Los presos políticos afianzan el objetivo de la independencia un año después de la sentencia
En declaraciones en Catalunya Ràdio, recuerdan cómo recibieron la condena
El presidente de Òmnium, Jordi Cuixart, dice que la condena del Supremo «desenmascara el miedo del Estado ala lucha no violenta y a la desobediencia civil» y añade que la sociedad civil tiene que persistir y madurar en esta movilización. Un año después de la sentencia que lo condenó a 9 años de prisión, Cuixart reitera las palabras que pronunció ante el tribunal: «Lo volveremos a hacer y lo haremos juntos sin dejarnos a nadie por el camino».
La expresidenta del ParlamentCarme Forcadell, condenada a 11 años y 6 meses de prisión, dice a través de un mensaje en Twitter que se laha condenado «por permitir un debate y votación sobre la independencia de Cataluña» y añade que siempre defenderá que en un Parlament«se tiene que poder hablar de todo» y que el único límite a la democracia tiene que ser el respeto a la persona y a los derechos humanos. Forcadell recuerda cómo recibió la sentencia: «Pensé en mi madre. Se me hizo un nudo en el estómago. Tendría 102 cuándo saliera. No era justicia, es venganza».
El exconseller Jordi Turull, condenado a 12 años de prisión, explica que cuando recibieron la sentencia ya estaban preparados mentalmente para lo peor y que justo después pidió que hicieran un tuit en nombre suyo con el mensaje «Viva Cataluña libre» para que se viera desde el minuto cero que no se doblegaría. Turull dice que el peor momento fue cuando supo que su padre, al conocer la sentencia, lamentó que se iría de este mundo sin ver a su hijo salir de prisión.
El exconseller Joaquim Forn, condenado a 10 años y 6 meses, explica que todavía le resuenan las palabras del funcionario del Supremo y tiene grabado enla memoria el momento en que le comunica la pena. También relata cómo después vuelven al módulo y reciben muestras de solidaridad por parte de funcionarios y compañeros. «Llamo a mi mujer, ella ha sabido la sentencia por los medios. Ni ella ni yo nos desanimamos. Sabíamos cómo podían ir las cosas y sabemos que tenemos que seguir luchando», añade.
Por su parte, Raül Romeva, condenado a 12 años de prisión, dice que la prisión preventiva y la sentencia demuestran que se los ha castigado «porser quién son» y añade: «No va de leyes ni de código penal, hemos comprobado que si la ley es la misma para todo el mundo, la justicia no lo es. Es una injusticia y la prueba que el estado español es un estado fallido y que no saldrá adelante». El exconseller también defiende que la decisión del Supremo sentenció personalmente a cada uno de los presos pero que es una decisión «contra un país, unas ideas y un movimiento en concreto».
La exconsellera Dolors Bassa afirma que vivió el 14 de octubre de hace un año como uno de los peores días de su vida y que no se esperaba la sentencia de 12 años de prisión, que califica «de aberración». La exconsellera también critica que las instituciones catalanas no supieron estar «a la altura» para consensuar una respuesta unitaria a la sentencia del Supremo y añade que eso condicionó la respuesta de la ciudadanía y que le dolió.
Por su parte, Josep Rull, condenado a 10 años y 6 meses, señala que la sentencia «no persigue hechos ilícitos sino ideas legítimas» y que tiene la voluntad «de escarnecer» a los más de dos millones de personas que votaron el 1-O. Según el exconseller, después de la sentencia hay dos cosas claras: que no se rendirán nunca y serán siempre fieles al pueblo y que «la esperanza es más poderosa que el miedo».
El exlíder de la ANC Jordi Sànchez, condenado a 9 años de prisión, admite que la sentencia fue dura pero que les«espoleó» ver que la gente salía a la calle. La decisión del Supremo fue, según Sànchez, un «castigo político por encima de cualquier cosa justificada desde la perspectiva del Código Penal».