«Sólo saber allí dónde cayó, no pido nada más»
Una sesentena de tarraconenses se hacen las pruebas genéticas para localizar a sus familiares desaparecidos durante la Guerra Civil y la dictadura franquista
«Si no podemos encontrar sus restos, pues sólo saber dónde cayó para poder llevar cuatro flores, no pido nada más». Maria Dolors Palau es de Valls, tiene 61 años, y toda la vida que busca a su tío, muerto durante la Guerra Civil, cuando tenía unos 20 años. Sólo sabe que posiblemente murió en Valdelinares (Aragón), donde el año pasado fue, acompañada de su hermano, a investigar, sin éxito. Maria Dolors se ha sometido este viernes a las pruebas genéticas que pueden ayudar a encontrar a su familiar. Cerca de 600 catalanes ya se han hecho estas pruebas, de los cuales más de una sesentena son del Camp de Tarragona y las Terres de l'Ebre. El Departamento de Asuntos Exteriores, a través de la Dirección de Relaciones Institucionales y con el Parlamento, está informando los más de 5.300 registrados de toda Cataluña en el censo de personas desaparecidas, sobre el procedimiento a seguir para programar la extracción de muestras genéticas en los centros médicos de Cataluña.
Creado en 2000, el censo ha crecido en el último año en un millar de personas. De las más de 5.400 personas registradas, unas 600 son de las comarcas tarraconenses. El Gobierno está enviando cartas a todas ellas por si se avienen a dar muestras para extraer el ADN -a través de un frotis bucal-, con la esperanza que algún día se pueda entrecruzar con el perfil genético de los restos óseos del familiar desaparecido durante la guerra, si es que finalmente se acaban localizando. Es aquí dónde, en una segunda fase, entra en juego el plan de fosas, a partir del cual se localizarán y se exhumarán fosas de todo Cataluña. Hay 380 de identificadas, 36 en el Camp de Tarragona.
De momento, y durante dos años, se están haciendo estas pruebas genéticas en varios centros médicos de Cataluña. «Hemos empezado, es tarde, lo sabemos, pero es implacable, con la firme voluntad de llegar hasta el final», ha declarado la directora general de Relaciones Institucionales y con el Parlamento, Carme García. «Y no queremos que la gente no se haga la prueba para creer que ha pasado demasiado tiempo y no vale la pena, a la inversa, abrimos la puerta porque todo el mundo disponga de esta posibilidad y nuestra intención es intentar ayudar, que esto no quiere decir que acabe ocurriendo, pero éste es nuestro reto», ha añadido la jefa de Genética del Hospital Vall d'Hebron, el doctor Eduardo Tizzano.
Una veintena de familiares han dado muestras este viernes al Hospital Joan XXIII de Tarragona, a pesar de que la mayoría no tienen muchas esperanzas de acabar encontrando los restos de los familiares. «No creo que podamos cerrar esta herida», se ha lamentado Palau, que compartía su experiencia con una vecina de la Secuita, Ma Teresa Miravall, también sobrina de un soldado desaparecido. Familiares directos, como hijos y hermanos, pero también de segundo grado, como sobrinos y nietos, pueden dar muestras gestionadas desde el Hospital Vall d'Hebron, que es donde se hicieron las primeras pruebas, en noviembre. Desde entonces se han empezado a hacer en Lleida, Girona y Tarragona.
Acompañada de familiares, Mercè Navarro, de la Serra d'Almos, se ha presentado este viernes al hospital tarraconense, con documentación de la época. Su hermano desapareció al frente de Aragón, por la zona de Maella. «Creemos que estaba en un nido de metralletas, que cayó una bomba y que lo debían de enterrar allí mismo; de hecho, la última carta que escribió fue desde allí», ha relatado. También Eudald Salvat, de Riudoms, confía encontrar algún día los restos de su hermano, destinado de camillero en Andalucía, y a quien nunca conoció porque él nació al cabo de unos meses de su desaparición. De hecho, «heredó» el nombre del hermano, que se cambiará si nunca lo llegan a encontrar.