Un libro recoge el patrimonio industrial

El patrimonio industrial de las comarcas tarraconenses es el protagonista de un nuevo libro del Institut d'Estudis Vallencs. Con el título Arqueologia i Patrimoni Industrial en las comarcas de Tarragona, este valioso trabajo será presentado en la sede del IEV en un acto que se llevará a término próximo el martes 20 de diciembre, a las 7 y media de la noche.

Ocho historiadores y geógrafos dan un repaso comarca por comarca tanto del Camp de Tarragona como de las Terres de l'Ebre, sobre el proceso de industrialización y el patrimonio industrial que ha llegado a nuestros días en formatos diversos (edificios fabriles, molinos, chimeneas, hornos, etcétera) y en estados también diversos. El estudio es fruto de un encargo realizado por la Diputació de Tarragona en el IEV que ahora ve la luz gracias a la ayuda de esta institución, así como del Departamento de Cultura de la Generalitat de Catalunya, del Ayuntamiento de Valls y del Institut Ramon Muntaner.

Los autores del volumen son Emeteri Fabregat, Núria Jané, Francesc Murillo, Sònia Roca, Ramon Roqué, Anna I. Serra, Sònia Vaquer y Jacobo Vidal. El objetivo de este importante trabajo de documentación es dar a conocer la rica tipología arquitectónica del territorio, la diferente evolución industrial de cada comarca, y poner en valor estos restos materiales y los recuerdos personales que todavía generan: la historia más próxima.

El libro tiene un precio de venta al público de 19,50 euros, y se podrá adquirir en la sede del Institut d'Estudis Vallencs (Jaume Huguet 1, Valls), por correo electrónico en iev@iev.cat y a las librerías de la zona. Se puede consultar el índice y una cata a la web www.iev.cat.

En un párrafo del libro se lee que «durante la segunda mitad del siglo XIX, con la amplia expansión del uso del vapor como energía, surgió una necesidad de espacios cada vez mayores para la colocación de la nueva maquinaria. Se empezó a hacer uso del ladrillo de forma generalizada como en principal material de construcción, junto con las columnas de hierro fuera que aportaban la resistencia necesaria para soportar los techos de naves muy amplias, y permitían liberar los espacios de paredes. Al mismo tiempo, las naves ganaban luz y ventilación con la apertura de grandes ventanales. Todo eso configuró la imagen típica del edificio industrial de la época».