Raquel Luna, psicóloga especializada en terapia asistida con perros
«Amb el Lolo y la Mel conseguimos que leer sea una experiencia positiva»
Raquel Luna dirige las sesiones de lectura asistida con perros que se celebran en Vila-seca en el marco del Plan Educativo de Entorno
—En el que consiste, la terapia de lectura asistida con perros que hacen en Vila-seca?
—Los perros son un medio que nos facilita llegar al objetivo que buscamos, que en este caso es trabajar la lectura. Con ellos, la sesión tiene un ambiente completamente diferente, es mucho más dinámica y se convierte casi en un espacio de juego.
—Me podría explicar cómo sería una sesión de lectura asistida?
—El primero que hago es preparar una actividad y mirar de qué manera los perros me pueden ayudar para llevarla a cabo. Si, por ejemplo, quiero que los niños y niñas lean frases o palabras, las pongo, plastificadas, a encima del lomo de los perros. También puedo poner directamente un libro sobre los perros estirados. Entonces los niños se sientan y, por turnos, leen. Por cada palabra o frase que lean bien, tienen un premio con forma de punto, y al final los intercambian por cosas que pueden hacer con los perros, básicamente se trata de pedirles que hagan alguna habilidad, como sentarse o dar la pata. Y a los niños les hace mucha gracia. Hay que decir que los perros de terapia con los que trabajamos no son perros de circo, saben hacer cuatro o cinco habilidades, porque su misión principal es ser un elemento motivador. Por otra parte, durante las sesiones también explicamos que los errores en la lectura no cuentan, aquí no se queda nunca, sólo se suma.
—A qué niños se dirigen, estas sesiones?
—A niños y niñas de primaria con dificultades de lectoescritura. Tenemos alguno que hace primero, pero básicamente son niños desde segundo hasta sexto curso.
—Qué perros ha escogido para llevar a cabo estas sesiones, y qué habilidades específicas tienen?
—El Lolo es un Whestie highland terrier blanco y la Mel es un Labrador retriever de color chocolate. Los dos los escogieron por|para su carácter, cuando todavía estaban a la camada, con dos meses de vida. Han sido conmigo desde entonces, aunque no fue hasta que tuvieron siete meses que los empecé a entrenar. En realidad lo que hicieron es habituarse al ambiente, yo me los llevaba en todas partes|a todas partes, para que se fueran acostumbrando a la gente y no se estresaran. Por lo tanto, más que entrenarse, lo que hicieron es habituarse. Por eso a las sesiones no hacen nada que pueda parecer espectacular, porque su función consiste sobre todo en ser un estímulo motivador y un apoyo visual.
—De qué manera son un estímulo, los perros?
—Con las emociones más positivas, porque si realmente te gustan los perros, la actividad cambia completamente. No es igual decirle a un niño que tiene que leer, que decirle que lo hará encima del golpeo del Lolo. A los niños y niñas les cambia la cara, porque el Lolo y la Mel son un estímulo. Además, ellos no dirán nada si el niño se equivoca. Una vez, un niño me preguntó si el perro ladraría en caso de que lo hiciera mal, y yo los expliqué que no, que el perro sólo escucha.
—Ya hace varios años que están realizando estas sesiones en Vila-seca. ¿Qué balance hace, a día de hoy?
—La experiencia es muy positiva. No hay resultados específicos de mejora, porque sólo son seis sesiones de veinte minutos, pero en realidad el objetivo principal de la actividad es que la lectura no esté asociada a una emoción negativa, a una cosa que los cuesta y donde a menudo se equivocan. Los niños quieren repetir, y me preguntan a menudo cuándo volverán a ver el Lolo y la Mel. A las sesiones, nadie me ha dicho nunca que no quiera leer, cuando resulta que a clase o con los padres en casa no lo quieren hacer. Al contrario, están muy contentos y todo el mundo quiere que le toque. Es lo que buscamos con la experiencia, una asociación positiva en el ámbito de la lectura.