Un año del 1-O: Golpes de porra, puertas reventadas y cristales rotos: el recuerdo en la escuela sigue vivo
Algunos centros donde se hizo el referéndum continúan pendientes de si los seguros asumen el coste de los desperfectos causados por la actuación policial
El recuerdo psicológico y material en las escuelas continúa abierto un año después del referéndum del 1-O. Centros educativos donde se instalaron las urnas reviven el «impacto» de la actuación policial de aquella jornada y algunos de ellos resaltan que algunas «heridas» todavía están abiertas. Mientras algunos aseguran que se ha trabajado para volver a la «normalidad», otros remarcan que no se han recuperado del «shock». Puertas reventadas, cristales rotos, ordenadores perdidos, son parte del balance de aquel día. Los centros han reparado los desperfectos causados por la actuación policial, pero en muchos casos se hizo con recursos propios y pendientes todavía de si los seguros asumen este coste.
La policía no ha devuelto los diez ordenadores que se llevó del instituto Comte de Rius
En el Camp de Tarragona, los daños en centros educativos por las actuaciones policiales del 1-O se enfilaron a los 35.000 euros. Uno de los más afectados fue el Instituto Comte de Rius de Tarragona, donde una inscripción con la frase '1-O, no olvidamos' y varias pisadas de color amarillo pintadas delante de la puerta recuerdan aquella jornada. En este centro del barrio de Sant Pere i Sant Pau, los efectivos de la policía española rompieron el cristal de la entrada y se llevaron los diez ordenadores de la biblioteca del centro. También reventaron ocho puertas -una de ellas blindada- y forzaron tres armarios ante la sospecha de que allí se podía ocultar material del referéndum.
Un año después, todavía se pueden observar señales de la irrupción policial en algunas puertas del instituto. Los trabajos de reparación se alargaron durante un mes y costaron más de 4.000 euros. Con respecto a los ordenadores, el centro no los pudo recuperar y tuvo que invertir más de 6.000 euros para reponerlos. El director del instituto, Narcís Almena, ha opinado que los agentes podrían haber pedido que se abrieran las puertas y armarios, y que podrían haber devuelto los ordenadores sustraídos.
En declaraciones a lal ACN, Almena ha señalado que él no se encontraba en el instituto el día del referéndum, pero que la intervención policial causó «impacto» en la comunidad educativa. Al día siguiente, la actividad en el centro se pudo reanudar con relativa normalidad, aunque los alumnos que tenían que utilizar los ordenadores de la biblioteca no pudieron hacerlo durante un mes. El instituto acoge unos 1.400 alumnos y un centenar de profesores.
Dos institutos de Lérida aseguran que todavía no han superado el 1-O
Un año después del 1-O, los institutos Ronda y la Caparrella de Lérida aseguran que la comunidad educativa todavía no ha superado el shock de las entradas policiales. Así lo manifiesta el director de la Caparrella, Emili Grau, que asegura que no se ha devuelto a la «normalidad de manera total» ya que lo que pasó aquella jornada «siempre lo tienes en mente». En este sentido, califica la actuación policial «de impropia» para un centro educativo y añade que intentaron que al día siguiente, los alumnos «sufrieran el mínimo de consecuencias posibles».
Por eso, en una semana y media se repararon los destrozos que habían ocasionado los agentes de la Policía Nacional. Grau contabilizó 13 puertas reventadas a golpes de almádena, una de las cuales de cristal. Los antidisturbios también entraron en la habitación donde está el servidor informático del instituto, lo removieron y estiraron los cables «sin sentido ni motivo, quizás porque nos querían dejar sin comunicación», indica Grau. Como todos los centros de votación del referéndum de autodeterminación buscaban las urnas, pero en el caso de la Caparrella, no las encontraron. Los desperfectos ocasionados tuvieron un coste de unos 3.500 euros, que el centro ha asumido con dinero del capítulo de mantenimiento. Emili Grau explica que tenían que ser un dinero para docencia que este año no han tenido.
