Valls afronta unas elecciones sin mayorías y abocadas al consenso
La renuncia de Batet a la alcaldía y las expectativas de ERC y PSC de crecer dibujan un panorama político más abierto
Valls encara unas elecciones municipales sin grandes mayorías y abocadas al consenso. Junts per Valls afronta los comicios sin el actual alcalde Albert Batet, portavoz parlamentario de JxCat y, durante años, garantía de victoria de la formación en la capital del Alt Camp donde gobierna con ERC. Una mujer -la exalcaldesa a Dolors Batalla- lo introdujo en la política local hace dieciséis años atrás y ahora también es una mujer quien lo releva. Dolors Farré, que había sido jefa del gabinete de alcaldía, quiere sacar rédito de la concejalía de Vía Pública que ocupa actualmente, que lo ha llevado a recorrer barrios y lo ha permitido darse a conocer a la ciudadanía, en una lista renovada que ha sorprendido por la incorporación de caras nuevas e independentistas. Por su parte, tanto ERC como el PSC quieren aprovechar el impulso de los resultados electorales en las generales y gobernar la ciudad. Pero todo apunta que no podrán hacerlo en solitario. Se pronostica un escenario postelectoral incierto donde habrá que explorar los límites del diálogo.
Así, se dibujan varios escenarios, desde revalidar el actual pacto de gobierno con el cual el PDeCAT y ERC suman 13 de los 21 concejales en juego al Ayuntamiento de Valls, a nuevas aritméticas donde el PSC -que ya ha gobernado en anteriores legislaturas, solamente y en alianza tanto con ERC como con la antigua Convergencia- y también la CUP, pueden ser formaciones decisivas. Precisamente la CUP y Junts per Valls són los únicos partidos que estrenan cabeza de lista, si bien tanto Ester Huguet como Dolors Farré ya son concejalas en la actualidad. El resto de candidatos repiten como candidatos de los anteriores comicios. Aparte de las cinco listas con representación -Junts per Valls, ERC, CUP y PSC y PP-, también se presentan, por primera vez en la capital del Alt Camp, Cs y Podem, con ganas de irrumpir en el panorama político vallense.
El Museu Casteller de Cataluña, equipamiento que lleva años e incluso décadas sobre la mesa, con debates candentes por la ubicación y el presupuesto, está a punto de abrir puertas. Ha sido el proyecto estrella que ha eclipsado la etapa de Batet como alcalde, que se quedará con la miel en los labios de poder inaugurarlo este verano. El nuevo POUM, recientemente aprobado por unanimidad, y la recuperación de los torrentes como espacios verdes, con una inyección de tres millones de euros, han sido otros palos de pajar de este mandato, que también ha tenido que hacer frente a la problemática de viviendas ocupadas y narcopisos en la zona del barrio antiguo. Recentralizar la ciudad en torno al núcleo histórico, uno de los objetivos que fija el nuevo planeamiento, siempre ha sido tema de bandera de todas las formaciones y, en etapa electoral, todavía más.
Las principales líneas programáticas de los partidos
La recuperación del patrimonio histórico es uno de los principales ejes de Junts per Valls, que presume de un programa «potente». Con el nuevo POUM se prevé expropiar la cerradura norte de la plaza del Oli, un esponjamiento que devolverá el aspecto y la singularidad de esta plaza soportal. Desde JxValls se propone construir alojamientos turísticos. También plantea hacer un albergue de juventud en el edificio de la cooperativa. Entre los proyectos estratégicos de ciudad, apuesta para que Valls sea suyo universitaria, una idea que ya había sacado la nariz en anteriores programas electorales de Convergencia.
ERC, que tiene cuatro concejales, se presenta a las elecciones junto con Compromiso por Valls-ICV-EUiA. Una de sus prioridades de la coalición es la empresa y el empleo. Su candidato, Jordi Cartanyà, ha presentado varias medidas que abordan la emprendeduría -pequeña y gran empresa, autoempleo, autónomos, etc. En esta línea, ERC quiere potenciar el polígono industrial, fomentar la formación para el empleo a las empresas y favorecer la reinserción de los parados. Entre los grandes proyectos, los republicanos defienden un nuevo hospital y un nuevo equipamiento sociosanitario de atención de proximidad.
