Entrevista
Quim Torra: «Sant Jordi tiene que ser el héroe que nos anime a hacer frente a los monstruos»
El presidente Quim Torra y el fotógrafo Òscar Rodbag han presentado en Montblanc el libro ‘Sant Jordi’ (Ed. Cossetània)
President, ¿cómo planteasteis un libro como este?
Q.T.: «Partía de la idea de que la leyenda de Sant Jordi es conocidísima, y en Cataluña todavía lo es más. Lo que quizás no se conoce tanto son los orígenes del santo y la vinculación tan especial que Sant Jordi ha tenido con Cataluña durante toda la historia. Al final, el texto ha sido una combinación del mito, la leyenda y la historia, y todo bien acompañado con las fotografías de Óscar. Es un libro que quiere explicar de manera diferente aquello que todos conocemos».
La idea de fondo, sin embargo, es reivindicar al héroe olvidado.
Q.T.: «Sí. Sant Jordi está presente en las batallas de los reyes, en la conquista de Valencia, en la conquista de Mallorca o con los almogávares, que entran en la guerra con el grito de Sant Jordi, firam, firam! El 11 de septiembre de 1714, los diputados catalanes toman posesión con la bandera de la Creu de Sant Jordi... Es decir, tanto el santo como la bandera son grandes símbolos nacionales. Pero tenía la sensación que, así como en el Renacimiento se vuelve a reivindicar al héroe, en la actualidad lo habíamos perdido un poco, mercantilizando su figura, asociándola a la rosa y a la princesa. Por eso he querido reivindicar al héroe, al guerrero y al patrón».
¿Qué lugar tendría que ocupar, Sant Jordi, en la sociedad catalana?
Q.T.: «Como dice Maragall, cuando un pueblo escoge a un héroe como patrón, es porque quiere revivir sus heroicidades. Por lo tanto, Sant Jordi tiene que ser la figura que nos anime a salir adelante y a hacer frente a los monstruos que nos vamos encontrando».
El libro acaba con un final inesperado: un recorrido personal y emocional por el Palau de la Generalitat.
Q.T.: «Este capítulo me lo pidieron desde el editorial, y me pareció muy oportuno. Tuve la suerte de pasar dos años y medio de mi vida trabajando en un lugar, el Palau de la Generalitat, que casi es un santuario georgiano, y justamente este capítulo contribuye a explicar el vínculo entre Sant Jordi y el país. Los reyes catalanes tenían una auténtica obsesión por encontrar reliquias del santo, y de hecho en el Palau se guardan unas cuantas, además de esculturas, pinturas, etc. El Palau de la Generalitat es una apoteosis de Sant Jordi, y por eso me pareció oportuno explicar 24 horas de un presidente rodeado de todo eso».
Óscar, ¿cómo ha sido la producción de un trabajo tan ambicioso como es fotografiar la leyenda?
O.R.: «Estuvimos trabajando en la preproducción de las fotografías cerca de dos meses, consiguiendo todo el necesario y la complicidad de todo el mundo que ha participado. Después, trabajamos en las imágenes durante prácticamente diez días».
¿Sólo diez días? Me parece muy poco tiempo.
O.R.: «No, de hecho es mucho. Aprovechamos la Semana Medieval y nos organizamos con unas escaletas casi milimétricas. La gente quizás estaba en un acto de la Semana y al cabo de diez minutos tenía que estar en otro lugar para hacer la foto... Piensa que se movilizaron entre 500 y 600 personas».
Las fotografías tienen un tono oscuro, un poco legendario, incluso. ¿Es lo que buscabas?
O.R.: «No buscaba el hiperrealismo, sino alguna cosa más sucia y oscura. También creé un diálogo de tonos. Con el planteamiento de la historia, los tonos son cálidos, anaranjados, porque mostramos un pueblo próspero. En el nudo de la leyenda, hay tonos fríos y mucho más oscuros, y en el desenlace volvemos a la alegría, pero ahora con tonalidades más ocres».
No sabía si acabaría viendo al dragón, pero sí, finalmente aparece. ¿Cómo lo hicisteis?
O.R.: «Fue muy complicado. Quería que pareciera real, así que hice mucha búsqueda hasta que encontré al animal que tiene la coraza natural más parecido a la de un dragón. Es un reptil sudafricano y, casualmente, ¡encontré a un señor que tenía uno! Nos cobró 80 euros por hacer una sesión de fotos con el animal. Con este material, unas alas de murciélago que fotografié en el Museo de Ciencias de Barcelona, y unos cuernos de cérvido, un artista digital compuso el dragón. Eso sí, el reptil original tenía unos ojos muy bonitos y una boca sin dientes, pobrecito, así que para el dragón hicimos las dos cosas mucho más agresivas».