En la misma línea, la directora del INS Ronda, Natàlia Iranzo, remarca que todo el curso pasado fue «complicado» después del 1-O. Con la reanudación de las clases este septiembre hay una «cierta normalidad de inicio de curso» pero a medida que se acerca el aniversario se empiezan a remover muchas cosas, señala. Iranzo dice que después de la entrada policial se notaba que «se había sufrido una herida que se tenía que cuidar y volver a poner las cosas en su sitio», sobre todo al claustro pero también entre el alumnado con quien el equipo docente decidió abrir una reflexión al día siguiente 2 de octubre para abordar lo que había estado «un acto violento prescindiendo de ideas políticas o ideales personales». La directora cree que todavía no hay «una normalidad total» porque hay cosas «que quedan», pero se resigna pensando que con el día a día prácticamente no se nota.
En el INS Ronda la policía española sí que consiguió llevarse las urnas del referéndum pero para hacerlo también reventó varias puertas del gimnasio donde se hacían las votaciones. Incluso su directora explica que utilizaron los bancos de madera de esta instalación deportiva como «ariete» para romper las puertas. Además, se llevaron tres ordenadores portátiles propiedad del centro que no se estaban utilizando para el referéndum. Al igual que en la Caparrella todo se reparó lo antes posible y el coste fue de unos 6.000 euros, que también tuvieron que sufragarse con la partida presupuestaria del centro. Actualmente en el mobiliario del centro sólo queda un rastro de la actuación policial. Está en los vestuarios del polideportivo donde todavía hay una baldosa parcialmente rota por los golpes de almádena de los policías.
Ningún representante del Estado se ha puesto en contacto con nadie de estos dos institutos después de los hechos del 1-O. El Departamento de Ensenyament sí que los autorizó la reparación de los desperfectos pero no les ha abonado el coste. Los directores dicen que los seguros están mirando como hacer frente pero de momento no tienen respuesta y ven mucho difícil que al final puedan acabar recuperando el dinero.
Sabadell: tupperware con comida para celíacos, medicamentos y juguetes
En la escuela Nostra Llar de Sabadell, la policía española llegó cuando faltaban pocos minutos para las nueve de la mañana. El caso de este centro fue especialmente mediático, ya que era la escuela donde estaba previsto que votara a la expresidenta del Parlament, Carme Forcadell y entre las personas que defendieron el centro había el alcalde de la ciudad, Maties Serracant y el exalcalde, Juli Fernàndez.
Centenares de personas estaban concentradas en las puertas del centro educativo después de estar pasado la noche o haber llegado de madrugada, cuando una cuarentena de agentes irrumpieron con porras, escudos y martillos. «Teníamos las llaves en la mano, había llegado el momento», recuerda a Joan Esteve, una de las personas voluntarias que vivió los hechos desde el interior de la escuela, que advierte que pasaron «de la euforia y la alegría al padecimiento total».
Esteve reconoce que todavía le saltan las lágrimas cuando ve las imágenes: «No entiendo qué pasó», lamenta el voluntario, que explica que la policía arrancó a los ciudadanos como si fueran cebollas. «Es cierto que no pegaron como en otras escuelas, pero eran tantos y con tanta fuerza que daba miedo mucho», asegura.
El voluntario relata que en un momento dado hicieron señales a la policía y mostraron las llaves a los agentes que se disponían a golpear la puerta con un martillo. «No hacía falta que rompieran los cristales, las hubiéramos entregado», comenta Esteve, que añade que «tenían la mirada perdida y sólo querían cumplir con la orden judicial y entrar en la escuela donde Forcadell tenía que votar».
A pesar del momento tenso, los voluntarios reaccionaron muy rápido y decidieron esconder las urnas «en un lugar que no revelaremos», comenta Esteve, que narra cómo los agentes recorrieron toda la escuela reventando puertas y cristales sin poder encontrarlas. «Finalmente salieron con tres bolsas donde había un tupperware con comida para celíacos, otro con medicamentos y otro que llenaron con juguetes y disfraces. Ya tenían su trofeo».
Estos hechos fueron un duro golpe para este centro educativo ubicado en el corazón de Sabadell. Al conocer la presencia de la policía española centenares de personas se acercaron hasta la calle Calderón para defender Nostra Llar porque «es la escuela del barrio, la de todos, la de Carme», recuerda a Esteve.
Por su parte, la dirección del centro ha explicado a la ACN que el episodio afectó a toda la comunidad educativa del centro, sobre todo porque al día siguiente había clase y la escuela presentaba muchos desperfectos. Con todo, aseguran que no han quedado secuelas de aquellos incidentes y que cobraron de manera inmediata la parte de los seguros que correspondía al Ayuntamiento de Sabadell. Con respecto a la de Ensenyament «se están cumpliendo los plazos».
