Investigación
Una investigación internacional sitúa la domesticación del caballo moderno hace 4.200 años en el norte del Cáucaso
La Universidad de Lérida ha participado en el mayor estudio genético sobre équidos efectuado hasta ahora
Los científicos han podido constatar que, entre el 2.200 y el 2.000 a.C., se produjo un cambio drástico en el cual el perfil genético de caballos existente en las estepas pónticas -al cual han llamado DOM2- empezó a extenderse más allá de su región de origen, reemplazando en unos pocos siglos en todas las poblaciones de caballos salvajes desde el Atlántico hasta Mongolia. El estudio lo atribuye al hecho de que este nuevo tipo de caballo procedente de las estepas del norte del Cáucaso tenía un comportamiento más dócil y una constitución esquelética más robusta, apta para la montura.
El investigador principal y responsable del proyecto ERC-Pegasus, Ludovic Orlando, asegura que «la explosión demográfica de estos équidos no tiene ningún equivalente en los últimos 100.000 años». «Fue entonces cuando tomamos el control de la reproducción del animal y los produjimos en masa», añade el autor principal del artículo. Así, los DOM2 sustituyeron todas las poblaciones locales de caballos entre los años 1.500-1.000 aC. «Los resultados ponen fin a un largo debate sobre el lugar y la cronología en la cual se documentan las primeras evidencias de domesticación de los caballos que originaron las poblaciones actuales», destaca.
La fortaleza de los Vilars d'Arbeca, donde se ha documentado la práctica singular de inhumaciones de feto de caballos única en toda la mediterránea protohistórica, «aporta la evidencia más antigua hasta el momento de la llegada de los caballos DOM2 a la península ibérica fechado del siglo VII a.C.», destaca a la investigadora del Grupo de Investigación Prehistórica (GIP) de la UdL, Ariadna Nieto Espinet. Este linaje se corresponde genéticamente con el de los caballos domésticos modernos (DOM2) que se extendió geográficamente, coincidiendo también con la aparición de la equitación y de los carros ligeros y con la difusión de las lenguas indoiraníes.
«Los yacimientos catalanes han aportado el 60% de la muestra genética de caballos peninsulares de este estudio», destaca Nieto Espinet. Todos los restos arqueozoológicos han estado previamente estudiados en el laboratorio de Arqueología de la UdL, antes del análisis genético en Francia. Actualmente, uno de los fetos de équido de la fortaleza de los Vilars analizados está expuesto en el Museo de Arqueología de Cataluña.