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Salud

La Vall d'Hebron estudia los beneficios de la rehabilitación con caballos en niños después de un tratamiento por cáncer

El proyecto quiere analizar como el contacto y la práctica de ejercicios con estos animales mejora su recuperación

Plano general de Ona Martínez encima de un caballo en la pista de la Fundación Federica Cerdá en Sant Cugat del Vallès

La Vall d'Hebron estudia los beneficios de la rehabilitación con caballos en niños después de un tratamiento por cáncerACN

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El hospital de la Vall d'Hebron de Barcelona ha puesto en marcha un estudio de los beneficios que aporta incorporar el contacto y los ejercicios hechos en caballos en la rehabilitación de niños después de un tratamiento por cáncer con afectación al sistema nervioso. El proyecto, bautizado con el nombre de 'Cavalcant la vida', se desarrolla en el centro hípico adaptado de la FundacióFederica Cerdá, en Sant Cugat del Vallès, y está financiado por la Fundación Real Club de Polo de Barcelona. El proyecto está orientado a niños de entre 4 y 18 años, y los primeros resultados muestran como además de fomentar sus habilidades físicas a través de ejercicios, como la movilidad, los permite mejorar su estado de ánimo o la capacidad de relacionarse con otras personas.
El proyecto se centra en los niños y niñas que han superado un cáncer, y que pueden tener secuelas con el paso del tiempo, ya sea en forma de trastorno de movilidad o neurocognitivo. También todo el procedimiento y tratamientos que tienen que afrontar para combatir la enfermedad puede afectarles de diferentes maneras, tanto física como psicológicamente.

El nuevo estudio tiene que permitir analizar de qué manera se pueden reducir estos efectos en los menores gracias al contacto directo con los caballos. Impulsado por la Fundación Real Club de Polo de Barcelona, la lleva a cabo el Hospital UniversitariVall d'Hebron conjuntamente con las Escuelas Universitarias Gimbernat y el colaboración con la Fundación Federica Cerdá y la Asociación Española Contra el Cáncer.

«El estudio está en una fase muy preliminar, pero ya vemos una mejora a nivel afectivo, sobre todo psicológico», señala la doctora Anna Llort, adjunto del Servicio de Oncología Pediátrica de Vall d'Hebron. Se trata de pacientes que han sido muchos meses cerrados, más allá del confinamiento derivado de la pandemia, en hospitales y sometidos a operaciones y tratamientos.

Uno de los aspectos con que se han encontrado es que los menores se reenganchan a la actividad escolar, pero sus compañeros han seguido su actividad con una rutina que ellos no han tenido, y eso a menudo les choca emocionalmente. «Trabajar con los caballos los permite mejorar en la apertura de sí mismos, les da seguridad y mejoran en la movilidad y el equilibrio, y eso nos hace pensar que hay aspectos donde no accedemos y que animales como los caballos sí, y que hacen que esta terapia sea prometedora», añade Llort.

El ensayo ya ha incluido hasta ahora a un total de quince niños de entre 4 y 18 años, entre seis meses y un año después de recibir el alta de la terapia oncológica. El proceso consiste en 24 sesiones individuales, una por semana, donde con la ayuda de uno rehabilitador especializado en hipoterapia se hacen actividades para estimular la memoria, la habilidad y la motricidad.

De esta manera, se pasea por el bosque mientras se hacen ejercicios mentales como averiguar palabras o encontrar que empiecen con una determinada letra, pero también se practica en la pista de la hípica, dónde se hacen una serie de actividades por potenciar la movilidad.

Primeros contactos con la pista

Ona Martínez tiene 15 años, y cuando tenía 13 le diagnosticaron un tumor cerebral. «Hemos hecho quimioterapia, radioterapia y cirugía, un año y medio de padecimiento, dolor y miedo», reconoce su madre, Gemma Castillón.

Este mismo verano empezaron a buscar una manera de hacer terapia con caballos, y la casualidad hizo que la Vall d'Hebron les propusiera entrar al proyecto. Cada jueves se desplazan desde Santa Maria de Palautordera (Vallès Oriental) hasta Sant Cugat.

«Ella muchas ganas de hablar con médicos no tenía, y psicológica y emocionalmente quedas traumatizado, y viniendo aquí parece que se trabaja todo de manera muy natural», explica. La Ona, por su parte, disfruta del rato que pasa con los caballos.

«Hasta ahora hacíamos vueltas por el bosque, aquí cerca, y hoy hemos empezado a trabajar en la pista», dice ilusionada. Allí hace ejercicios, que van desde saberse mover desde encima del caballo hasta poder coger piezas y colocarlas en su lugar, potenciando la motricidad.

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