Sant Cebrià de Vallalta: «La escuela estaba destrozada pero el objetivo era que los niños la encontraran como un lugar seguro»
Más allá de los hechos ocurridos la mañana del 1 de octubre de 2017, la gestión de 'el día siguiente' con los alumnos es uno de los recuerdos más «tristes» que, un año después, guarda la dirección de la escuela Pi Gros de Sant Cebrià de Vallalta (Maresme). «Hubo mucho miedo, mucha tristeza y mucha decepción por lo incomprensible de la situación, recuerda a la directora del centro, Neus Marqués.
Al día siguiente, relata, «cuando se abre la escuela los sentimientos son muy raros». La imagen del centro es de destrozo absoluto cuando son las ocho menos cuarto de la mañana del 2 de octubre y en pocos minutos tienen que llegar los primeros alumnos. Había que actuar rápido para que «los niños encontraran la escuela como un lugar seguro» y, aunque se sintió muy sola, quería intentar «que fuera un día normal».
Los principales destrozos que provocó la actuación de la Guardia Civil son la rotura de hasta nueve puertas y del sistema de alarmas y la pérdida de dos ordenadores. Por 'suerte', la mayoría de puertas son del área de despachos, donde los alumnos no tienen acceso. También queda totalmente inutilizada la de la biblioteca, que está en un ala del centro que se puede aislar.
«La biblioteca se cerró durante 10 días y cambiaron algunas dinámicas de la escuela para que los niños no lo vieran», explica la directora del centro. Marqués lamenta que los agentes que irrumpieron en el centro fueran «reventando puertas por el camino» porque no encontraban unas urnas que un rato antes los voluntarios del referéndum habían escondido fuera de la escuela.
Los daños causados superaron los 3.000 euros, una cifra que la escuela adelantó y que posteriormente han acabado asumiendo al 50% el Departamento de Ensenyament y el Ayuntamiento de Sant Cebrià de Vallalta porque las aseguradoras no han querido pagar las reparaciones de los daños causados por la actuación policial.
En las aulas, detalla a la directora, fueron los mismos alumnos los que tuvieron la necesidad de hablar sobre lo que había pasado el día anterior. Muchos de ellos, de hecho, estaban en torno a la escuela en el momento de los hechos y vivieron en primera persona las cargas policiales. «Eso no se podrá olvidar durante mucho tiempo», asegura la directora.
Las «heridas» físicas y psicológicas continúan abiertas al Bages un año después del 1-O
El Bages fue la comarca de la Catalunya Central que más sufrió la represión policial el pasado 1 de octubre. Un año después de la celebración del referéndum, pequeños pueblos como el de Fonollosa aseguran que las «heridas» todavía están abiertas. El alcalde del municipio, Eloi Hernàndez, ha relatado que hay destrozos que hizo la Guardia Civil en el edificio del ayuntamiento –punto de votación- que todavía no se han podido reparar por su alto coste. «Aunque ya tenían la urna, la policía entró en el edificio, reventó siete puertas y se llevó objetos personales como mesillas y ordenadores», ha lamentado Hernàndez, que se ha mostrado escéptico sobre recibir algún tipo de indemnización a raíz de la denuncia que presentaron.
De hecho, el alcalde ha explicado que esta denuncia «se giró como un calcetín» y la jueza de Manresa que investiga el 1-O en el Bages lo incluyó a la causa como investigado por un delito de desobediencia grave –todavía tiene pendiente ir a declarar. «Esta es la segunda parte del relato: primero contra la población y ahora contra los alcaldes que nos han cogido como cabezas de turco y nos quieren aplicar castigos ejemplares para dar miedo», ha denunciado. Sin embargo, el alcalde tiene claro que «la jueza nos puede sacar del mapa, pero detrás nuestro vendrán hombres y mujeres que harán exactamente lo mismo».
Una de las vecinas que resultó herida por las cargas en Fonollosa fue Magdalena Clarena, de 71 años, que se rompió la muñeca. En declaraciones a la ACN, Clarena ha expresado que después del 1-O entre la población «quedó mucha rabia y tristeza», aunque ha asegurado que también hay «esperanza». A pesar de resultar herida para defender el colegio electoral, Clarena ha dicho que si se volviera a repetir el 1-O «volvería a hacer exactamente lo mismo».
