Salud
Administran por primera vez en Cataluña un tratamiento que permite que un menor recupere la movilidad perdida por un ictus
El joven llegó a Sant Joan de Déu con parálisis completa en la parte derecha de su cuerpo
Para evitar esta demora, los expertos aconsejan a las familias y médicos de primaria que deriven en el hospital los niños en cuanto presenten una parálisis o alteración repentina del movimiento, la visión o del habla.
Antes de administrar el tratamiento fibrinolítico, uno neuropediatra realiza una exploración neurológica del paciente para ver qué grado de afectación tiene y evaluar si en su caso está indicado, y después establece cuál es la dosis que se le tiene que dar. También se le hace una neuroimagen de urgencia para confirmar el diagnóstico de ictus.
Actualmente, los tratamientos que permiten tratar el ictus y evitar las secuelas son el tratamiento fibrinolítico intravenoso –lo que se ha administrado al joven de 16 años- y la trombólisis intraarterial (que consiste en la introducción de un catéter a la arteria para disolver el coágulo). Este último se puede utilizar cuando el paciente lleva más horas de evolución, un máximo de entre 12 y 24 horas.
Desgraciadamente, en la mayoría de los casos pediátricos, cuando se diagnostica la enfermedad ya se ha superado este margen de tiempo y los niños ya han sufrido daños. Por eso, el 80% de los niños presentan secuelas motores, del lenguaje o neurocognitivas. También en algún caso, epilepsia y problemas de conducta relacionados con el daño cerebral causado. Muchos de ellos pasan años haciendo rehabilitación para tratar de recuperar las capacidades perdidas. Y sin llegar a recuperarlas nunca, en muchos casos.
El viernes es el Día Mundial del Ictus, una patología que afecta cada año entre 2 y 13 casos por cada 100.000 menores de entre un mes de vida y 18 años. En el Hospital Sant Joan de Déu Barcelona, centro referente en la atención de esta enfermedad, atienden una quincena de casos anuales.