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Se enfrenta a 14 años de prisión por violar una familiar menor de edad en Olot

El procesado niega los hechos y la víctima relata que la atacó de madrugada aprovechando que su abuela y primos dormían

D'esquenes, l'acusat de violar una familiar menor d'edat a Olot.

De espaldas, el acusado de violar una familiar menor de edad en Olot.ACN

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La Audiencia de Girona ha juzgado este miércoles al acusado que se enfrenta a 14 años de prisión para violar una familiar el año 2018 en Olot.

El juicio ha empezado con la declaración de la víctima, que entonces tenía 14 años. Ha explicado que durante las vacaciones de Semana Santa se quedó en casa de su abuelastra y que allí coincidió con el acusado, sobrino de la mujer. 

Según ha relatado, el procesado la atacó de madrugada aprovechando que el resto de familiares dormían y la agredió inmovilizándola por los brazos y tapándole la cara contra el sofá para evitar que gritara. El procesado, que entonces tenía 24 años, lo niega y sostiene que fue la menor quien se le insinuó y sospecha que lo denunció porque él la rechazó.

El caso ha llegado a juicio este miércoles en la sección tercera de la Audiencia de Girona, seis años después de los hechos. El tribunal había señalado la vista el noviembre pasado, pero se tuvo que suspender por la incomparecencia de un testigo que tanto la fiscalía como la defensa consideraban imprescindible.

El juicio ha empezado con la declaración de la víctima, que se ha hecho sin confrontación visual con el acusado. Según ha relatado, pasó las vacaciones de Semana Santa del 2018, cuando ella tenía 14 años, en casa de su abuelastra en Olot, junto con otros familiares entre los cuales había el procesado. La víctima ha concretado que no lo conocía demasiado porque hacía poco tiempo que había llegado al país y estaba en casa de la mujer, que era su tía.

La chica, que actualmente tiene 20 años, ha explicado que aquella noche en el piso estaba su abuelastra, que dormía en una habitación; tres primos, que compartían otro dormitorio; el procesado que dormía en el comedor y ella, que estaba sola en otra cámara. Ya de madrugada, ha expuesto que se levantó para ir a buscar un vaso de agua. Entonces, vio que en el comedor había la televisión puesta en marcha y el acusado la llamó para que fuera.

El hombre le dijo que se sentara con él en uno de los sofás: «No lo hice, me senté en el otro sofá pero él se levantó y vino a mi lado.» La víctima ha explicado que enseguida empezó con «las insinuaciones», preguntándole si nunca había sido con alguien mayor que ella.

Le respondió con evasivas y le dijo «claramente que no». Sin embargo, según ha dicho, el acusado la acabó inmovilizando sujetándola con fuerza por los brazos y la tumbó contra el sofá, haciendo que la cara le quedara tapada para evitar que gritara. Fue entonces cuando le bajó los pantalones y la violó.

«Me quedé en shock y, no sé como pude huir e ir hacia mi habitación», ha explicado. También ha dicho que el acusado la siguió y la intentó tranquilizar, diciéndole que eran cosas «normales» e instándola a no explicarlo a nadie. La menor no alertó su abuelastra y ha afirmado que no entiende cómo puede ser que nadie se despertara. Según ha declarado, al día siguiente lo confesó a una amiga pero no dijo nada más hasta tiempo después, mientras hacía terapia con una psicóloga.

A partir de aquí, le dijeron a su madre. La mujer ha afirmado que, desde que volvieron de los días de Semana Santa, veía a la hija «extraña» porque lloraba todo el día, no quería salir de la habitación y ya no actuaba con la misma alegría de siempre. Cuando supo el motivo, sin embargo, decidió no interponer todavía la denuncia porque el acusado se había marchado del país y quería esperar que volviera. La denuncia la pusieron en agosto del 2019.

El acusado lo niega

El acusado ha declarado al final del juicio, atendiendo a la petición de la defensa encabezada por el letrado Pere López de Coca. El hombre ha negado los hechos y ha afirmado que fue la menor quien se le insinuó en varias ocasiones. Según su versión, desde que llegó al país, la niña le hacía «bromas» que lo hacían sentir «incómodo», como estirarle la toalla cuando veía que él se iba a duchar o entrar en el lavabo: «Eso lo había visto mi tía que la riñó».

El procesado relata que aquella noche de Semana Santa estuvieron muy juntos viendo una película hasta hacia las dos de la madrugada, momento en que se despidieron y cada uno se fue a dormir en su habitación. Él cerró la puerta de la sala de estar y siguió viendo la televisión «tumbado» en uno de los sofás.

Según su relato, la menor entró cuando todo el mundo dormía y se le sentó en el regazo: «No en la zona las rodillas, un poco más arriba». Después, dice, le apoyó la cabeza en el pecho.

«Le dije que si eso es lo que ella solía hacer y la empujé. Me insultó llamándome tonto y se marchó», ha añadido. Al día siguiente por la mañana asegura que lo explicó a su tía porque no quería «problemas» y quedaron en que ella lo explicaría a la madre y al padrastro de la menor.

La mujer ha declarado al juicio que veía cómo la menor se le «insinuaba» al acusado y que ya habían tenido disputas familiares antes por la actitud que ella tenía hacia los hombres. La mujer ha afirmado que dormía con la puerta abierta a la habitación del lado y que no sintió «nada»: «Si hubiera pasado alguna cosa me habría llamado, digo».

Los peritos del equipo de asesoramiento técnico penal que hizo la exploración a la víctima cuando era menor de edad han afirmado que no apreciaron indicios de fabulación o quisieron perjudicar al procesado y sostienen que el relato corresponde a hechos vividos. Además, también han recogido al dictamen pericial que la chica estuvo diagnosticada de estrés posttraumático y que ha estado recibiendo tratamiento psiquiátrico y psicológico.

La fiscalía acusa al procesado de un delito de agresión sexual con penetración a menor y pide 14 años de prisión. También quiere que no se pueda acercar a menos de 500 metros ni comunicarse con la víctima durante 9 años y que, en caso de condena, lo expulsen del país con la prohibición de volver durante 10 años. En concepto de responsabilidad, solicita una indemnización de 7.000 euros para la víctima por los daños morales. La acusación particular se ha adherido.

La defensa, por el contrario, pide la absolución. El juicio, que se ha hecho en la sección tercera de la Audiencia de Girona, ha quedado visto para sentencia.

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