Sociedad
Menos del 3% de los castillos tienen accidentes a pesar del aumento de lesiones potencialmente graves después de la pandemia
La canalla sufre el 16% de los siniestros, sin casos graves como el reciente accidente de Sant Fèlix al menos desde el 2006
Sólo un 2,8% de castillos sufrieron caídas en el 2023, el índice más bajo de los últimos años según el informe anual de siniestralidad de la Coordinadora de Colles Castelleres de Cataluña (CCCC). No obstante, los accidentes con lesiones potencialmente graves -como el sufrido por el levantador de la Colla Vella de los Xiquets de Valls la diada de Sant Fèlix- han ido tímidamente al alza desde el 2012 y después de la pandemia han escalado hasta un 19% de los siniestros, porcentaje «totalmente inaceptable» según la misma coordinadora.
Los últimos informes constatan que sólo el 16% de los accidentes afectan a la canalla, y que desde la implantación del casco en el 2006 los incidentes de gravedad han sido excepcionales, con ningún menor con secuelas a largo plazo.
Sin considerar los pilares de 4, el porcentaje de caídas de la temporada pasada respecto del conjunto de castillos cargados y de intentos fue muy bajo: tan sólo el 2,8% sufrieron. Eso es el índice más positivo de los últimos años, según el informe 2023 de siniestralidad de la Coordinadora de Colles Castellers de Cataluña (CCCC).
En cifras absolutas, la temporada pasada 414 castillos hicieron leña, sólo uno más que en el 2019 con un número un poco superior de construcciones plantadas, que se enfila por encima de las 10.000. Este es, pues, el mejor registro desde el 2012, el primero con datos publicados.
«Una de las primeras medidas de prevención y seguridad en el mundo casteller son la prevención y el ensayo. Este descenso, es resultado sobre todo del ensayo: cada vez ensayamos más y mejor y el ensayo con calidad hace que las estructuras sean más fiables y, por lo tanto, que nos caigamos menos», argumenta en declaraciones a la ACN Sílvia Simó, asesora del Área Médica y Científica de la entidad.
Sin embargo, los datos de siniestros con 'Lesions Potencialmente Graves' (LPG) o que tienen un riesgo importante de dejar secuelas severas por su diagnóstico inicial han seguido una tendencia al alza. Coincidiendo con el auge de la actividad castellera, la segunda década de este siglo, el llamado índice de LPG fue ascendiendo entre el 2013 y el 2019, desde menos de un 5% (de todos los accidentes) hasta cerca del 8% (7,75%).
Una de las explicaciones que da la CCCC es que, a más nivel de las colles y dificultad de los castillos que se ensayan y se llevan a plaza, más siniestros hay y potencialmente también más graves. Les datos confirman que les calles de 8, de 9 y de 10 son las que suman más accidentes y también uno mayor % de potencialmente graves a lo largo de los años.
Pero el 2022 y 2023 la cifra de accidentes con lesiones potencialmente graves se disparó por encima de la tendencia de los últimos años, con un 19% de todos los siniestros el segundo año. Un nivel «totalmente aberrante e inaceptable» que según la CCCC hay que explicar bien.
La asesora del Área Médica y Científica de la entidad lo atribuye en parte a «la progresión muy rápida» del retorno a la actividad post-pandemia «con muchos castillos de 10 y gama extra». También argumenta que desde el 2021 se trabaja con una «codificación diferente y mejor» de los datos que recogen de las colles y eso «hace difícil» compararlas con los años anteriores.
«Si se confirmara que las LPG van en aumento evidentemente se buscarán medidas cómo se ha hecho en todos los ámbitos de seguridad pero de momento no tenemos confirmado que sea así, afirman desde la entidad, insistiendo en que «están trabajando y poniendo más esfuerzos» para que los datos con las que trabajan «sean cada vez más fiables». En este sentido, se acuerda de que el índice de LPG se basa en diagnósticos iniciales, y que «en la inmensa mayoría de casos no acaban siendo lesiones graves o, en todo caso, sin secuelas».
La caída en Sant Fèlix, un caso «excepcional»
El accidente del levantador de la Colla Vella de los Xiquets de Valls durante la festividad de Sant Fèlix, el fin de semana pasado, es el primero y lo único de esta gravedad que se ha producido esta temporada, según consta a la Coordinadora, y tampoco se ha registrado por ahora ningún otro accidente con lesiones que puedan tener secuelas. «Que tengamos unos buenos datos de caídas este año es una noticia fantástica y esperamos que siga así», desea a Simó.
Además, desde la entidad remarcan que casos como el de la semana pasada son «absolutamente excepcionales» ya que no tienen constancia de precedentes de esta gravedad en canalla desde el año 2006, cuando se implementó el uso obligatorio del caso.
Desde entonces, añade, no ha habido ninguna fractura de cráneo que requiriera intervención quirúrgica, y tan sólo algunos traumatismos craneoencefálicos (como el de la castellera de Valls) de más o menos gravedad. No se tiene constancia tampoco de ningún menor con secuelas a largo plazo. «En todo caso, estamos analizando el caso porque si podemos hacer algo para que no vuelva a suceder, lo haremos», concluye.
La canalla sufren el 15% de los accidentes
Aunque los accidentes de la canalla tienen más impacto social y mediático, no son ni los más habituales ni los más graves en porcentaje. Según detallan los informes de siniestralidad de la entidad, el año 2023 sólo 66 de los 414 siniestros registrados corresponden al pomo de arriba (dosos, acotxadors y enxaneta), es decir, cerca de un 16%. La mayoría tuvieron como víctimas gente de la piña (un 46,4% de los accidentes les sufrieron ellos), y un 27%, castellers del tronco.
Con respecto a lesiones potencialmente graves, sube un poco el porcentaje de las que afectan a la canalla (22%), pero siguen están fuerza por detrás de las que afectan en la piña (38%) y todavía del tronco (27%).