Economía
La producción local de rosa de Sant Jordi cae un 60% en tres años y sólo resisten dos productores
La flor cultivada en el Maresme será más competitiva este año por el impacto de la pandemia en los mercados emisores
Este contexto desfavorable para la rosa de importación supone una oportunidad para los productores locales. Mientras que antes de la pandemia tenían que reducir mucho sus márgenes de beneficio para intentar competir con la rosa extranjera, este año prevén incluso subir el precio entre diez y quince céntimos por tallo.
Lo harán los dos únicos productores que resisten al Maresme, donde históricamente se ha concentrado el cultivo de la rosa roja de Sant Jordi. En el 2018 había cinco floricultores que se dedicaban, pero este 2021 sólo saldrán rosas de dos explotaciones, la de Bertan, en Teià, y también Flores Pones, en Santa Susanna.
De los otros, hay que han bajado definitivamente la persiana y otros que han suprimido el cultivo de rosa. De hecho, aunque Bertran es de los que todavía resiste, la superficie dedicada a la rosa también ha disminuido en los últimos años. «Tenía 2,5 hectáreas hace cuatro años y ahora tengo 1,2 hectáreas», explica.
Es difícil producir aquí y competir contra la flor que viene de fuera. Es prácticamente imposible. Nuestra idea es ir reduciendo el cultivo de rosa y sustituirla poco a poco por otras variedades. En el futuro seguramente, acabaremos sustituyendo toda la superficie dedicada a este cultivo», confesa Bertran.