La defensa del acusado del crimen de Montblanc pide la absolución por falta de pruebas
La fiscalía y la acusación particular mantienen la petición de 20 de prisión por el asesinato de Sara Lozano
El juicio por el crimen de Montblanc ha arrancado este lunes por la mañana, con la lectura de los escritos de las partes. Con ademán muy tranquilo, el único acusado, Jaume Solsona, ha entrado por la puerta principal de la Audiencia de Tarragona, acompañado de su abogado. Solsona, en libertad bajo fianza de 30.000 euros, está acusado del asesinato de Sara Lozano, una montblanquina de 37 años. Los hechos se remontan en octubre del 2014. Solsona lo habría asfixiado y quemado, cuando todavía era viva, en un campo de almendros, según recoge el escrito Fiscalia, que pide 20 años de prisión por asesinato. Por su parte, la defensa mantiene que su cliente no tiene nada que ver con el crimen y, ante la inexistencia de pruebas directas, pide la absolución. El abogado de la defensa ha expuesto los problemas con el alcohol y las drogas del acusado, desde bien pequeño, hasta el extremo que sufrió un coma etílico a los 8 años. El primero en declarar será el hermano de la víctima, mientras que el acusado lo hará el último día, el 8 de marzo. Hay más de un centenar de testimonios, mossos y periciales citados en este juicio con jurado popular.
En el juicio se han añadido nuevos testimonios, entre los cuales cuatro responsables de establecimientos con cámaras de vigilancia que registraron puntos del entorno, la noche del crimen. La defensa se ha opuesto a la inclusión de estos testimonios y ha reprochado que se hayan añadido a última hora, en un nuevo guion rehecho este mismo viernes. «Afecta a la coartada de mi cliente, estoy vendido ante esta prueba, es inadmisible», ha manifestado el letrado de la defensa, Antoni Mendia.
La defensa ha insistido en la inocencia de su cliente. Ha reiterado que Solsona se mostró predispuesto a colaborar con la policía -facilitando muestras de pelo y saliva y participando en la reconstrucción de los hechos- y que no hay pruebas directas para condenarlo. El letrado ha recordado la inexistencia de huellas y de ADN del procesado en el cuerpo de la víctima ni tampoco en el lugar de los hechos, y que una colilla encontrada en la zona, con ADN masculino, no pertenecía a él.
También ha puesto de manifiesto el trastorno por dependencia a la cocaína y el alcohol de Solsona, que tiene 30 años, a muy corta edad. La defensa ha alegado la depresión, sociopatia, paranoidisme, ansiedad y trastorno por déficit de atención con hiperactividad que arrastra al acusado. A partir de aquí, ha solicitado el eximente completo por intoxicación llena por alcohol o, alternativamente, que se apliquen los atenuantes por consumo de alcohol, por alteración psíquica y por reparación del daño.
De hecho, según el abogado de la defensa, la noche del crimen su cliente había bebido 14 cervezas y al menos una cubata de güisqui, y que el chico tenía alteradas las facultades mentales, una versión que el fiscal contradice, insistiendo en que el acusado se encontraba con plenas facultades cognitivas y que sabía perfectamente el qué hacía. «Intentaremos probar que la quemó vivía y que, a pesar de haber ingerido alcohol, tenía sus facultades intactas», ha expuesto al fiscal, Álvaro Mangas.
Según fiscalía, la madrugada del 25 de octubre del 2014 el procesado, después de una noche de fiesta con Sara Lozano por varios locales, la asfixió en un campo de almendros que había sido de su familia hasta el año 1992. Puso pertenencias de la chica bajo el cuerpo inconsciente, incluido su móvil, la roció con gasolina y le tomó fuego con un mechero. «Murió de forma violenta, el cadáver estaba calcinado en un 70% y despojado de cintura en abajo», ha relatado el fiscal.
La acusación particular, que representa el hermano de Sara Lozano, también pide la pena máxima por asesinato. «Es un ejemplo de manual», ha afirmado el abogado Enrique Cancelo, el cual ha insistido en que la detención de Solsona el 6 de noviembre desencadenó la muerte del padre de la víctima, de un ataque cardiaco. «La detención influyó muchísimo en la situación de angustia, tensión y depresión» del padre, ha sentenciado el letrado, que ha apelado consecuencias a efectos civiles.