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Puigdemont inicia el retorno a Cataluña después de unos siete años de exilio desafiando los intentos de Llarena de extraditarlo

El expresidente pondrá fin a una larga etapa en Bélgica en que ha continuado como referente del independentismo

Imatge d'arxiu de Carles Puigdemont a l'acte a Els Banys i Palaldà pels quatre anys de Junts

Imagen de archivo de Carles Puigdemont al acto en Els Banys y Palaldà por los cuatro años de JuntsCedida

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El expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont ha confirmado este miércoles que emprende el viaje de vuelta en Cataluña después de casi siete años de exilio. En octubre de 2017, después del referéndum del 1-O y de declarar la independencia al Parlament, a él y a varios consellers de su Govern viajaron a Bélgica para intentar evitar ser detenidos por las autoridades españolas.

Este agosto, seis años y prácticamente diez meses después, se prevé que pise el Principado de nuevo coincidiendo con el debate de investidura del próximo presidente de la Generalitat. Él aspiraba a ser el candidato, pero un acuerdo del PSC con ERC, por un lado, y los Comuns, de la otra, harán que el aspirante a presidente sea Salvador Illa.

Horas de ahora, se mantiene la incógnita sobre qué ruta seguirá Puigdemont para llegar al Parlament. Los Mossos d'Esquadra, con una orden de detención vigente, han diseñado un plan para impedirle entrar en la cámara. Junts ha advertido que si Puigdemont es detenido, exigirá la suspensión del pleno de investidura.

En las puertas del Parlament, hay convocadas concentraciones de partidarios del 130.º presidente -con Junts, la ANC, Òmnium, l'AMI o la CUP y ERC entre los que prevén asistir, y, también de sus opositores, como la extrema derecha de Vox.

La de este 2024 no ha sido la primera vez que Puigdemont ha dicho que volvería. De hecho, a las elecciones del mismo 2017 –convocadas por el gobierno español después de la aplicación del artículo 155 de la Constitución– se presentó con el eslogan 'para que devuelva al presidente, se tiene que votar el presidente'. Puigdemont también fue el cabeza de lista de los comicios de 2021, en qué hizo tándem con el ahora presidenta de Junts, Laura Borràs, y este año ha vuelto a encabezar la candidatura de su espacio político.

Finalmente la promesa del expresidente se ha cumplido y, a falta de desvelar las incógnitas de cómo lo hará, se prevé que el jueves haya cruzado los Pirineos. Estos casi siete años fuera del estado español han supuesto un periplo para Puigdemont, que ha tenido que enfrentarse a varios sistemas judiciales, ha pasado brevemente por la prisión y ha cumplido prácticamente una legislatura entera como eurodiputado. Todo mientras mantenía a la familia en Gerona y ha perdido a la madre y el padre, que han muerto durante el suyo el exilio.

La llegada de Puigdemont en Bélgica levantó un gran interés mediático por todo el mundo. Que el presidente de Cataluña, que acababa de declararse independiente –aunque después aquel acto no tuviera ningún tipo de efecto–, se trasladara a la capital europea provocó que un gran número de medios hiciera un seguimiento casi minuto a minuto de los movimientos de Puigdemont en Bruselas.

El ejemplo más evidente seguramente sea la primera rueda de prensa al llegar, al Club de prensa de Bruselas, apretada de periodistas. El interés por Puigdemont en el exilio no ha desaparecido, pero sí que el foco de los medios internacionales ha ido disminuyendo.

Choque judicial desde Europa

En un primer momento, la jueza de la Audiencia Nacional Carmen Lamela intentó extraditarlo con una orden europea de detención a él y a los consellers que, como Puigdemont, se habían trasladado a Bélgica. El 5 de noviembre del 2017, Puigdemont y el resto de exiliados se entregaron a la policía belga y declararon ante el juez, que a la medianoche los dejó en libertad provisional con medidas cautelares: no podían salir de Bélgica sin permiso y tenían que fijar una residencia en el país.

Un mes después, el juez del Tribunal Supremo Pablo Llarena decidió retirar estas euroórdenes por miedo que la justicia belga las tumbara. Pocos días después, unas 45.000 personas se manifestaron en la capital europea bajo el lema ‘Despierta, Europa’, pero la Comisión Europea siempre mantuvo una posición distante con el líder catalán.

Bélgica, después de la retirada de las euroórdenes, levantó a Puigdemont la prohibición de salir del país. Aprovechando un viaje del expresidente a Finlandia en el 2018, y confiando en que países con una legislación diferente fueran más favorables a la extradición, Llarena emitió nuevas euroórdenes.

Puigdemont optó por volver a Bélgica en coche pasando por Dinamarca y Alemania, donde fue detenido en el estado septentrional de Schleswig-Holstein. Está a raíz de este arresto que pasó unos días en la prisión de Neumünster hasta que un tribunal rechazó definitivamente que cometiera rebelión y lo dejó en libertad.

