Sociedad
El Vaticano ordenó a la Iglesia que se mantuviera neutral en el 'proceso' catalán de 1922
Es una de las revelaciones del libro 'La cuestión catalana (1922-1932) según el archivo secreto vaticano', donde se destaca la fugura del cardenal Vidal i Barraquer
Una carta de finales de 1922 entre el nuncio apostólico del momento en Madrid, Federico Tedeschini, y el entonces secretario de Estado del Papa Pius XI, el cardenal Gasparri, revela que la postura del Vaticano sobre el separatismo catalán era «mantenerse siempre fuera y por encima de la agitadísima cuestión».
Esta es una de las revelaciones del libro «La cuestión catalana (1922-1932) según el archivo secreto vaticano», escrito por la catedrática en Derecho Eclesiástico del Estado de la Universidad Pompeu Fabra (UPF) de Barcelona María Ángeles Félix Ballesta, que tuvo acceso a toda la documentación del Archivo Secreto Vaticano relativa al pontificado del papa Pío XI.
El libro, presentado hoy en un acto de homenaje a la profesora Félix Ballesta, incluye la correspondencia entre el nuncio Tedeschini y los cardenales Pietro Gasparri y Pacelli (Pío XI), que fueron secretarios de estado durante la dictadura militar de Primo de Rivera.
La catedrática explica en su libro que la Iglesia trató la cuestión catalana «con la máxima prudencia para evitar enfrentamientos con el Gobierno español» y a la vez «respetar los legítimos derechos de la Iglesia en Catalunya».
En este sentido, María Ángeles Félix ha relatado la carta que el nuncio Tedeschini envió en diciembre de 1922 al cardenal Gasparri en la que le preguntaba si en una eventual secesión de Cataluña «era bueno que la Iglesia se pusiera o se encontrara colocón contra los que serán a los líderes del eventual nuevo Estado».
En eso, Gasparri respondió, de que tenían que mantenerse «siempre fuera y por encima de la agitadísima cuestión» y no dar «ningún pretexto», por insignificante que fuera, a interpretaciones infundadas».
Marino Ángeles Félix Ballesta ha explicado que las cuestiones relativas a Catalunya «están siempre presentes» en el archivo del Vaticano y con una extensión mucho mayor por comparación al movimiento separatista vasco, y ha apuntado que «quizás se debe en un peso y arraigo mayor y en la presencia de personas más influyentes y destacadas».
Entre estos personajes sobresale el arzobispo de Tarragona y cardenal Francesc de Asís Vidal y Barraquer, que, según su opinión, fue un «caballo de batalla» del catolicismo catalanista y objetivo del directorio militar, que «intentó por todos los medios que se marchara de su sede a Tarragona» e incluso recibió amenazas de muerte y hubo intentos de matarlo por parte de varios oficiales del Ejército.
El historiador y jurista Hilari Raguer, que también ha participado en el acto, ha subrayado que en un inicio el cambrilense Vidal i Barraquer «era monárquico, y a garrotazos lo convirtieron en catalanista», pero ha señalado que «nunca fue separatista».
El supuesto catalanismo de Vidal y Barraquer hizo que en múltiples ocasiones el Gobierno intentara que abandonara el arzobispado de Tarragona y se fuera a Burgos o a Roma, e incluso lo mismo Primo de Rivera le pidió reiteradas veces al nuncio Tedeschini y en una carta le dijo que esperaba que «este asunto no signifique un nuevo triunfo del catalanismo, tan mimado por Roma.»
«La Iglesia no cedió», ha explicado la autora, que ha señalado que «tampoco aceptaron nunca las intromisiones del directorio militar en las decisiones que tomaba la Iglesia».
Otro ejemplo de las posturas de la Iglesia que suscitaron recelos del gobierno fue el uso del catalán, una posición que María Ángeles Félix Ballesta ha explicado que se debía al hecho de que «la Iglesia católica consideraba que lo más fácil para que se entendiera el catecismo era hacerlo en la lengua vernácula» de los fieles.
El trabajo también trata otros conflictos suscitados entre el directorio y la Iglesia como la celebración de la Festividad de 1924, en la que el arquitecto Antoni Gaudí fue detenido, o el uso de elementos eclesiásticos distintivos en Catalunya con respecto al resto de España.
Según María Ángeles Félix Ballesta, la intención del trabajo es «que sean los documentos los que hablen» y sacar a la luz «los relatos de las personas que vivieron esta historia, no lo que a mí me parece, para que cada uno se forme su propia idea».