Sociedad
La temporada de setas arranca con un mes de retraso y los expertos pronostican que no será de las mejores
El debate sobre la regulación de acceso al medio natural vuelve a tomar fuerza con las primeras aglomeraciones en el bosque
El experto Juan Martínez de Aragón pronostica que la campaña será «entre buena y regular» pero aclara que difícilmente se parecerá a la del 2018, cuando hubo una producción de 167 kilos por hectárea de setas y que se convirtió en la segunda campaña con más producción desde que se tienen registros. De hecho, la producción media de los últimos veinte años está estimada en 60 kg/ha.
Se reabre el debate sobre la regulación de acceso al medio natural
Con la llegada de la temporada de setas se vuelven a repetir las imágenes de bosques llenos y multitud de coches mal aparcados en los arcenes de las carreteras. De hecho, el desconfinamiento por la covid-19 agravó esta situación y, desde las comarcas donde acumulan más visitantes que van a cazar setas, como el Berguedà y el Ripollès, ya hicieron un grito de alerta para reclamar que se regulara el acceso al medio natural.
En Campelles (Ripollès) llevan años intentando regular la circulación de vehículos para evitar masificaciones a los bosques, especialmente en otoño. En el 2015 crearon un carné para acceder a algunas pistas forestales restringidas. Tiene una duración de un año y está vinculado a una matrícula de vehículo. No llevarlo y circular por estos espacios comporta sanciones de los Agentes Rurales y los Mossos d'Esquadra. Los vecinos lo tienen gratuito mientras que los propietarios de segunda residencia tienen que pagar 15 euros y el resto, 30 euros.
Su alcaldesa, a Judit Cornellà, hace una valoración positiva porque se ha reducido ligeramente el número de vehículos que accedían al bosque. Sin embargo, admite que hay que ir más allá. «No sabemos la fórmula pero hay que restringirlo más; todavía hay muchos vehículos que vienen sin tener el permiso y el bosque se tiene que poder preservar», añade. La cifra de permisos, en cambio, se mantiene año tras año alrededor del centenar de vehículos.
Diversidad de opiniones entre los buscadores de setas
Jesús León de Granollers es un cazador de setas habitual del Ripollès. Cada año viene con un grupo de amigos que también están jubilados entre semana. «Es una tradición y nos lo pasamos muy bien», explica. Desconocía que en el municipio hubiera un permiso para circular por pistas restringidas porque ellos vienen entre semana y no han vivido masificaciones. Entiende que la sobrefrecuentación puede ser un problema y que hay que ser respetuoso con el medio.
Ahora bien, él no vería bien que se implantara un carné buscador de setas para poder acceder al bosque. «Cuando pagas parece que eso te dé derecho a encontrar setas, pero no es nunca seguro de que puedas encontrar», dice. Y por lo tanto, cree que no sería una buena fórmula. Hay propiedades pero el bosque es para todo el mundo; podemos molestar un poco pero las setas en Cataluña son un privilegio y todo el mundo tiene que tener derecho a aprovechar el bosque», afirma.
Quien sí ve bien el carné de Campelles es Josep Maria Vila, un vecino de Ribes de Freser que lleva cincuenta años recorriendo la zona. Cree que el principal problema no es el aumento de visitantes, sino que no se comportan correctamente y «van con el coche todas partes y dejan suciedad». Y eso, lamenta, «hace daño a las setas y al bosque». Cree que se tendrían que acostumbrar a dejar el coche a pie de carretera y hacer el resto de camino paseando, ya que forma parte de la experiencia. «Es lo que tendría que hacer a todo el mundo, dejar el coche y subir la montaña a pie; como hago yo», afirma. Y explica que, para hacer eso, no hay que pedir ningún permiso de circulación de pistas forestales y el problema estaría resuelto.
«Necesitamos que la administración se ponga las pilas»
La Federación Catalana de Asociaciones de Propietarios Forestales (BOSCAT) hace años que reclama al Govern una regulación específica para ir a buscar setas, una normativa que ahora es más «urgente que nunca» por la masificación que sufren los bosques a causa de la pandemia. «Nos preocupa eso y los problemas que generan en los accesos a las masías, campos de cultivo o perros que ponen en peligro el ganado,» explica el presidente de la entidad, Justo Serra, que considera que establecer una licencia o pagar una tasa dotaría de «seguridad jurídica» a los propietarios y a los buscadores de setas y permitiría invertir este dinero en los bosques.
Según Serra, el principal problema es que falta «conciencia» entre la ciudadanía y ve imprescindible establecer un protocolo que tenga legalidad. Hace años la entidad incluso elaboró un decreto para regularizar la recogida de setas, pero quedó en un cajón. «La administración no hizo nada y ahora les volvemos a proponer porque de una vez por todas se pongan las pilas», exige Serra.
Esta misma semana se han reunido con la directora general de Ecosistemas Forestales y Gestión del Medio de la Generalitat, Anna Sanitjas, para tratar precisamente este tema. De momento, sin embargo, aseguran que habrá que esperar, como mínimo, hasta el año que viene. Serra avanza que desde el Govern los han transmitido que, antes, quieren regular otras problemáticas como la extracción masiva del lentisco o la recogida y la comercialización de la piña.
Más civismo y más implicación de la Generalitat
Desde la Asociación de Propietarios de Fincas Rústicas del Valle de Camprodon reclaman más regulación y que la Generalitat se moje. Su presidente, Josep Maria Pujol Galceran, recuerda que ya hace años que se habla de implantar un carné pero que «nunca ha visto voluntad real de querer arreglarlo de verdad», se queja. Y el problema sigue agravándose coincidiendo con la pandemia y las ganas de salir en la naturaleza.
Les preocupa que las redes sociales y las imágenes de setas den una «impresión llamamiento» y que los bosques se llenen de personas incívicas. «El 95% del bosque es propiedad privada y desde siempre se ha dejado ir a buscar setas y lo haremos así, no nos sabe ninguno mal, siempre y cuando se sea respetuoso,» observación. Y eso quiere decir no salir de las pistas con los coches aplastando prados y cultivos, para poner un ejemplo. «Hay que convivir de la mejor manera y eso pasa por el con respecto a la propiedad privada y a la gente que vive del territorio», afirma. La parte positiva, según dice, es que algunos ayuntamientos están tomando medidas para regular esta sobrefrecuentación y combatir el incivismo con la creación de aparcamientos y la prohibición de estacionamiento en zonas de paso de los vecinos.