Sociedad
La inseguridad residencial afecta a la salud mental de los niños y les puede causar depresión y ansiedad
Según un estudio, el 22% de familias encuestadas por la Fundación Pere Tarrés han sufrido un desahucio los últimos 4 años
La jefa de Metodología y Estudios del Departamento de Consultoría y Estudios de la Fundación Pere Tarrés, Rosalina Alcalde, ha advertido del efecto «devastador» que las crisis tienen en la clase trabajadora y, en consecuencia, en sus hijos. El estudio revela que el 75% de las familias atendidas han visto reducidos sus ingresos por el coronavirus, y un 66% afirma que eso leha afectado para el pago de la vivienda. De hecho, el 29% de las familias que han tenido que cambiar de residencia los últimos cinco años por motivos económicos lo han hecho por culpa del coronavirus.
El informe se centra en la relación que hay entre la vivienda y la salud de los niños. De las familias encuestadas, el 46% creen que están en riesgo de perder su casa. La mitad admiten que tienen dificultades para pagarlo y el 23% dicen que directamente no pueden asumir el coste. El 10% afirma que está ocupando ilegalmente la vivienda.
Una de las situaciones que más preocupa a la Fundación son los desahucios. Un 22% de las familias han sufrido un desahucio por impago de alquiler o hipoteca los últimos cuatro años. Alcalde ha remarcado que la situación no es «nada fácil» porque muy a menudo la estrategia de los padres consiste en no explicar toda la verdad a los niños, que lo viven «en silencio». Por eso ha pedido a los centros educativos que trabajen en estrategias para que los padres lo puedan tratar con los hijos.
Falta de intimidad
La Fundación también remarca que el 8% de familias encuestadas vive en habitaciones alquiladas. A pesar de ser un porcentaje relativamente bajo, alertan de la gravedad de la situación, ya que puede ser «especialmente grave» para los niños. Hay que tener en cuenta que, en estos casos, la habitación es el lugar de convivencia de la unidad familiar, entonces se vive una situación de amontonamiento extrema.
A este porcentaje también hay que sumar el amontonamientoque se vive en viviendas muy pequeñas y donde más de una persona comparte habitación, que creen que afecta sobre todo al sentimiento de intimidad de la familia o de los niños. De hecho, Alcalde ha asegurado que a la vuelta después del confinamiento detectaron que muchos niños habían perdido habilidades en el juego simbólico: habían pasado tantas horas en un espacio compartido que habían adoptado un sentimiento de «no querer molestar» que los había llevado a «la autocontención».
Estas situaciones pueden llevar a los niños a sufrir estrés, ansiedad o depresión. Además, también hay un riesgo de sufrir estigma, que les causa vergüenza o culpabilidad. De hecho, más de un tercio (34,7%) de las familias encuestadas creen que sus hijos sufren problemas emocionales derivados de sus condiciones de vida y de vivienda. Un 23,2% creen que los niños tienen afectaciones físicas y un 21,6% creen que tienen problemas en la intimidad familiar.
Aparte, el informe también señala que casi el 80% de encuestados reporta algún problema ensu vivienda, ya sea por problemas de espacio o por falta de habitaciones. El tercer problema más frecuente son las goteras o humedades (25,6% de las familias) y el cuarto la ausencia de luz natural. Un 68% de las familias admiten que tienen dificultades para mantener la vivienda a una temperatura adecuada.
Todas estas situaciones, aparte de problemas en la salud mental, también tienen implicaciones en la salud física de los niños. Los resultados de las encuestas demuestran que el 71% de las familias que habían afirmado que sus hijos tenían asma, resfriados o alergias también habían reconocido que tenían problemas para mantener la vivienda a una temperatura adecuada eninvierno, el 61% declaraba tener problemas de goteras.
Los investigadores también alertan que en los casos donde se comparte vivienda con personas de fuera de la unidad familiar aumenta mucho el riesgo de que los niños sufran abusos sexuales y físicos, que al mismo tiempo también les provocan miedo, inquietud y angustia.
Da monomarental y extranjera
La Fundación apunta que el perfil mayoritario de familias en esta situación son monomarentals; concretamente representan el 65% de las 176 familias encuestadas. Alcalde ha apuntado a la correlación «altísima» entre las familias monomarentals y esta situación de riesgo. Si se trata, además, de mujeres extranjeras, el riesgo todavía se eleva más porque, tal como asegura, acostumbran a no tener ninguna red de apoyo. «Están solas, no tienen ninguna red. La combinación del empobrecimiento y la ausencia de una red familiar y de ayuda es una combinación explosiva», ha lamentado.
Según el informe, la mitad de las familias viven con unos ingresos mensuales de 700 euros o menos. El 9% no tienen ningún ingreso, y sólo el 10% tienen unos ingresos mensuales de más de 1.200 euros. La mayoría proceden de prestaciones, en primer lugar, y de un salario, en segundo. En el caso de las prestaciones, la mayoría las reciben a través del paro (36%) y de la Renta garantizada de Ciudadanía (31%).