Sociedad
Un 70% de los adolescentes catalanes ven pornografía de manera frecuente
El consumo frecuentado es superior entre chicos, se produce en la intimidad y se centra en contenidos gratuitos online
De hecho, para el 30,9% de los y las adolescentes, la pornografía es el único recurso para aprender sobre sexualidad y casi la mitad de los encuestados echa de menos tener más información sobre cuestiones afectivas y sexuales.
El estudio también revela que el 54,6% de los adolescentes, principalmente los chicos, cree que la pornografía da ideas para sus propias experiencias sexuales, y el 46,5% de los cuales ha visto contenido pornográfico ha llevado alguna escena a la práctica. Save the Children considera especialmente preocupante que, «cuando intentan imitar lo que ven, no siempre solicitan consentimiento previo a su pareja». Un 8,5% lo ha hecho sin el consentimiento explícito de su pareja y sin que a esta le haya parecido bien.
«Sin una educación afectiva y sexual incluida en el currículum escolar y delante de un mundo tecnológico lleno de posibilidades, la pornografía se ha convertido en profesora y consultorio de sexualidad para los adolescentes. El peligro no es que vean pornografía, sino que su deseo sexual se está construyendo sobre unos fundamentos irreales, violentos y desiguales y creyendo que su consentimiento, los deseos y preferencias, o las del resto, no tienen por qué ser tenidos en consideración», asegura Emilie Rivas, responsable de Políticas de Infancia de Save the Children en Cataluña.
El análisis se ha hecho con un enfoque de género y diversidad para conocer, entre otras cuestiones, si el consumo y la percepción de lo que ven varía según el género o las preferencias sexuales o si el colectivo LGTBI se siente representado.
El informe constata importantes diferencias entre géneros. Así, mientras que el 86,3% de los chicos afirma haber visto pornografía alguna vez a su vida, este porcentaje desciende al 38,1% en el caso de las chicas. En el caso de los chicos el primer acceso responde a una búsqueda activa o una especie de ritual de iniciación. Las chicas, en cambio, encuentran el contenido de manera mucho más accidental, y están más expuestas a recibirlo de personas desconocidas. Mientras ellos lo consumen para satisfacer «necesidades instintivas», las adolescentes lo hacen para aprender qué se espera de ellas, indica el estudio.
El estudio ha preguntado a los adolescentes si detectan violencia, desigualdad y prácticas de riesgo en lo que ven. Un 49,4%, casi la mitad de la muestra en Cataluña, es consciente de las diferencias entre sus propias relaciones y las que aparecen en la pornografía. No obstante, aproximadamente un cuarto no distingue entre la pornografía y sus prácticas propias.
Con respecto a las escenas violentas, la amplia mayoría (81,9%) reconoce que los contenidos pornográficos a veces son violentos, y las chicas (74%) lo perciben más así que los chicos (69,3%). Destaca, además, el hecho de que ellas dudan más respecto de si contienen contenidos violentos o no, lo que puede estar relacionado con un menor consumo. La mayoría de personas de género no binario reconocen la violencia.
6 de cada 10 adolescentes catalanes (67,5%) creen que normalmente la pornografía no es igualitaria, pero el triple de chicos (21,1%) que de chicas (7,5%) opina que sí que lo es. Prácticamente el total de adolescentes con género no binario reconoce la desigualdad de roles en los vídeos. La mayoría (57,7%) de adolescentes que consume pornografía más a menudo responden de que prefiere aquellos contenidos en los que no hay una jerarquía de poder.
La organización ha estudiado cómo se traslada todo eso a la realidad y sobre este tema se ha encontrado que casi la mitad de la población adolescente (el 47,1%) no utiliza siempre métodos de protección y el 16,5% no lo hace nunca o casi nunca. Asimismo, el 15% de los que han visto pornografía ha entrado en contacto, al menos una vez, con una persona desconocida con finalidades sexuales a través de Internet.
La ONG considera que son comportamientos que pueden comportar un alto riesgo de sufrir violencia online, tan real y nociva como la física, y pueden derivar en un encuentro real, en la cual puede producirse un abuso o agresión sexual que derive en infecciones de transmisión sexual e incluso en un embarazo no deseado.
Ante los datos que muestra el informe, Save the Children insiste al pedir al Congreso en que tramite «cuanto antes mejor» la Ley Orgánica de Protección Integral a la Infancia y la Adolescencia fachada la Violencia. Esta ley incluye la educación sexual y afectiva como principio transversal en la enseñanza reglada, de manera que el alumnado aprendería en el aula, siempre de forma adaptada a su etapa educativa, conceptos necesarios para ser capaces de detectar la violencia o el abuso, como son el consentimiento, la autonomía del cuerpo, el desarrollo de las emociones o la creación de relaciones igualitarias.
Por último, Save the Children pide la colaboración entre la Administración y plataformas de Internet para implementar mecanismos de regulación del acceso a contenido pornográfico, que aseguren que los menores de edad no puedan acceder a la pornografía. Estas plataformas tienen que velar para que si el contenido no es adecuado para un menor de edad, no se le permita el acceso.
Save the Children lleva años trabajando para conseguir la aprobación de la ley y pretende llegar al medio millón de firmas para concienciar en el Gobierno español y en los diferentes grupos políticos sobre la importancia de acabar con la lacra social que supone la violencia contra la infancia.