Sociedad
Crean un móvil que bloquea contenidos adictivos y promete «recuperar tres horas al día»
Un experto en adicciones apuesta por «el equilibrio» en el uso de la tecnología para que los jóvenes no se sientan excluidos
Un móvil que elimina contenido adictivo y promete «recuperar tres horas al día». Eso es lo que plantea Balance Phone, un dispositivo con un sistema que bloquea el acceso a redes sociales, juegos, apuestas, pornografía y plataformas de streaming.
En pleno debate sobre cuál tiene que ser el abordaje de los teléfonos móviles en niños y adolescentes, la propuesta plantea un «punto intermedio» entre los dispositivos antiguos que prácticamente sólo sirven para hacer llamadas y los teléfonos inteligentes, en los cuales a menudo hay contenidos considerados adictivos.
Albert Beltran, uno de los fundadores de Balance Phone, apunta en una entrevista en la ACN que el objetivo es tener un dispositivo «enfocado a la funcionalidad y alejado del entretenimiento».
El proyecto nació a partir de una experiencia personal de Beltran y Carlos Fontclara, el otro fundador de la iniciativa. Hace dos años, cuando tenían 23 años, intentaron «desengancharse» del móvil. Eliminaron aplicaciones adictivas, pero se dieron cuenta de que no era una fórmula efectiva porque las volvían a instalar.
Así, apostaron por «soluciones más radicales» como límites en el tiempo de uso, pero se podían espantar fácilmente, y, finalmente, decidieron comprar un móvil antiguo, que ofrecía opciones muy limitadas. «Duramos dos días», remarca Beltran.
Lo que echaron de menos, explica, eran las aplicaciones que aportan «valor» al día a día, ya sea para acceder a gestiones bancarias, mapas para llegar a lugares o para poder pedir cita en algunos servicios. A raíz de esta experiencia, diseñaron un dispositivo que ofrece «funcionalidad» para poder hacer gestiones del día a día, pero bloquea el contenido que se considera adictivo.
«Lo que queríamos era no sacrificar nada del día a día, pero sí desengancharnos del componente adictivo, de las aplicaciones que no aportan valor», asegura Beltran, que indica que la interfaz del dispositivo es «simple y aburrida en el buen sentido» para que el usuario acceda sólo al contenido que busca, sin distracciones.
Inicialmente, la propuesta estaba dirigida a todos los usuarios de teléfonos móviles, sin embargo, una vez en marcha, vieron que tenía especial buena acogida entre los padres, preocupados por el acceso de sus hijos a contenido adictivo. Hoy por hoy, la mayoría de usuarios de Balance Phone son niños de entre 9 y 16 años.
«Recuperar tres horas al día»
Con el objetivo de reducir el uso del móvil, desarrollaron una aplicación que permitía que un teléfono Android se convirtiera en un Balance Phone. Lanzada el pasado mes de marzo, la aplicación tuvo 15.000 descargas, pero vieron que sólo funcionaba en personas con «mucha fuerza de voluntad» para desconectarse del contenido adictivo porque era fácil de suprimir y volver a tener un teléfono inteligente convencional.
«Vimos que lo que teníamos que hacer para que fuera eficaz era meternos en el sistema y hacer que la decisión fuera irreversible», afirma Beltran. Es así como recientemente han dejado la aplicación atrás y, de la mano de Samsung, han optado por ofrecer los móviles con el sistema ya incorporado y hacer «irreversible» la decisión de desconectarse del contenido adictivo.
El tiempo medio de uso del Balance Phone es de una hora y 17 minutos al día, con lo cual la iniciativa promete al usuario «recuperar tres horas al día». Según datos de UNICEF, el 31,6% de los adolescentes pasa más de cinco horas diarias conectados a internet y la cifra aumenta hasta el 49,6% la cabeza de semana.
Ahora bien, Beltran avisa de que, para cambiar la relación con el móvil, tiene que ser el usuario quien quiera hacerlo. «Siempre decimos que no es un producto para las masas, sino para la gente que tiene un problema de adicción, es consciente, y quiere cambiar este problema», afirma.
«Si un niño no necesita un móvil, no se le tiene que comprar un móvil»
En pleno debate sobre el uso de los móviles por parte de niños y adolescentes, Beltran considera que no se los tiene que proporcionar si no lo necesitan. «Nosotros siempre decimos que si un niño no necesita un móvil, no se le tiene que comprar un móvil», asegura. Ahora bien, remarca, hay casos en que, por ejemplo, un niño o adolescente tiene que volver solo de la escuela o quiere formar parte de un grupo de clase y, entonces, tiene que poder tener uno «respetuoso».
En esta línea, el experto en adicciones de Blanquerna Jan Ivern afirma que hay que encontrar un «equilibrio» con respecto al uso de móviles porque considera importando que los niños y adolescentes no queden «excluidos» del grupo.
«Hay padres que se quieren resistir a esta inercia, pero al mismo tiempo se encuentran con que los hijos se sienten excluidos porque no están participando en ciertas dinámicas sociales», indica Ivern, que subraya que el cerebro de los niños no está preparado para procesar contenido adictivo. «Darles un móvil es no tener una supervisión continuada», dice.
Para Ivern, la prohibición del móvil en las escuelas es una buena medida porque obliga los niños y adolescentes a tener una «socialización real» y a desarrollar habilidades sociales. «Evidentemente, una vez lleguen a casa, tienen acceso al móvil, pero esta es una realidad que ya teníamos antes. No perdamos nada, al contrario, ganamos bastante», afirma. En más, el experto en adicciones de Blanquerna subraya, que, en un contexto grupal, si una persona está con el móvil se produce un «efecto dominó» y el resto de personas también lo cogen.
Otra de las opciones para reducir la adicción a determinado contenido es con la regulación, pero Ivern considera que es «bastante utópico». Hace mucho tiempo que está sobre la mesa, pero en la práctica se traduce en pocas regulaciones efectivas», afirma, subrayando que, al final, está en manos de las empresas. «La adicción se promueve porque se traduce en monetización y por eso no les interesa reducirla», advierte.
Ante los inconvenientes que alerta de que puede provocar en los adolescentes dejarlos sin móviles, especialmente en el ámbito social porque se pueden sentir excluidos del grupo, el experto apuesta por dispositivos menos adictivos como alternativa.
Reticencia entre los adultos
Si bien la mayoría de los usuarios de Balance Phone son niños y adolescentes que tienen este dispositivo por voluntad de sus padres, el proyecto no estaba enfocado a ellos cuando sus fundadores lo idearon. Lo lanzaron con la intención de llegar a adultos que querían desconectar y «minimalistas digitales». Ahora bien, la iniciativa tuvo una especial acogida entre los padres que buscan un primer teléfono móvil para sus hijos que les aleje del «contenido perjudicial» y «peligroso», explica Beltran.
Entre los adultos, la iniciativa no ha acabado de consolidarse. Ahora bien, Beltran asegura que el último ha sido un punto de inflexión con respecto a la conciencia de la sociedad sobre el consumo de tecnología. «Ha habido un cambio brutal», dice. «De la misma manera que ahora vemos muy mal que un niño de 12 años ahúme, creo que dentro de 10 años veremos igual de mal que un niño de 12 años esté en TikTok», añade.