Agroalimentario
Las sardinas de la costa catalana sus cada vez más pequeñas, más jóvenes y en peor estado de salud
Un estudio apunta que es una especie sobreexplotada y alerta de que la situación es alarmante
Uno de los principales motivos es que la sardina está sobreexplotada. El 20% de todo el pescado que desembarca en puertos catalanes es de esta especie. El elevado volumen de captura, sin embargo, no es el único factor de este empobrecimiento de la especie. El cambio climático ha jugado un papel clave en este conflicto.
La temperatura del mar ha aumentado en los últimos años y eso pone a prueba la capacidad de adaptación de este pescado. La situación de la sardina mediterránea es diferente a la que vive en la costa del Atlántico, que puede migrar a latitudes más altas y, por lo tanto, conseguir la temperatura deseada. Actualmente las sardinas mediterráneas ya viven en la zona más fría de este mar y no pueden desplazarse más al norte. Eso hace que si la temperatura sigue aumentando, la especie cada vez le costará más adaptarse al medio y el estado de salud seguirá empeorando.
De momento, las sardinas analizadas que se han capturado en los puertos gerundenses y tarraconenses apuntan que un 35,2% de los peces capturados tenían nematodos, un parásito marino. El número de parásito por cada ejemplar es bajo, porque por término medio tienen menos de dos por sardina infectada. Los investigadores, además, destacan que ninguno de ellos son del género de los anisakis, que podría ser perjudicial para los consumidores. La amplia mayoría de los parásitos detectados no afectan a la salud humana, pero sí que lo hacen en el estado de la especie.
El equipo científico del grupo de investigación en Biodiversidad y recursos marinos (GR Mar) y el Laboratorio Ictiología Genética (LIG), que ha elaborado el estudio en cuestión, ha detectado que el 47,5% de las sardinas analizadas contenía microplásticos. Los investigadores apuntan que no afectaría de forma significativa a su condición, pero sí que pone de manifiesto que cada vez hay más presencia de polímeros de polietileno, polipropileno, resina alquídica, acrílicos, poliéster, nylon y rayón en los peces que habitan en el mar Mediterráneo.
Durante la investigación, los investigadores de la UdG han analizado de forma continuada las sardinas frescas que se capturaban en la Costa Brava y en Tarragona para analizar las diferencias en la temperatura de sus aguas. El estudio también ha analizado sardinas de otros puntos del Mediterráneo y del Atlántico para comparar el estado de salud en diferentes puntos.
En el caso de las atlánticas, presentan un estado de salud mejor que los mediterráneos. Eso se puede detectar gracias al volumen de grasa que tienen las sardinas. En esta especie hay fuentes importantes de omega-3 y Omega-6 pero en el caso de los peces que habitan en la costa catalana tienen menos grasas que los atlánticos. Por eso se puede concluir que el estado de salud es más pobre.
Estas grasas son esenciales para la salud humana ya que nos protegen de enfermedades cardiovasculares, cánceres, enfermedades inflamatorias y desórdenes en el sistema inmunológico. Además, los grupos de investigación también determinan si los individuos estudiados sueño machos o hembras y en qué estado del ciclo reproductivo se encuentran. Pesan el hígado y calculan la cantidad de grasa que hay en torno a las vísceras y extraen una parte de músculo para hacer un estudio genético. A partir de aquí, identifican cuántas poblaciones de sardina hay en las localidades analizadas y si el estado de salud se puede asociar a variantes genéticas.