar de la grave acusación, sin embargo, él mantiene que estuvo allí «igual que mucha otra gente». «No me escondo de nada, podría haber sido yo como cualquier otro, no tengo ningún papel especial dentro de aquellas acciones», explica negando ningún tipo de violencia. «Ninguno ni una, cero,» sentencia. Desconoce si la policía o la Fiscalía dispone de imágenes de él de aquellos días. «No tengo constancia, entiendo que tienen alguna cosa», se limita a decir.
«El motivo por el cual me vinieron a buscar a mí no lo sé ni pienso perder mucho tiempo a desbriznarlo, me ha tocado a mí pero aquí estoy por lucharlo, para denunciarlo y para seguir haciendo trabajo», añade. «Ellos te acusan de lo que ellos quieran, las actuaciones son el de menos, querían a dos cabezas de turco y nos escogieron a nosotros», repite.
Recorrido judicial
Carrasco cuenta con la representación legal del abogado belga Christophe Marchand y Gonzalo Boye, que coordina también la defensa de Valtònyc i Puigdemont y los exconsellers en Bélgica. Según Marchand, el mejor escenario para su cliente es que se rebajen los cargos a desórdenes públicos y el caso pueda pasar a un tribunal catalán. Con todo, tampoco se descarta que la justicia española emita una euroorden contra el activista, que de momento sólo tiene una orden de busca y captura en el Estado.
En caso de que llegara la euroorden lo tendríamos que luchar, como hemos hecho hasta ahora. Si soy optimista, la verdad es que no, el panorama de la justicia española está totalmente podrido», señala. No obstante, dice que tampoco le preocupa porque lo que él quiere es «seguir luchando contra esta injusticia y seguir dando guerra». Volver a Esplugues, hoy por hoy lo ve complicado, pero hay un camino que hace que lo vea más claro. «Si declaráramos la República catalana hoy, yo cojo un tren y vuelvo a mi pueblo», concluye.