Ascó y Vandellòs se preparan para pedir la renovación de licencia
El 26 de julio del 2020 vence la licencia para operar Vandellòs II y el 2 de octubre del 2021, las de Ascó I y II
Las centrales nucleares de Ascó I y II y Vandellòs II se preparan para pedir la renovación de licencia que les permita seguir operando, aunque con el propósito de alargar su vida útil.
José Antonio Gago, director general de ANAV (Asociación Nuclear Ascò-Vandellòs, organismo que gestiona las dos centrales), ha proporcionado los plazos en el encuentro anual con los medios de comunicación, celebrado hoy en Tarragona.
El 26 de julio del 2020 vence la licencia para operar Vandellòs II y el 2 de octubre del 2021, las de Ascó I y II.
Pero, por la complejidad del proceso, el plazo vence el 31 de marzo del año que viene para la central de Vandellòs y el 31 de marzo del 2020 para Ascó, aunque Gago opina que las dos centrales, propiedad de Endesa e Iberdrola, «pueden seguir funcionando de forma estable y segura».
En este sentido, ha expuesto como uno de los hitos en este balance anual la visita técnica del Organismo internacional de la energía atómica (OIEA) y de la Asociación mundial de operadores nucleares.
Los tres grupos nucleares catalanes son de fabricación americana y «seguimos el modelo de los Estados Unidos, que evalúa el estado de una central durante veinte años y las inversiones que hacer para operar a largo plazo».
Gago ha señalado también que la «rentabilidad está muy afectada por la carga impositiva» que soportan las centrales nucleares.
También se tiene en cuenta la «incertidumbre política» y ha reivindicado un análisis de la energía nuclear «dejando dogmatismos aparte, con realidades y cifras.»
En un escenario en el cual tienen que reducirse las emisiones un 20% en el 2020, «quién es el enemigo: ¿las nucleares o el cambio climático»?, ha señalado el director general de ANAV.
Gago ha señalado también que, en el mundo, se construyen actualmente sesenta reactores nucleares nuevos.
En el caso de los Emiratos Árabes, que parten de cero, han comportado una fuga de profesionales nucleares a nivel mundial que también afecta a las centrales tarraconenses.