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Sociedad

El profesor de la UdG admite que hizo proposiciones sexuales a dos alumnas pero niega el acoso

Critica que la universidad lo quiera convertir en «chivo expiatorio» de sus errores proponiendo «la expulsión fulminante»

La puerta de la Facultad de Letras de la UdGCedida

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El profesor de máster de la Universitat de Girona (UdG) acusado públicamente de acosar a dos alumnas admite que les hizo proposiciones sexuales, pero que en ningún caso hubo «insistencia» y que lo frenó cuando vio «que no era correspondido». El docente, Mostafà Shaimi, rechaza «firmemente» que se lo haya calificado como un «acosador sexual» y se ofrece a hacer mediación con las estudiantes para «restaurar el daño» y trabajar «a fondo» su «machismo y rol como docente». En un escrito, el profesor también lamenta «el juicio público al cual se lo ha sometido» y critica que la UdG lo quiera convertir en «chivo expiatorio» de sus «errores pasados», abriéndole un expediente disciplinario donde propone su «expulsión fulminante» como docente.

Los dos casos los denunciaron públicamente la semana pasada la Plataforma Feminista de la UdG y el colectivo Les Metzines. Pasaron a mediados de diciembre del 2020 con pocos días de diferencia. El docente, profesor asociado al Departamento de Pedagogía, impartía clases en el Máster en Enseñanza del Español y el Catalán como Segundas Lenguas, que cursaban las dos alumnas (ahora, ya exestudiantes).

En uno de los casos, la plataforma relataba que durante una reunión el profesor le propuso al estudiante si quería «acabar en la cama con él» como mínimo en tres ocasiones. Y que más tarde, cuando ella llegó a casa y lo explicó a sus compañeros de piso, le envió un correo electrónico desde la cuenta de la UdG preguntándole si le daba el teléfono para «molestarla».

Con respecto al segundo caso, relataba la plataforma, el profesor también envió un mail a la estudiante pidiéndole el teléfono (en esta ocasión, sin añadir nada más). Ella accedió y, a partir de aquí, le habría hecho proposiciones deshonestas vía whatsapp.

Ahora el docente, Mostafà Shaimi, ha enviado un escrito a movimientos sociales -hace tiempo que forma parte- y al entorno académico donde admite que hizo proposiciones sexuales a las dos estudiantes de máster, durante «conversaciones fuera del ámbito estrictamente académico que derivaron en flirteo». Una de ellas, durante una reunión en el bar Campus; y la otra, «exclusivamente en una conversación» de whatsapp.

Shaimi explica que, a diferencia de lo que se había dicho, él no era su tutor del trabajo final de máster (TFM). Y que «en ningún caso hubo insistencia» sino que «paró la proposición» tan pronto como vio que no era correspondida.

En el escrito el profesor dice que, durante todo este tiempo, no había recibido «ninguna señal ni mensaje de afectación» por parte de las estudiantes. Pero que a raíz de la denuncia pública que han hecho la Plataforma Feminista y el colectivo Les Metzines, se pone a su disposición para hablar y, si así lo quieren, «restaurar el daño que mi actuación les haya podido causar y trabajarme a fondo mi machismo y mi rol como docente».

«Lo rechazo firmemente»

Mostafà Shaimi comparte que «el machismo y la violencia patriarcal» son «estructurales» a la sociedad, y también presentes en el ámbito universitario. «Y que desgraciadamente, incluso aquellos que nos dedicamos a analizar la violencia estructural, estamos atravesados, y por lo tanto podemos ser responsables de estas situaciones», añade.

Ahora bien, el profesor rechaza «firmemente» que se lo califique como un «acosador sexual». «Banalizar estos conceptos es también una forma de devaluarlos y, por lo tanto, no es mi camino», subraya Shaimi, lamentando que se lo haya sometido a un juicio público «sin defensa» desde los medios y las redes sociales. «Pido rigor en cada caso, en cada hecho, porque sólo desde respuestas proporcionadas y compartidas nos podremos dar respuestas justas como las que necesitamos», subraya.

«No acepto ser el chivo expiatorio»

El docente también se muestra muy crítico con la actitud que ha mantenido la UdG y lo acusa de quererlo convertir en «el chivo expiatorio» de los otros casos que han salpicado la universidad los últimos años. «Una universidad que pretenda ser feminista tiene que poder dar respuesta adecuada a las denuncias formuladas en este sentido, y tiene que generar los mecanismos justos para que las personas denunciantes se sientan apoyadas; lamento que no haya sido así en este caso», dice Shaimi, en referencia al protocolo de que se dotó la UdG.

«Por eso no acepto ser la torna de nada, tampoco del equipo de gobierno de la Universitat de Girona», insiste el profesor. Y aquí, acusa directamente a la UdG de actuar con precipitación, porque «sin consultar, preguntar ni escuchar, responde precipitadamente con un expediente disciplinario proponiendo mi expulsión fulminante como docente, en una actuación injusta que sólo se puede leer como redención de sus errores pasados».

Mostafà Shaimi recuerda que hace años que combina la docencia y la investigación «siempre con la máxima responsabilidad y rigor» y buena parte de ella «en contra de todas las opresiones». «Es por eso que, desde el reconocimiento de mis errores, defenderé mi lugar tanto en la universidad como en la sociedad con toda la firmeza y convicción posibles desde mi compromiso con la justicia social», afirma el docente.

«No puedo acabar este comunicado sin reiterar que necesitamos una nueva cultura universitaria que aborde estos temas con profundidad y destapar las prácticas que participan en la violencia del patriarcado para hacer a una universidad justa e igualitaria», concluye el escrito.

«Con respecto a la confidencialidad»

La UdG ha emitido un comunicado de prensa donde recuerda que, a raíz de las publicaciones hechas por la Plataforma Feminista y el colectivo Les Metzines en las redes sociales, la universidad ha abierto un expediente para investigar y «determinar los hechos que se han denunciado». En el texto, la UdG exige «el respeto a la confidencialidad de la tramitación administrativa» y subraya que, precisamente, eso es así porque el proceso «tiene que tener lugar con garantías para todas las personas implicadas».

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