Medio Natural
El Mediterráneo ya se ha calentado más de un grado desde los años 70 hasta la actualidad
Los expertos alertan de que el nivel del mar subirá un metro de cara al 2100 y que el calentamiento del mar provocará más fenómenos extremos
El Servei Meteorològic de Catalunya (SMC) alerta de que la temperatura del agua del mar ha aumentado en torno a 1,4 grados desde los años 70 hasta la actualidad en Cataluña, en coincidencia con otros puntos del mar Mediterráneo y también del mundo. De hecho, en una entrevista con ACN, concreta que durante los últimos años las medias mensuales han ido registrando anomalías «prácticamente de forma ininterrumpida» en un contexto de calentamiento global. Según el responsable del Área de Climatología, Marc Prohom, antes de acabar el siglo la temperatura del agua del Mediterráneo podría aumentar entre tres y cuatro grados más y se prevé que el nivel del mar crezca en torno a un metro.
La temperatura del Mediterráneo aumenta progresivamente, aunque no lo hace a un ritmo igual de acelerado que la temperatura del aire a causa de la inercia. El meteorólogo y divulgador Josep Pascual mide la temperatura del mar en las islas Medes desde 1974. En una entrevista con ACN, Pascual explica que esta diferencia entre el incremento de temperatura del aire y del agua se debe al hecho de que hay corrientes marinas que ayudan al mar a «auto-regularse». Estas corrientes hacen que aguas más profundas pasen a la superficie y, de esta manera, la zona más caliente pasa al fondo del mar, donde la temperatura es inferior. Para Pascual, eso sirve de «filtro».
Sin embargo, los registros indican una clara tendencia al alza, a raíz de un calentamiento que «no es fruto de la variabilidad natural», remarca Marc Prohom. Así, por ejemplo, este mes de abril la temperatura marítima en Cataluña se encuentra entre medio y un grado por encima de lo que tocaría. Otro de los cambios que también preocupa a los expertos está que más allá del aumento de la temperatura en la superficie del mar, también sube la de las profundidades. Josep Pascual asegura que en los últimos 30 años, el agua que hay a 80 metros de profundidad es «medio grado más caliente».
El registro más alto de temperatura a 80 metros de profundidad que periódicamente mide Josep Pascual en las islas Medes (Baix Empordà) fue en octubre del 2018, cuando se llegó a los 17,9 grados. Cuando Pascual empezó a medir la temperatura en 1974, este mismo mes el agua estaba cuatro grados más fría, a 13,7 grados. Con respecto a registros a nivel de superficie, el pico se encuentra el mes de agosto del año pasado, cuando de media el agua estaba a 25,2 grados.
Este aumento de temperatura preocupa a los expertos del SMC, ya que se trata de una subida «muy grande» que no se había producido nunca en el pasado y, de hecho, aunque se detuvieran las emisiones, los mares y océanos seguirían calentándose las próximas décadas. «Es como un transatlántico, si le paráramos los motores seguiría caminando», concluye el responsable de climatología.
Impacto en ecosistemas
Todo ya está impactando directamente en los ecosistemas en forma de una mayor mortandad de especies, un aumento de la migración de peces a latitudes diferentes y una proliferación de especies exóticas. El aumento de temperatura va acompañado, además, de acidez, que perjudica aquellas especies que tienen esqueleto y concha, disminuyendo su capacidad de absorber calcio.
Josep Pascual remarca que el mar Mediterráneo sufre «tropicalización» de la biodiversidad. Eso quiere decir que algunas especies que habitaban hacia el sur se están trasladando a la zona norte «porque en su hábitat natural hace demasiado calor».
Fenómenos extremos propios del Caribe
Paralelamente, tal como ha explicado Prohom, el calentamiento provoca que haya más humedad en la atmósfera, más evaporación y, por lo tanto, más energía para que en «condiciones favorables las grandes tormentas se vuelvan más violentas». Según el responsable del SMC, en las próximas décadas los fenómenos extremos podrían aumentar considerablemente, con un cierto símil en aquellos que se pueden encontrar en el Caribe.
«De momento todos los modelos marcan que habrá más fenómenos extremos: sequías y precipitaciones intensas de cara a mitad de siglo», alerta. Una situación «inquietante» que el responsable de climatología recomienda abordar desde una vertiente proactiva. Prohom concluye que «más temprano que tarde» se producirán «fenómenos propios de latitudes más tropicales», aunque el Mediterráneo tiene una complejidad elevada al ser un mar cerrado, rodeado de montañas y con muchas islas.
Otro factor relevante será la subida del nivel del mar, que se prevé que sea de un metro aproximadamente de cara al 2100, afectando especialmente zonas «más expuestas», como por ejemplo los deltas.
De momento, en los últimos treinta años el nivel del agua ya ha subido «medio palmo» en el Estartit (Baix Empordà), el punto donde Josep Pascual tiene un mareógrafo que calcula el nivel del agua desde enero de 1990. El meteorólogo ha detallado que, de momento, esta subida de nivel hace que las playas retrocedan «medio metro por año», y desde 1990 en el Estartit hay entre 15 y 20 metros menos de playa.
Registros desde 1974
Josep Pascual empezó a registrar la temperatura del agua de las islas Medes a partir de 1974. Lo hace dos veces por semana, y si bien al principio lo anotaba en una libreta, ahora pasa todos los registros a una base de datos digitalizada, que le permite generar gráficas sobre la evolución de las temperaturas y del nivel del mar.
Aprovecha los días que tiene que hacer buen mar para coger su pequeña embarcación del puerto del Estartit y salir en dirección a las islas Medes. Hace mediciones en tres puntos diferentes que le permiten conseguir la temperatura en diferentes profundidades. El primero de ellos está antes de llegar a las Medes y sumerge la sonda hasta 30 metros de profundidad.
En un segundo punto, pone la sonda a 50 metros de profundidad, a la altura de las tres islas, y finalmente, cuando pasa las Medes, envía la sonda a 80 metros de profundidad. En este punto también utiliza el termómetro de mercurio, el que ha utilizado toda la vida. Eso le permite seguir la serie de datos que empezó en 1974.
Pascual anota a mano los registros del termómetro en una hoja y lo hace con tinta china, porque así «si viene una ola, no se borran los números». En esta misma página aprovecha para anotar otras cosas que ve, como pájaros o peces que pasean por la zona protegida por el parque natural. Cuando vuelve a puerto, coge la vieja bicicleta y vuelve a casa, donde vuelca los datos de la sonda en el ordenador y añade las anotadas manualmente.