Urkullu relata que Rajoy no dio las «garantías» que quería Puigdemont de no aplicar el 155 si iba a elecciones
El lehendakari constata el «bloqueo total» de los dos gobiernos y dice que nunca negoció nada sobre un referéndum o el derecho a la autodeterminación
El lehendakari, Íñigo Urkullu, ha relatado en el Tribunal Supremo que en los días previos al 155 hizo «intermediación» para buscar una salida al conflicto. En este contexto, ha afirmado que el expresidente Rajoy no dio las «garantías» que pedía Carles Puigdemont que había decidido convocar elecciones si el gobierno español no aplicaba el 155. Urkullu ha dicho que Rajoy no le dio ninguna respuesta «tajante», aunque «intuyó» que el expresidente no se decantaba por aplicar el 155. El lehendakari ha reconocido que fue Puigdemont quien, el 19 de junio de 2019, le pidió que «interviniera» y constató el «bloqueo total» entre los dos gobiernos. Llegó a hacer cinco propuestas de diálogo a los dos ejecutivos para evitar la DUI y el 155 pero ha negado que, en ningún caso, fue objeto de negociación ni el referéndum ni el derecho de autodeterminación. También ha dicho que se reunió en Moncloa con Rajoy, aunque el expresidente dijo en el Supremo que no lo recordaba.
El lehendakari ha comparecido como testigo propuesto por la defensa de Josep Rull. El encargado del interrogatorio ha sido Francesc Homs, que le ha pedido por detalles sobre el papel de negociador que tuvo entre los dos gobiernos el verano del 2017.
Urkullu ha explicado que fue Puigdemont quien le pidió que interviniera para «encauzar la relación» con la intención de buscar una «solución pactada y acordada» con el Estado. Así le trasladó en una reunión de cuatro horas a la Generalitat el día 19 de junio donde, según Urkullu, nunca fue una herramienta de negociación ni el referéndum ni el derecho a la autodeterminación.
Reunión en la Moncloa con Rajoy en julio
También ha explicado que se reunió con el expresidente Rajoy en la Moncloa el 19 de julio durante dos horas y que, posteriormente a los hechos del 20 de septiembre, volvió a hablar por teléfono. Sin embargo, preguntado por estas reuniones horas antes, el expresidente del gobierno español afirmó en el Supremo que no recordaba si se había reunido personalmente con Urkullu o había hablado por teléfono, quitando valor al papel que jugó el lehendakari aquellas horas.
«Mi función era de enlace y lo que hablaba con una parte lo comunicaba a la otra, la situación de bloqueo era reconocida por uno y por otro», ha manifestado.
«Eso se va de las manos»
El lehendakari ha relatado una conversación que tuvo con Rajoy el día 21 de septiembre, después de los hechos en la conselleria de Economía. «Le dije que las cosas no tenían que seguir de esta manera, y le hice la observación de que todo se estaba yendo de las manos, y que no había que provocar situaciones que llevaran a la fractura social», ha manifestado. Unas palabras en las que Rajoy, según Urkullu, dijo que «cuidaría al máximo lo que hiciera».
En respuestas al fiscal, Urkullu ha explicado que el 21 de septiembre avisó a Rajoy la situación de «convulsión a la sociedad catalana» y que se estaban llegando a «puntos de crispación a la vida catalana que no era pertinente».
A partir del 4 de octubre, ha dicho que fueron muchas las personas de ámbitos económicos, sociales y políticos que le pidieron que interviniera, aunque ha evitado en todo momento hablar como «mediador». Entre otros, ha reconocido conversaciones con el exconseller Santi Vila o el exministro de Justicia, Rafael Catalá, y también la exvicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría. Y ha defendido el que tenía que ser su papel. «Nuestra función tiene que estar basada en el diálogo, en buscar acuerdos y no entiendo la acción basada en la crispación y provocadora de desencuentro», ha relatado ante el tribunal.
Hasta cinco propuestas, pero ninguna sobre un referéndum
En estos días, y a partir del 4 de octubre, ha explicado que propuso a los dos gobiernos hasta cinco soluciones que pasaban por el «diálogo y la distensión». Todas ellas tenían como objetivo que no hubiera ni declaración de independencia ni aplicación del 155 para suspender la autonomía.
Urkullu ha sido tajante -y tanto a preguntas de la defensa como de la acusación- ha negado que en ningún momento se negociara nada más sobre el referéndum ni el derecho a la autodeterminación.
Sobre el pleno del 10 de octubre –donde Puigdemont dejó suspendida la DUI- él considera que no hubo declaración de independencia y que así lo confirmó Puigdemont en los requerimientos que le hizo la Moncloa. «No tenía valor normativo», ha manifestado.
Últimas horas antes del 27
Según Urkullu, a primera hora de la mañana del 26 de octubre había acuerdo para ir a elecciones pero que recibió un mensaje a las dos de la tarde de Puigdemont donde le explicaba el cambio de escenario. Según ha relatado, «lamentaba» que tenía la presión de los concentrados en la plaza de Sant Jaume, que se estaban «rebelando» y que tenía también la presión de su propio grupo de JxSi. «Me dice que no podía proceder el acuerdo adoptado en la noche anterior para ir a elecciones», ha manifestado.
Horas antes, Puigdemont había pedido «garantías» a Rajoy que si convocaba elecciones no habría 155. «Ante la propuesta de elecciones que le trasladé, tuve la intuición de la disposición de Rajoy, que no era muy dado a aplicar el 155 realmente», ha manifestado. Ahora bien, ha confirmado que no dio las «garantías» que exigía Puigdemont.
Puigdemont «no tenía deseo» de convocar la DUI
Urkullu ha explicado que él abogaba por la «vía bilateral» y por modificar el ordenamiento jurídico a fin de que se pudiera celebrar «una consulta legal y pactada». De hecho, el lehendakari ha manifestado que esta era una postura «compartida» con el expresidente Puigdemont, que no tenía «ningún deseo» de ir hacia una declaración unilateral de independencia.
Sobre la actitud de los dos presidentes, ha dicho que Puigdemont tuvo en todo momento una actitud «de disposición total al diálogo» y que tenía «absoluta receptividad» a los planteamientos del lehendakari.
De Rajoy, en cambio, ha apuntado que tenía una actitud «de escucha» pero que no era «proactiva».