Un año y medio sin ninguna pista de Ramon García, desaparecido en la Pobla
Desapareció el 24 de diciembre de 2016, se realizaron batidas durante más de 50 días sin éxito y la familia no ha dejado nunca buscarlo
«Te preparan para una muerte, pero nunca para una desaparición, y no estás preparado. Es una angustia continua, no haces el luto, no cierras capítulo, siempre piensas que volverá y, si ves a alguien por la calle que camina como él, tienes que ir a mirar. Es como una obsesión». Este es el testimonio de Sara García, la hermana de Ramon García, el vecino de la Pobla de Montornès que desapareció en diciembre de 2016. Un año y medio después, la familia sigue sin tener ninguna pista, ningún indicio ni testigo sobre el paradero de Ramon García, quien entonces tenía 54 años y que desapareció sin dejar ni rastro.
Familiares, amigos, equipos de voluntarios, patrullas policiales, de Protección Civil y bomberos realizaron batidas durante días, se revisaron las grabaciones de las cámaras instaladas en espacios públicos, se colgaron carteles en todas partes con su imagen, pero nunca se obtuvo ninguna pista sobre dónde había ido este vecino de la Pobla de Montornès que tiene una discapacidad intelectual del 65% y que era muy conocido en la localidad.
«Sabemos que la policía ha hecho todo lo que tenía que hacer, nos han informado muy bien sobre el procedimiento, no tengo ningún tipo de queja sobre los trabajos que se realizó. Cuando al cabo de 72 horas de búsqueda no se obtiene ningún indicio, se paraliza, el caso continúa abierto porque no hay cuerpo, pero se deja de buscar hasta que aparezca algún indicio o testigo que ayude a seguir alguna pista. Nosotros vamos seguir una cincuentena de días más haciendo búsqueda», día Sara García.
Ahora el caso está en manos de la unidad de Desapareguts y la familia no ha dejado de buscarlo de alguna manera. «Está el día que te viene a la cabeza algún lugar y piensas que igual allí no se buscó o que no se buscó lo suficiente y tienes que ir a mirar, porque se convierte en una obsesión», reconoce Sara García.
La última vez que vieron a Ramon García fue la tarde del 24 de diciembre. Un vecino que lo vio tirando en el contenedor los papeles de los envoltorios de los regalos de la actividad del Tió que se había hecho en el pueblo. Al día siguiente la familia ponía la denuncia por desaparición.
Su hermana asegura que Ramon García siempre hacía la misma rutina. Desayunaba, daba un paseo por el pueblo, tomaba un café, ayudaba a hacer algunas cosas a gente del municipio, iba a comer en casa y, después de dar otra vuelta por la tarde, hacia las seis y media, volvía a casa de nuevo. Sara García está convencida de que no se marchó voluntariamente.
Él salía de casa sin dinero, porque siempre lo invitaban al bar donde ayudaba a recoger mesas, sin documentación ni teléfono móvil. No llevaba teléfono porque no lo sabía usar y, además, se lo cogían. No llevaba nada que haga pensar en un robo. Siempre llevaba encima un papel con el número de teléfono de la familia, por si tenía algún problema», dice Sara Garcia.
Un año y medio después, sin embargo, la desaparición de Ramon Garcia sigue siendo un misterio. La familia no pierde la esperanza. El único reproche de Sara Garcia va dirigido al sistema. «No puede ser que, si alguien tiene alguna pista sobre un desaparecido, tenga que dar todos sus datos: es lo que tendría que cambiar, porque la gente puede pensar que será investigada, aunque no sea así».