Comunicadora
Redes
«No tenemos que dar valor a las cosas sólo porque que sean en catalán o las haga una mujer»
Con 22 años recién cumplidos es una de las voces más influyentes en la red entre los jóvenes
A Juliana Canet la hemos conocido a través de la pantalla. Es creadora de contenidos en Instagram y en Youtube, dos espacios que para ella es como si fueran su casa familiar de Cardedeu y una casa imaginaria en Cadaqués, respectivamente. En las redes sociales nos habla de feminismo, nos recomienda la poesía de Miquel Martí i Pol o nos comenta las novedades de La isla de las tentaciones . Más allá de internet, Juliana Canet presenta Adolescents XL (Catalunya Ràdio), colabora en elTot es mou(TV3), es la cara visible de Món Maker (Super3) y es del equipo impulsor de Canal Malaia, una plataforma para aglutinar y dar visibilidad a contenidos audiovisuales en catalán.
—Con los años de compartir tu vida a través de las redes sociales, ¿qué parte has decidido no mostrar?
—Justo ahora empiezo a decidir de verdad cuáles son las cosas importantes que no quiero enseñar; todavía tengo muchas dudas. No llega un momento en el que ya tienes claro qué enseñas y qué no; es una decisión que se toma constantemente. Hay cosas que tengo claras. Por ejemplo, a mis padres no los enseño. O mi casa. Nunca haré uno house tour o uno room tour porque pienso que eso forma parte de mi intimidad; son cosas que no sólo me tocan a mí. Cuando es la intimidad de otras personas de mi entorno, pienso que no toca. Esta es mi medida, ahora mismo. También creo que, depende de qué opiniones, no vale la pena decirlas. Quizás algunas maneras que tengo de ver la vida, tampoco. Estoy valorando constantemente, es una revisión constante. De todos modos, peco de enseñar demasiado, siempre. Y siempre me arrepiento. Mi ley antes era no mostrarme vulnerable en las redes y ahora sólo me muestro vulnerable porque también creo que está bien.
—¿Cómo gestionas compartir ciertos temas sin querer entrar en polémica?
—Cuando no tengo ganas de explicar o compartir alguna cosa, es conscientemente. Ya tengo espacios donde hablar de estos temas. A mí me gusta mucho hablar y explicar cosas. Si, por ejemplo, quiero hablar de la religión, prefiero no hacerlo en mi Instagram y hacerlo con mis amigas.
—¿Hasta qué punto sientes presión a la hora de hablar en catalán? ¿Lo haces más correcto, más divertido o más joven?
—Estoy intentando hablar el mejor catalán posible pero no por el hecho de ser un personaje un poco público. Estudiando filología catalana y teniendo sensibilidad hacia la lengua he tomado conciencia de que es importante hablar tan bien como sea posible. Y también porque pienso que lo hablo muy mal y tengo muchas cosas que mejorar. Prefiero hablar bien, si puedo escoger. Pero no siento presión, especialmente.
—¿Qué ventajas tiene unir en una plataforma como Canal Malaya el contenido audiovisual en catalán?
—El problema es que Youtube, a nivel de algoritmos, es muy jodido. El contenido que sabe que será minoritario, porque está en una lengua menos hablada o porque está sobre bicis de montaña, ya no lo promociona tanto como el resto de contenidos. El algoritmo te juega a la contra. Si tú ves un vídeo mío, aunque sea en catalán, lo que te recomendará no tiene por qué estar vinculado en lo que yo hago, por Youtube. Entonces, eso se tiene que forzar, con una lengua tan pequeña como la nuestra, tan minorizada y tan maltratada. Con Canal Malaia eso se consigue. Lo que se crea de manera natural en Youtube en España, que Youtube solo ya te recomienda a otros youtubers y lo que te interesa y lo que no, nosotros lo creamos de manera artificial.
—¿En Canal Malaia entra cualquier contenido en catalán? ¿Qué se tiene en cuenta para incorporarlo?