La tercera euroorden contra Puigdemont quedó paralizada cuando al principio del 2020 consiguió ocupar su escaño como eurodiputado superando las reticencias iniciales del Parlamento Europeo a su victoria en las elecciones europeas del 2019. Para retirar la inmunidad europarlamentaria que impedía en Bélgica ejecutar la tercera euroorden, Llarena envió un suplicatorio a la Eurocámara.

Entonces la situación cambió y se abrió un nuevo frente para luchar contra la extradición: el de la inmunidad parlamentaria. El pleno le retiró la inmunidad a petición de la justicia española, pero más tarde la recuperó como parte de las medidas cautelares dictadas por el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) hasta emitir sentencia. Entonces, el Tribunal General de la UE (TGUE) le volvió a sacar julio del 2023.

Pero en aquel momento el TJUE ya había acotado el margen de maniobra en otra sentencia en respuesta a Llarena por el caso del exconseller Lluís Puig. En concreto, dijo que para rechazar una euroorden hay que demostrar que hay «razones serias y fundadas» de vulneración de los derechos humanos de un individuo y «deficiencias» que «afectan a la tutela judicial de un grupo objetivamente identificable de personas a las cuales pertenece el interesado». En este contexto, y también a raíz de la derogación del delito de sedición, Llarena ya no llegó a emitir nuevas odres de detención, y se limitó a las nacionales.

Ya como eurodiputado, Puigdemont fue detenido brevemente por parte de las autoridades italianas en Cerdeña durante un viaje al Alguer, pero lo pusieron en libertad en menos de 24 horas.

Todo demuestra hasta qué punto el exilio de Puigdemont es indisociable del nombre de Pablo Llarena. Desde que se trasladó a Bélgica, el magistrado ha mantenido un pulso con los políticos en el extranjero y con varios sistemas judiciales buscando hacerlos volver. La justicia belga, la alemana y la italiana han desestimado todas las peticiones lanzadas por el juez del Supremo sobre el expresidente catalán y eso le ha permitido moverse libremente por la Unión Europea –excepto España– y visitar, incluso, la Cataluña del Norte.

En este tiempo también ha visitado Suiza, que no forma parte de la UE, en varias ocasiones. En marzo de 2018, por ejemplo, participó en una conferencia sobre Cataluña, y en diciembre de aquel mismo año volvió para denunciar ante el Comité de Derechos Humanos de la ONU, en Ginebra, la «vulneración» del derecho político de los líderes independentistas encarcelados. Les autoridades helvéticas no pusieron ningún impedimento a la visita de Puigdemont.

Puigdemont ahora vuelve a la Cataluña del Sur con una ley de amnistía aprobada pero con una causa todavía abierta por malversación, ya que la magistratura no considera que este presunto delito quede cubierto por la amnistía.

De hecho, el juez de la Audiencia Nacional Manuel García Castellón ha ido cambiando la acusación sobre el expresidente ad hoc con el fin de esquivar la amnistía que se estaba tramitando al Congreso de los Diputados y ha llegado a acusar a Puigdemont de terrorismo. El Tribunal Supremo, sin embargo, decidió cerrar la causa por esta acusación y ahora mantiene sólo la de supuesta malversación por el referéndum del 1 de octubre de 2017.

La llama independentista

La estrategia de Puigdemont no ha pasado sólo por su defensa judicial, sino también para mantener la defensa de la independencia de Cataluña. Desde Bélgica se presentó a las elecciones de diciembre de 2017, las también llamadas elecciones del 155, y con el argumento de preservar la llama del proceso independentista impulsó en el 2018 el Consell per la República –ahora Consell de la República– con el objetivo de convertirlo en una plataforma transversal del soberanismo catalán. Formaciones como ERC y la CUP lo han considerado un espacio demasiado próximo a Puigdemont y Junts y se han ido desmarcando.

En paralelo a la creación del Consell per la República, Puigdemont se presentó a las elecciones europeas del año 2019 y tanto él como los exconsellers Toni Comín y Clara Ponsatí se aseguraron un escaño en la Eurocámara. Desde Bruselas y Estrasburgo, ha participado en las comisiones de Comercio Internacional y en las delegaciones de relaciones con el Parlamento Panafricano y de estabilización y asociación de Montenegro con la UE.

Al pleno de la Eurocámara, coincidió con el presidente español, Pedro Sánchez, durante un debate sobre la presidencia de turno de la UE que ostentó el Estado. Aunque no hubo encuentro formal, Puigdemont apeló directamente a Sánchez, y lo instó a cumplir sus promesas. «Del incumplimiento nace la desconfianza, que puede poner en riesgo incluso un proyecto tan sólido como la Unión Europea», le dijo.

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