Las grietas obligan a cerrar la iglesia de Sant Feliu de Constantí
Los movimientos estructurales suponen un peligro y se buscará un lugar alternativo donde celebrar las liturgias
La Iglesia parroquial de Sant Feliu Màrtir de Constantí está cerrada al culto desde el pasado martes. Los movimientos estructurales del edificio han provocado grietas en la planta y no ofrece garantías de seguridad a los feligreses, según hay comunidad el Arzobispado de Tarragona a través de un comunicado.
Las celebraciones religiosas se celebrarán en un lugar alternativo «que la misma parroquia establecerá el acuerdo con las posibilidades que disponga», según el Arzobispado.
Durante los últimos años, los movimientos de parte del subsuelo por la humedad del terreno y la topografía donde está construida la iglesia, han producido movimientos en su planta que han derivado en grietas en el edificio.
Según apunta el Arzobispado de Tarragona, entre los años 2013 y 2016 se han llevado a cabo apuntalamientos en las partes más afectadas de la parroquia y, paralelamente, se han encomendado a empresas especializadas diferentes estudios del subsuelo y de las características constructivas del edificio. El último informe ha sido el que ha elaborado el Instituto Geológico y Cartográfico de Cataluña, que depende de la Generalitat de Catalunya.
Desde el Arzobispado se asegura de que la situación actual ha sido valorada recientemente en una reunión de la comisión de obras de la parroquia que ha contado con la asistencia del constructor; el asesoramiento del arquitecto Josep M. Bartolomé, director de la obra, y la presencia de mosén Joaquim Fortuny, vicario general de la archidiócesis, en representación del Arzobispo, Jaume Pujol, y de su Consejo Episcopal.
«Esta comisión ha tomado en consideración, por una parte, la fuerte inversión económica que se requiere para poder abordar las actuaciones que los estudios aconsejan a hacer, las cuales, no garantizan que se paren los movimientos, y, por otra parte, la necesidad de salvaguardar la integridad de las personas participantes en las celebraciones litúrgicas, que es la prioridad máxima,» según el comunicado del Arzobispado.
Un técnico facultativo será el encargado de llevar a cabo el control periódico de los movimientos estructurales que presenta el edificio, según ha comunicado el Arzobispado de Tarragona.