Por su parte, la CUP pone a las personas en el centro de la política y cambiar lo que considera un modelo «caduco» que, en su opinión, se ha demostrado «fracasado». Los cupaires quieren hacer frente a la situación de emergencia desde la prevención y la intervención en la calle, priorizar la inversión en vivienda, apostar por las municipalizaciones y garantizar una participación real. La formación, actualmente con tres concejales, quiere crecer y formar parte de un gobierno municipal. Ester Huguet encabeza por primera vez la papeleta cupaire, en una lista cremallera, es decir, en qué se intercalan hombres y mujeres.
Rosa Maria Ibarra, repite de alcaldable por el PSC, que también tiene tres concejales. Se presenta con el convencimiento que el 26-M será el día en que se hará un «cambio» al Ayuntamiento. Según Ibarra, hace falta «abrir puertas y ventanas» y recuperar «impulso», después de quince años de hegemonía convergente. Los socialistas apuestan fuerte para cuidar el espacio público de la ciudad. Como grandes proyectos estratégicos de inversión, proponen construir nuevos edificios para la escuela de música, la comisaría de la Policía Local y, coincidiendo con otros partidos, una nueva residencia Alt Camp y un nuevo centro sociosanitario.
También desde el PP se defiende esta propuesta que ya se ha convertido en denominador común de las formaciones. Francesc Caballero, el candidato más veterano con diferencia -es el cabeza de lista de los populares desde 1999-, ya ha anunciado que será la última vez|golpe que se presenta. El PP plantea la necesidad «urgente» de construir un puente en el Vilar que mejore las conexiones en esta zona y aumentar la plantilla de la Policía Local hasta un mínimo de 50 agentes para dotar de mayor seguridad la ciudad. En materia de medidas fiscales, los populares garantizan la congelación de los impuestos e incluso reducir el IBI.
Alianzas postelectorales: nacionalistas catalanes versus constitucionalistas
Sobre posibles alianzas postelectorales, los partidos se mojan poco. Dolors Farré no es partidaria de hacer quinieles y se limita a afianzar su convicción de que gobierne la fuerza más votada, si bien avisa que «o salimos adelante o se volverá atrás». ERC no esconde las ansias de seguir en el gobierno y alcanzar la alcaldía, un privilegio que no ha tenido con JxCat. Y la CUP asegura que se decidirán en función del proyecto de ciudad que defienda cada formación. Algunas voces, sin embargo, apuntan que los cupaires ya tienen la decisión tomada y sólo se plantearían una alianza con ERC, catapultando a Jordi Cartanyà a la alcaldía.
Así, ERC recuperaría unas riendas que no alcanza desde el cambio de milenio, cuando fue nombrado Jordi Castells. Este exalcalde cierra simbólicamente la lista de ERC mientras su hija aparece en el quinto lugar en la papeleta de JxCat, una incorporación que ha cogido por sorpresa además de uno. Pero no todo queda reducido a los partidos nacionalistas catalanes. El PSC también quiere decir la suya. Está convencido de situarse entre las fuerzas más votadas, sobre todo después de los buenos resultados en las generales, Ibarra dice que están abiertos a hablar siempre que congenien en un «proyecto de izquierdas».
El PP es el único grupo municipal que nunca ha gobernado en Valls. Francesc Caballero se presenta como el «revulsivo» a los otros partidos que ya han pasado por el gobierno. Durante este mandato Batet ha sido criticado por la oposición por su poca presencia en la ciudad y de invertir su tiempo entre Barcelona y Waterloo. En la ciudad que Puigdemont alabó pel ‘Valls style’ en relación al 1-O, irrumpen nuevas formaciones como Podemos y, sobre todo, Cs. Muchos ya dan por hecho que los naranjas sacarán representación y se harán un puesto en un ayuntamiento muy fragmentado, sin mayorías y abocadas al consenso.