Una situación similar se vive en Sant Joan de Vilatorrada un año después del 1-O. En este municipio, la Guardia Civil efectuó cargas en dos puntos de votación: el Instituto Quercus y la Escuela Joncadella. Precisamente, en este último centro había Jordi Pesarrodona, payaso de profesión y concejal de ERC en el Ayuntamiento, que se hizo conocido por la fotografía que se hizo con una nariz de payaso al lado de un guardia civil, el pasado 20 de septiembre en la sede de Gobernación. «La Guardia Civil ha reconocido que vinieron directamente a la escuela Joncadella porque sabían que se me encontrarían y eso tiene una palabra clara: venganza por una imagen que no entendieron y que era un mensaje de paz y diálogo», ha lamentado.
Pesarrodona ha explicado que el 1-O le cambió «100% la vida» y ha pasado a ser un personaje conocido por todo el país. «Cuesta asumir esta popularidad y es difícil de llevarlo, tanto por las cosas buenas como por las malas. Por una parte, soy un gran héroe, pero, por la otra, soy la persona más odiosa que existe», ha expresado el concejal. Igual que el alcalde de Fonollosa, Pesarrodona también presentó una denuncia por las heridas que sufrió el 1-O, pero la jueza lo ha acabado investigando por los delitos de resistencia grave a la autoridad, incitación al odio, liderazgo tumultuoso y desobediencia grave. La causa sigue abierta a la espera de más declaraciones.
Por otra parte, la directora del Instituto Quercus de Sant Joan, Anna Vila, ha explicado que en el centro el 1-O se vivió de manera muy diferente. Según ha relatado, «los primeros días, sobre todo al día siguiente, fue duro porque había muchos chicos de Bachillerato que el día 1-O estuvieron presencialmente en el Instituto. En cambio, en el caso de la ESO, poca cosa sabían». Para ella, con el tiempo el sentimiento se ha ido transformando y cree que, a estas alturas, «la situación está normalizada». En cuanto a las consecuencias materiales de las cargas, Vila ha explicado que tuvieron que cambiar dos puertas de acceso al centro y asegura que, de momento, de la factura se ha hecho cargo el Instituto.
«Yo también estuve»
En Gerona, el recuerdo de las cargas policiales en la Escola Verda todavía está bien vivo. Aquí, la policía entró por la fuerza, saltando la valla exterior, dando golpes de porra y lanzando tiros al aire. Una portavoz del AMPA, Assumpció Rodeja, explica que muchas familias quedaron golpeadas y agradece el apoyo recibido por parte de la Generalitat para ayudarlas a superarlo.
Entre otros, los alumnos contaron con la ayuda de un equipo de psicopedagogas y también se llevaron a cabo talleres vinculados con el tratamiento de las emociones. «Eso ayudó a las familias a afrontar los miedos que sufrieron durante aquella situación tan dura y violenta», explica Rodea.
Ahora, un año después del 1-O, el AMPA quiere alejarse de la «negatividad» que supone la imagen de la policía entrante en la Escola Verda. «Lo hemos vivido, lo tenemos a la mente y no lo olvidaremos; pero pensamos que aquello que hay que rememorar es la ilusión y la implicación de toda la gente que hizo posible el referéndum», dice Rodea. «De poder decir: 'Yo también fui'», añade.
«Aquello que se vivió fue un momento de hermandad impresionante», dice otra portavoz del AMPA, Sònia Moret. «Primero para defender las escuelas y después para hacer posible que se pudiera votar», explica, recordando que cuando se pudo reabrir el colegio electoral, se llegaron a formar colas de hora y media» delante de las urnas.
Por eso, este sábado el AMPA de la Escola Verda recreará el ambiente que se vivió la víspera del 1-O (cuando ya de noche recibieron la visita del entonces presidente Carles Puigdemont). Se hará una cena de hermandad y aquellos que quieran se podrán quedar a dormir en el colegio. El domingo habrá un desayuno popular, una comida de hermandad y todo el mundo que lo desee podrá volver a votar.
Por eso, en la Escola Verda habrá una 'urna clandestina', que llegará en pasacalle. En este caso, además de la casilla del Sí/No, las papeletas tendrán un espacio para «ejercer la libertad de expresión y escribir mensajes», concreta Moret. El lunes por la tarde se hará el recuento de votos y se colgarán los mensajes en la valla de la escuela (donde los alumnos habrán pintado un mural para la convivencia y la resolución pacífica de los conflictos).