—Para mí es muy importante no dar valor a las cosas sólo porque sean en catalán; eso es un error. De la misma manera que dar valor a las cosas sólo porque las ha hecho una mujer. No quiero que me llamen porque hablo catalán o porque soy una mujer. Quiero que me llamen porque tengo cosas que decir, porque hablo bien. Esta es la norma de Canal Malaia, no porque hagas vídeos en catalán ya entrarás en el canal. Puede ser que no pases una serie de requisitos. Hace falta que el vídeo esté bien grabado, que tengas cosas que decir, que tengas carisma, que tengas verdad. Para entrar, hay dos procesos. El primero, que nosotros vemos a la persona, nos guste y la queramos fichar. O que alguien nos enseñe un vídeo, nos guste genuinamente y lo queramos dentro de la plantilla. Ahora mismo, pensamos que tenemos muchos youtubers y estamos intentando mantenerlos y no hacer entrar a mucha más gente.
—¿Cuando y cómo crees que te llegará el momento de desvincularse del concepto 'adolescente'? ¿El contenido para jóvenes sólo lo tienen que hacer jóvenes?
—El contenido para jóvenes no sólo lo tienen que hacer jóvenes, en eso insisto mucho. Yo he hecho un programa para el Super3 y nadie me ha dicho que soy demasiado mayor para un programa para el Super3. Ya se entiende que el contenido para niños lo pueden hacer personas mayores. El contenido para jóvenes también lo pueden hacer personas mayores. Lo importante para el contenido de los jóvenes es que sea bueno y que esté bien hecho. Cuando un contenido está bien hecho, incluso si no está pensado para jóvenes, lo ven los jóvenes. Eso ha pasado con Crims y ha pasado con muchas otras producciones de nuestra casa que han funcionado entre la juventud porque son producciones bien hechas. En cambio, ha contenido especialmente pensado para jóvenes que está muy mal hecho y muy mal producido, con un concepto muy mal construido.
—¿Cómo crees que han ido cambiando tu contenido y el tono de tus vídeos?
—Tengo la voz mucho más fina y mucho más femenina. No sé si es porque el heteropatriarcado me ha transformado y me ha obligado a tener voz de niña. O porque me he hecho mayor. También tengo mucho menos acento y soy mucho más chava. A nivel de contenido, grito mucho menos, estoy mucho más tranquila. Vendo más mi vida privada. Ahora hago bloques de «uno día conmigo» y eso es una cosa que antes no hacía. Antes hablaba de los parques. Hablaba yo pero no explicaba tanto mi experiencia personal. Ahora sí, y me gusta más. Es una transición que se ha dado sola y me siento cómoda. Y también hablo más de cultura, aunque ya lo hacía mucho antes.
—¿Dónde tienen mejor recibimiento tus contenidos?
—Ahora mismo, creo que Youtube es mi red preferida. Después Instagram, porque es mi casa. Youtube es la casa de Cadaqués, donde estás muy bien; es chula, a primera línea de mar. Al final, en Cardedeu está súper bien y es tu casa. Eso es Instagram para mí. Y Twitter es un lugar terrible pero soy completamente adicta. Si pudiera, me lo sacaría, porque te vuelve loca.
—¿Sin pensar en estrategias comerciales o de futuro, qué te apetecería realmente hacer?
—Yo ya pienso poco en estrategia. A mí el que me apetecería es no hacer nada, lo prometo. Estar en mi casa, recogiendo caqui y haciendo vídeos de Youtube porque me gusta mucho. No siento ninguna presión, siempre me apetece hacerlos, siempre tengo cosas que decir. Ahora mismo, con la radio y la televisión, me empiezo a quemar un poco. No quiero decirlo demasiado alto porque, depende de lo que se me proponga, quizás sigo un tiempo más, pero ahora mismo estoy un poco harta.
—¿De todo lo que consumes por internet, de qué estás más orgullosa y qué dirías con la boca pequeña?
—Tengo un problema muy grave. Tengo muy poco miedo al ridículo y muy poca vergüenza. Nada lo digo con la boca pequeña, todo me está bien. Todo el contenido que consumo por internet creo que es bastante banal. El más serio que miro quizás es The Crown , y es una serie de Netflix! Escucho muchos podcasts sobre literatura; no sé si eso es para decirlo con orgullo. A mí si me enorgullece profundamente también mirar Bridgerton, me parece súper guay . O mirar La isla de las tentaciones, lo digo con la boca grandísima, me parece súper interesante culturalmente hablando también, no me da ninguna vergüenza. Yo miro muchas cosas, de muchos tipos, y todo me está bien.