«La lotería nos casó»
Un pequeño negocio, cambio de coche o un viaje ha sido el destino del dinero de algunos, pero la mayoría lo ha dedicado a pagar deudas
Joan Pardo y Dolors Gómez se pudieron casar, como ellos querían, gracias a los dos décimos que compraron en la residencia de abuelos STS Mirador Barà, donde trabajan. Los 200.000 euros que cayeron del cielo, o de la mano de Montse Caballero –hermana de la propietaria de la administración de Roda- le permitió hacerlo.
Ellos fueron dos de las más de 200 personas que pudieron disfrutar del segundo premio de la Lotería Nacional que tocó a la población del Tarragonès en el 2015. Entre todos los que compraron aquel 12775 se repartieron la bonita cifra de 18 millones de euros. Joan y Dolors fueron de los primeros a enterarse: «Me llamaron cuando todavía no nos habíamos levantado, eran hacia las nueve de la mañana. No me lo creía», dice Joan. Por su parte, Dolors dice romántica que la felicidad ya la tenía con Joan al lado, «los calas ayudan mucho, pero lo que importa es tener buena armonía, amor y afecto».
Pero esta atomización de un premio tan suculento permitió que muchos tuvieran su pequeña alegría, en vez de ser pocos los que tuvieran una gran fortuna. Joan Pardo dice «llevábamos años hablando de casarnos, pero no podíamos hacerlo como nos gustaba». Este «gustaba» incluía un buen viaje de fastidios, un banquete para 70 personas, los anillos... y lo pudieron hacer. Él era un enamorado de Canarias y quiso enseñarle las islas a Dolors. «Además de trabajar en la residencia de Roda, también soy teniente de Sanidad y mi destino se Canarias, por eso iba mucho». Aquel viejo Ford Fiesta, con 17 años en sus ruedas, murió y dejó paso a un todoterreno Dacia. Se ayudó a los familiares, entre ellos una hija de Joan de Málaga, en la que «animó» a montar un bar. Un hijo de Dolors también recibió de la mano de su madre un empujoncito a la vida. A la peña de trabajadores que jugaron aquel número tan bonito está Míriam Suárez, que dice que ha sido feliz puedan abrir la agencia inmobiliaria Alfa Baix Camp. Ella es joven y como le gusta su trabajo de asistenta en Mirador de Barà todavía trabaja allí. «Me llamó mi suegra por la mañana llorando, pensábamos que se había muerto alguien». Míriam tuvo suerte, pero su familia, también porque compraron tres décimos más (a unos 100.000 euros de premio neto por cada boleto). Nunca le había tocado nada: «ni rascas, ni primitiva... nada».
En la residencia alguien que trabajaba el año pasado ya no trabaja «montó su pequeño negocio y ya no están aquí». Quién sí que está es Neus, una de las abuelas que viven en la residencia. Ella, de edad adelantada, no ha tenido grandes problemas a decidir: «Un poco de ropa y el resto... en el banco».
Aumento de las ventas
Ana Caballero es hermana de Ana, propietaria de la administración número 1 de Roda, que no se quedó ningún número y, por lo tanto, no tuvo ningún premio, a excepción de alguna cosa que le dieron los familiares. De hecho, su hermana Montse, fue la que trajo a la residencia aquel número premiado para venderlo a la peña de compañeros de trabajo. Aquel segundo premio llegó también a un coro rociero de Creixell y a algunos trabajadores de la plaza, dice, en donde repartió alguno numero que sobró.
Ana está feliz. La administración ha vendido ya este año un 40% más que el año pasado. En más, dice, que «compañeros de otras provincias españolas, cómo Ciudad Real, Cádiz, Teruel o Granada se han interesado en intercambiar series. «I eso parece que ha hecho gracia a la gente, que ha comprado más este año». En Roda se ha notado que ha tocado la lotería. Los negocios de la localidad, que no iban bien, «las ventas estaban tristes», han reavivado. «Ahora te encuentras a pintores o gente que hace reformas que dicen que han trabajado más».
El «robo de Montoro»
Julian Milian, propietario del Bar Jubilsa, en Campclar, repartió entre sus clientes casi dos millones de euros, que realmente se queda en 1.600.000, porque los impuestos se llevan el 20%. Lo que no le parece bien a Julián es que Hacienda les saque parte del premio. «Ellos –el Estado– de toda la vida se han quedado con el beneficio de la Lotería Nacional, ahora, además, quieren llevarse parte del premio. Yo lo considero un robo». Julián se quedó con 6 décimos de los 320 que compró para vender en su bar. ¡«Sin ganar nada, eh! Sólo para dar servicio a los clientes». Él y el bar Gómez, en la calle Francolí de Torreforta, fueron los dos lugares donde se vendió aquel quinto premio.
Dice Julián que todavía dura la alegría del año pasado, «especialmente ahora, que se aproxima el 22 de diciembre. La gente vuelve a recordar aquellos días». El premio repartido en Campclar y Torreforta fue de aquellos que cubren necesidades. Julian, sin ir más lejos, tenía seis décimos que fueron a parar a «recortar» hipotecas y pagar deudas. Dice que la grande tocará por primera vez en Tarragona en su bar, y ha calculado que será el 32336. No hace falta que corráis, él ya ha comprado todas las series que quedaban y las ha buscado por todo el Estado. Las ha encontrado en Madrid y Teruel. Él se queda con una serie. Si toca, seguro que estáis invitados... si lo encontráis.