Natàlia Sotoca. De Almoster a Cork (Irlanda)
«En las calles y en los pubs hay música en directo casi cada día de la semana»
Natàlia Sotoca hace un año y medio que vive a Cork, donde se mudó con su pareja después de finalizar un grado en Nutrición Humana y Dietética
—¿Qué motivos le llevaron a marcharse de casa?
—Principalmente, para mejorar el inglés y por la experiencia. Acababa de finalizar mis estudios y no sabía muy bien hacia dónde tirar, así que decidí ir a vivir a un país de habla inglesa y escogí Irlanda, concretamente Cork. Conocer una nueva cultura puede ser muy enriquecedor a nivel personal. No me marché sola, lo hice con mi pareja, con la cual compartíamos motivos.
—¿Cuál fue su primera impresión del país al llegar?
—Fue muy buena, en cuanto a, por ejemplo, la amabilidad y hospitalidad de la gente. Con respecto al clima, no fue tanto buena. Una de las primeras frases que escuchamos del taxista que nos llevaba desde el aeropuerto al centro de la ciudad fue: «Aquí en un día se pueden tener las cuatro estaciones del año».
—¿Fue muy sorprendente el cambio o fue, más o menos, tal y como se lo había imaginado?
—Después de investigar antes de venir a Cork, muchas cosas nos las esperábamos, pero de otros no. Por ejemplo, su acento, es muy particular y difícil, las primeras semanas costaron un poco hasta que no nos acostumbramos. Crees que será fácil y no lo es tanto. Después la cosa también se complica con el tema burocrático y papeles que tienes que tener si quieres trabajar y obtener un alojamiento. En lo referente al clima, yo me esperaba más frío en invierno, aunque después me dijeron que había sido un invierno bastante cálido en comparación con otros. Pero normalmente siempre está, gris, nube, ahora cae un ramo, ahora sale el sol 5 minutos, ahora vuelve a llover... Es un clima bastante lineal, y lo peor de todo es que no hay verano tal como lo conozco, donde día sí día no podía ir a la playa y tomar el sol.
—¿Cuáles son las principales diferencias entre Cork y su casa?
—El clima en primer lugar. También el hecho de que conducen por la izquierda, cosa que ahora estoy más o menos acostumbrada, pero al principio costaba. La otra principal diferencia es la comida, comen a las 12h y cenan a las 18h. La cena es su gran comida, y la comida es mucho más ligera. No tienen merienda, y para desayunar está la típica hoja Irish breakfast. Comen patata casi cada día, de todos los tipos y maneras. Los postres son buenísimos, tienen una gran variedad de dulces y pasteles, ya que uno de los fuertes de Irlanda son los lácticos. Y la variedad de cervezas es enorme. También me sorprendió que las casas aquí son muy bajas, no es común encontrar grandes edificios. Las casas tienen grandes ventanas a pie de calle.
—¿Cuáles son los lugares más característicos de su nueva ciudad de acogida?
—Hay muchos lugares para ver, pero destacaría el Blarney Castle, y dar un beso a la Blarney Stone, la legendaria Piedra de la que se dice que si le das un beso te mujer el poder de la elocuencia. El famoso English market, situado en el centro de la ciudad, Oliver plunkett street, lleno de pubs y muy emblemático, la catedral de San Finbar, El Black rock castle, el Fitzgerald's park... Irlanda en general es un lugar muy bonito de visitar con paisajes encantadores, siempre he intentado hacer turismo por allí donde he podido.
—¿Qué destacaría de la manera de trabajar del país? ¿Las conductas son similares a las de España?
—Son diferentes, ya que siguen un horario europeo. La relación entre el trabajador y su superior es más próxima. El salario es más alto, y el nivel de vida mejor en proporción.
—Desde que llegó, ¿ha vivido o le ha pasado algo curioso de que no se hubiera imaginado nunca?
—Bien, quizás no sería una anécdota. Pero hemos hecho amistad con irlandeses, y he podido probar el famoso Irish stew, de la mano de un irlandés. ¡Y yo he podido cocinar para ellos una paella, que nunca la habían probado, y les gustó mucho!
—¿Qué es lo que más echa de menos de su casa?
—Lo que más la familia y los amigos, pero también el sol y el aceite de oliva del bueno, el de Almoster.
— ¿Qué costumbre de Irlanda se llevaría a su casa?
—La cultura musical; ¡es brutal! Tanto de calles como de pubs, música en directo la mayoría de días de la semana en muchos pubs de la ciudad, a destacar el Cork Jazz festival. Aunque también tengo que decir que el té y scones tan típicos de aquí no me los perdería.
—¿Tiene intención de volver pronto o de momento no?
—De momento estamos muy bien, todo depende un poco del futuro incierto que se nos presenta. Pero si todo va bien nos quedaremos una temporada más.