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El Parlament condena los abusos sexuales a los niños y pide a la Iglesia que los denuncie

El pleno lee una declaración institucional de solidaridad con las víctimas y reclamando prevención

El presidente de la Generalitat, Quim Torra, el presidente del Parlament, Roger Torrent, y representantes de los grupos políticos se hacen una foto en apoyo a las víctimas de los abusos sexuales infantiles.

El presidente de la Generalitat, Quim Torra, el presidente del Parlament, Roger Torrent, y representantes de los grupos políticos se hacen una foto en apoyo a las víctimas de los abusos sexuales infantiles.ACN

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El Pleno del Parlament ha sido el escenario para leer este miércoles una declaración institucional de apoyo a las víctimas de abusos sexuales infantiles. El texto, firmado por todos los grupos de la cámara, condena las agresiones y los abusos contra los niños, expresa la solidaridad con las víctimas y sus familiares, pide a las instituciones y los organismos competentes que actúen para prevenirlos y denunciarlos, y condena las actitudes que pretenden restar gravedad a los cometidos por algunos sacerdotes católicos. La declaración, que ha leído el secretario primero de la Mesa, Eusebi Campdepedrós, pide también a la Iglesia que «comunique a la justicia ordinaria el casos de posibles abusos sexuales de los cuales tenga conocimiento».

El texto leído en el Parlament recuerda que en los últimos meses «han salido a la luz nuevos casos de personas ya adultas que sufrieron abusos sexuales durante la infancia», hecho que «tiene que hacer reflexionar sobre la importancia de la detección, el abordamiento, la denuncia y la visibilització de estos casos». Partiendo de aquí, el Parlament de Catalunya se ha querido definir como «una institución comprometida en la lucha contra el abuso sexual infantil» y por eso, ante las denuncias de víctimas que se han hecho públicas los últimos años, «condena y repudia cualquier tipo de agresión, abuso o maltrato contra los niños». «El Parlament de Catalunya muestra su apoyo a las víctimas de abusos sexuales infantiles y a sus familiares, y los expresa su solidaridad», se dice en la declaración institucional, que también insta a todas las instituciones «a asumir la obligatoriedad de cumplir la observación general número 13 del Comité de los Derechos del Niño y, por lo tanto, a impulsar medidas preventivas, de detección y de acompañamiento para que estas situaciones no vuelvan a suceder en los ámbitos escolar, religioso o del ocio infantil y juvenil ni en el ámbito familiar».

Asimismo, el Parlament de Catalunya pide a todas las instituciones y organismos competentes «que hagan las investigaciones y acciones pertinentes ante los casos de abusos sexuales, que lo comuniquen a las autoridades judiciales y que colaboren plenamente con la justicia para aclararlos». Igualmente, la cámara ha querido «condenar las palabras y actitudes que pretendan restar gravedad a los abusos sexuales cometidos por algunos sacerdotes y pedir a la Iglesia que comunique a la justicia ordinaria los casos de posibles abusos sexuales de los cuales tenga conocimiento».

El texto leído al pleno expresa explícitamente que «el abuso sexual es una de las peores formas de violencia que sufre la infancia, con graves consecuencias que pueden durar toda la vida» y recuerda que «en el 2017 se presentaron en Cataluña 549 denuncias por abusos sexuales a niños». Además, se menciona que «la Convención de las Naciones Unidas sobre los derechos del niño, de 1989, y la normativa vigente en materia de infancia reconocen a niños y adolescentes el derecho a ser protegidos de cualquier forma de violencia, incluyendo el abuso sexual, y establecen el deber de los poderes públicos de adoptar medidas para que esta protección sea efectiva».

En este sentido, se retrae que «muchos niños sufren abusos sexuales que, aunque los agresores no utilizan la fuerza o la coerción físicas, son intrusivos, opresivos y traumáticos desde el punto de vista psicológico». Así, se considera que «más que en otras formas de violencia, el abuso sexual infantil se caracteriza por el secretismo y el aislamiento de la víctima, a menudo porque el agresor ejerce una posición de fuerza y autoridad ante el niño agredido», y es por este motivo que la mayoría de los casos «permanecen ocultos y los que se revelan se encuentran con una serie de dificultades que añaden más dolor y padecimiento a las víctimas».

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