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Una mujer con discapacidad intelectual declara que un hombre la violó dos veces y el acusado lo niega

Un pañuelo con ADN del acusado y de la denunciante fue encontrado en el lugar donde se ubica una de las violaciones

Un moment del judici d'aquest dijous a l'Audiència de Lleida.

Un momento del juicio de este jueves en la Audiencia de Lleida.ACN

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La Audiencia de Lleida ha juzgado a un hombre acusado de violar dos veces a una mujer con discapacidad intelectual en agosto del 2021 en Lleida. La mujer ha ubicado una de las agresiones cerca del camino de Rufea y el río Segre, donde el acusado «me bajó los pantalones, me penetró y después de eyacular se limpió con un pañuelo», ha declarado.

Los Mossos acudieron a la zona y pudieron recoger el pañuelo. El laboratorio forense detectó el ADN del acusado y de la denunciante. En cambio, el hombre ha dicho que se «restregó» con ella en el Centro Histórico, pero ha negado penetrarla. Después, «buscaba un lugar dónde limpiarme y bajé hasta el río. Ella me había seguido y le pagué dinero pensando que era prostituta», ha dicho. Le piden 12 años de prisión.

El juicio ha arrancado con la declaración de la mujer, que tiene una discapacidad intelectual del 65%. La denunciante ha explicado que el acusado la violó dos veces, una de las cuales el 15 de agosto y la otra el 28 de agosto de 2021. Concretamente, ha precisado que una de las agresiones sexuales tuvo lugar en un descampado que tiene una pequeña zona boscosa al lado del camino de Rufea, cerca del río Segre y del instituto Joan Oró de la capital del Segrià.

En aquella ocasión, «me lo encontré por la calle y me forzó a ir hasta allí. Me quería dar besos, pero yo no quería. Entonces me bajó los pantalones y me penetró. Después de eyacular se limpió con un pañuelo», ha asegurado.

Después de los hechos, la mujer volvió al piso donde vivía y explicó qué le había pasado a una de las monitoras de la fundación que la atendía en aquella época. Entonces, una tutora la acompañó para que fuera examinada en el hospital Arnau de Vilanova de Lleida y para denunciar los hechos a los Mossos. Justo al día siguiente de presentar la denuncia, la mujer guio los agentes por el mismo recorrido que hizo con el agresor.

En el lugar de los hechos, la policía encontró todos los elementos que ella les había descrito en la denuncia, incluso el pañuelo. La policía científica se hizo cargo de recoger las pruebas y las envió al laboratorio forense. El análisis constató que el pañuelo contenía ADN del acusado y de la denunciante.

«Gracias al ADN se identificó el supuesto agresor. Entonces, hicimos una rueda de reconocimiento y ella reconoció al acusado entre ocho sospechosos diferentes», ha explicado el mosso que se hizo cargo del caso. El mismo agente ha señalado también que una de las agresiones sexuales se habría cometido con la implicación de un segundo hombre, que habría sujetado a la víctima por las muñecas. Este sospechoso no se consiguió identificar.

La mujer ha declarado que el hombre la violó una segunda vez. Con respecto a eso, los psicólogos del Equipo de Atención a la Víctima (EATAV) han explicado que ella tiene una discapacidad intelectual del 65% y una personalidad que la hace «influenciable, manipulable y que no sabe aprender de los errores».

Esta descripción la ha compartido también la tutora de la fundación que la acompañó a poner la denuncia. «Después de los hechos perdió autonomía y tenía un estado de ánimo más depresivo», ha añadido.

El acusado niega penetrarla

Por su parte, el acusado, que ha pedido declarar el último, ha dicho que «la única» vez que ha coincidido con la mujer estuvo en una zona del Centro Histórico que suele frecuentar para contratar los servicios de prostitutas. Ha asegurado que fue ella quien se le acercó y le dijo vaya a un piso de la zona, donde se le insinuó enseñándole sus partes íntimas.

«Entonces nos empezamos a restregar el uno con el otro y llegué a eyacular, pero no la penetré», ha declarado. «Después buscaba un lugar donde limpiarme y ella me siguió. Fui hasta la zona del río porque también suele haber gente que me lleva al lugar donde vivo. Allí me limpié, pero ella seguía allí. Le pagué unos veinte euros pensando que era una prostituta», ha dicho.

Una cámara de seguridad grabó al acusado con la víctima en una calle de la ciudad en la fecha que se denunció la segunda agresión sexual. Con respecto a eso, el hombre ha negado ninguna relación más con ella y ha añadido que «en caso de haberla visto no me acuerdo».

12 años de prisión

La Fiscalía acusa al hombre de dos delitos de abuso sexual y pide una condena de seis años de prisión por cada uno (12 años en total). Lo acusa de abuso y no de agresión porque los hechos tuvieron lugar antes de la reforma del Código Penal. También le pide 16 años de libertad vigilada y que indemnice a la víctima con 10.000 euros por los daños morales ocasionados.

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