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Muere a los 117 años Maria Branyas, la persona más vieja del mundo

Desde hace más de dos décadas residía en la residencia Santa Maria del Tura de Olot

La persona més vella de Catalunya, Maria Branyas, en una entrevista a l'ACN a Olot.

La persona más vieja de Cataluña, Maria Branyas, en una entrevista en ACN en Olot.ACN

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La persona más vieja del mundo, Maria Branyas, ha muerto este lunes a los 117 años de edad en Olot. Branyas residía desde hace más de dos décadas en la residencia Santa Maria del Tura de Olot.

La catalana se convirtió el mes de julio en la octava persona más longeva que ha vivido nunca, según las comprobaciones hechas por la asociación Gerontology Research Group (GRG). Con su muerte, desde ahora la persona viva de más edad es ahora la japonesa Taiko Itooka, de 116 años, seguida de la monja brasileña Inah Canabarro Lucas.

Branyas nació el año 1907 en San Francisco en el seno de una familia catalana. Su padre era un periodista de Pamplona y su madre barcelonesa. Llegó a Cataluña de bien pequeña y sus recuerdos se remontaban a la primera Guerra Mundial y a la guerra civil española, según explicó en 2019 en una entrevista en Catalan News.

De hecho, el retorno a Cataluña de la familia, cuando ella tenía 7 años, se produjo en 1914 en barco, en pleno estallido de la primera gran guerra del siglo XX.

En mayo del 2020, se convirtió en la persona más vieja del mundo al sobrevivir a la covid-19 a la edad de 113 años y, casi tres años después, se convirtió en la decana del planeta. Hace sólo un mes, la asociación GRG que alimenta la lista de los récords Guinness en longevidad verificando fechas de nacimiento y de muerte, certificó que se había convertido en la octava persona más longeva que ha vivido nunca.

Branyas contaba con una cuenta en la red social X, con el nombre de Súper Àvia Catalana. En un tuit este lunes, ya adelantaban que se acercaba «la hora» y este martes han confirmado su deceso.

Al tuit, han compartido una reflexión que Branyas hizo hace unos días: «Un día me iré de aquí. No volveré a probar café, ni a comer yogur, ni acariciar a la Fada..., dejaré también mis recuerdos, mis reflexiones y dejaré de existir en este cuerpo. Un día que desconozco, pero que está muy cerca, este largo viaje habrá acabado. La muerte me encontrará gastada de haber vivido tanto, pero quiero que me encuentre sonriente, libre y satisfecha».

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