Diari Més

El 93% de jóvenes se expone al humo digital, que duplica el riesgo de consumo

Este miércoles se han publicado los datos de un estudio dedicado a analizar la influencia del entorno digital en la exposición al tabaco y nuevas formas de fumar

En la popular serie de Netflix Peaky Blinders, el protagonista, Thomas Shelby (interpretado por Cylian Murphy) se caracteriza por fumar con mucha asiduidad.

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Nueve de cada diez jóvenes de 16 a 21 años están expuestos de forma habitual al «humo digital» en redes sociales y plataformas bajo demanda, lo cual duplica el riesgo de que consuman tabaco y también nuevos productos como vapeadores, que perciben además como inocuos pese a tener efectos igual de nocivos.

Los datos del estudio «Influencia de las Plataformas de Vídeo 'On demand' y medios sociales en la exposición a tabaco y nuevas formas de fumar» que ha presentado este miércoles la Asociación Española contra el Cáncer (Aecc) demuestran, según sus responsables, el esfuerzo de la industria para normalizar estos hábitos, aprovechando el resquicio legal que existe sobre ellos.

De los 1.730 chicos de 16 a 21 años entrevistados entre mediados de noviembre y diciembre de 2022, el 13,2 % es fumador diario de tabaco, el 24,6 % semanal y el 33,2 % lo ha hecho mensualmente, y es precisamente este último dato «un indicador claro de que se está normalizando», ha señalado en su presentación Diego de Haro, técnico del Observatorio de la Aecc.

Un porcentaje que se eleva al 39,6 % en los nuevos productos. Si se suman ambas formas de consumo, el resultado es que un 50,6 % de los jóvenes ha consumido tabaco o cigarillos electrónicos o vapeadores el último mes.

No es la única cifra que alarma a la Aecc, que avisa que los jóvenes siguen teniendo una visión positiva del tabaco: uno de cada cuatro cree que sus efectos nocivos se exageran, un 44,1 % piensa que fumar les hace parecer interesantes, un 44,8 % que les ayuda en situaciones psicológicas complicadas y el 36,5 % que les hace más fácil ligar o hacer amigos.

De nuevo, las cifras se incrementan si se habla de nuevos productos: para un 57,2 % están de moda porque lo hacen actores, streamers e influencers, un 53,1 % ve mejor vapear porque no deja malos olores, para el 51,4 % es más fácil dejarlo y un 37,6 % opina que es una buena forma de compartir experiencias con amigos.

El problema es que estos dispositivos suscita incluso predisposición: de los chavales que nunca han fumado nada, al 10,5 % le apetecería fumar tabaco, cifra que se triplica al 30 % en el caso de los productos no tradicionales.

«Los espacios sin humo no solo se encuentran en playas o parques, también en Internet. Nuestros jóvenes pasan cada vez más tiempo delante de las pantallas y ahí también hay humo, humo digital, que generan deseabilidad», ha avisado el experto.

Un 97,5 % de los chicos son usuarios de algún medio social y el 77,1 % de alguna plataforma de vídeos bajo demanda, que los convierte en el principal medio de amplificación de la publicidad.

Al contrario de lo que ocurre en el entorno familiar, donde solo el 38 % asegura tener un allegado que fuma tabaco y un 16 % nuevos productos, el 74,6 % recuerdan haber visto fumar cigarrillos y un 76,1 % vapear en estas plataformas.

En total, un 82,5 % ha estado expuesto al humo digital del tabaco y el 83 % al vapeo; sumando ambos, el resultado es que el 91,3 % está expuesto de forma habitual, y «esto no es casual». «Los usuarios de estos medios son mas jóvenes y las empresas quieren orientarse a ellos», ha censurado.

Además del resquicio legal, las empresas explotan los mitos que rodean las nuevas formas de inhalar, como que son inocuas para la salud, cuando sus estragos, a diferencia del tabaco tradicional, son inmediatos, ha aclarado Karen Ramírez, responsable de Prevención de la Aecc.

Evali, una enfermedad emergente asociada al consumo de cigarrillos electrónicos, la inflamación de los alveolos o el agravamiento de patologías respiratorias crónicas, son solo algunas de las consecuencias a corto plazo, aunque muchas otras, ha añadido, están aún por ver.

Muchos de los tóxicos que contienen los líquidos de los vapeadores son conocidos cancerígenos, pero incluyen nuevos compuestos, como propilenglicol o glicerina, que tradicionalmente se ha usado en cosmética pero «no en vías respiratorias, así que no sabemos que puede pasar».

Lejos de un inocuo vapor de agua, al final «lo que se inhala son partículas ultrafinas» que se introducen con mucha facilidad en los pulmones.

Y lo mismo ocurre con las cachimbas: el monóxido de carbono que desprenden equivale al consumo de 200 cigarrillos de tabaco, con lo que compartir una entre cuatro amigos «es lo mismo que fumarse 50 cigarrillos de golpe».

Otro de los mitos es que ayudan a dejar de fumar, cuando la realidad es que acaban derivando en un uso dual: hasta el 77 % que consumen tabaco convencional ha probado alguna vez el electrónico.

«En su día lo estábamos haciendo bien, desde hace 12 años lo podríamos haber estado haciendo mucho mejor», ha lamentado Sebastián del Busto, miembro del Comité Organizador del European Conference on Tobacco or Health (Ectoh) sobre la falta de legislación en España que acorrale las nuevas formas de consumo.

Expertos de toda Europa compartirán sus experiencias en esta cita que se celebrará la próxima semana en Madrid y en la que los principales implicados, los jóvenes, participarán representados por cien líderes mundiales que tratarán de iniciar un gran movimiento social hacia la primera generación europea sin tabaco en 2040.

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