Lo que esconden las piedras de Prades
Mari Carme Granados, de La Teva Ruta, descubre todos los secretos de la villa roja
La plaza Major de Prades es uno de los puntos más pisados de las Montañas de la Costa Daurada. La villa roja es un polo de atracción del turismo familiar, deportivo y gastronómico del Baix Camp. Pero a buen seguro son pocas las personas que saben que en este suelo hay unas letras grabadas. O que en la plaza de Padre Benet, donde en verano se montan paradasde alfarería, hay un muro que nos habla de la muerte. Estas curiosidades, y muchas otras, las explica Mari Carme Granados, de La TevaRuta, durante la visita guiada que organiza por la villa roja. Se trata de una propuesta turística y lúdica, pensada para el público de todas las edades, con una opción para el turismo familiar, que acabar con divertida una gincana por las calles del pueblo y una sorpresa final.
Apostar por el turismo guiado en un sitioque crece bajo la sombra -alargadísima- del Monasterio de Poblet es todo un reto, pero Granados asegura estar comprometida con una apuesta: «revalorizar el patrimonio del territorio». Por este motivo, su carta de servicios incluye actividades similares en pueblos que, de entrada, no parece que tengan que esconder nada. Barberà de la Conca, Capafonts, Alcover o Riudecanyes. Pero esta licenciada en Història de l'Art ha sabido ver lo que ha pasado desapercibido para la mayoría, y de su mano podemos desayunar entre olivas centenarias en Riudecanyes, conocer el horno medieval de Capafonts o curiosear para|por Ca Batistó, una casa señorial originaria del siglo XVIII de Alcover.
M. Carme Granados se especializó cursando el Master Oficial en Gestión del Patrimonio Cultural de la Universidad de Barcelona y tiene una larga trayectoria profesional como guía especializada, un trabajo que ha realizado tanto en la demarcación de Tarragona como por otros puntos del país. Su formación le permite complementar unas propuestas que, de entrada están revestidas de un carácter muy lúdico, con un componente formativo. «Miro que mis visitas guiadas tengan un contenido histórico, de esta manera la visita turística tiene un valor añadido», apunta. Esta sensibilidad no se limita sólo al hecho histórico o patrimonial, sino que también tiene la mirada puesta en la riqueza gastronómica local. Las patatas de Prades, el aceite de la D.O. Siurana o la cerveza artesana Rosita d'Alcover también sacan la nariz para sus propuestas.
La M. Carme hace unos años que ofrece todas estas actividades, y poco a poco se ha ido haciendo un agujero. Así y todo, asegura que tiene que picar mucha piedra: «sí que se ve un pequeño crecimiento, pero es muy lento. Hay pequeños cambios y un interés creciente por este tipo de propuestas, pero muy poco a poco». La mayoría de sus clientes son grupos o familias de Tarragona y Barcelona, aunque también trabaja con agencias de viaje. Lo que sí que ha notado es un despertar del interés por las experiencias rurales, no tan próximas en los grandes circuitos turísticos: «había hecho a muchas visitas guiadas a Reus, en los monasterios del Cister, en Barcelona, en definitiva, destinacionesmás turísticas. Pero cada vez hay más gente con la curiosidad por conocer sitios alejados del turismo de masas, un ambiente más rural, para buscar un entorno más tranquilo, relajado y natural. Vi que en nuestro territorio todo eso era bastante desconocido, por eso creé estas visitas».
El rasgo|tiro en común con todas es el regusto con que acaban las rutas: «pasa muy a menudo a las poblaciones que visitamos, que más o menos todo el mundo las conoce, pero no saben los detalles, la historia, las curiosidades o las anécdotas. Todas son cosas que te pasan por alto si no te las explica alguien», dice Granados. A fin de que la visita no sea sólo ver y escuchar, la guía especializada incorpora el componente lúdico, que además de Prades, también está presente en Riudecanyes, en torno al aceite, y a Alcover, con los bandoleros y los fósiles.