Los vecinos del Baix Gaià ya han recogido 2.000 apoyos para reabrir la rotonda

Hoy a partir de las 17.45 horas se iniciará la primera de las protestas programadas por un grupo de vecinos para reabrir la rotonda de Torredembarra, de acceso a la N-340, la T-214 y la AP-7. La iniciativa, iniciada por la asociación de vecinos Brises del Mar, empezará a los dos extremos al mismo tiempo: por una parte, en la misma urbanización Brises del Mar –perteneciente al término municipal de Altafulla– y, de la otra, en el polígono de Torredembarra. La protesta consistirá en un corte que durará cerca de dos horas y se repetirá los días 14 y 21 de junio. Al mismo tiempo, tienen previstos otros actos de protesta como marchas lentas. Antes de todo, sin embargo, desde hace días están recogiendo firmas a través de la plataforma Change.org. En un par de días han conseguido ya 2.000, en una petición que va dirigida al Ministerio de Fomento, la Diputació, el Servei Català de Trànsit, los Ayuntamientos de Torredembarra y Altafulla, el Departament de Territori i Sostenibilitat de la Generalitat, el Síndic de Greuges y la Delegación del Gobierno.

En el escrito de la petición apuntan que en julio de 2018 se colocó los new jersey para evitar que se pudiera hacer la rotonda entera, obligando así a los camiones a acceder a la autopista AP-7 y descongestionar el tráfico de los domingos, especialmente. Según señalaba la semana pasada la asociación vecinal de Brises del Mar, unos de los principales afectados por la medida, eso les hace ir hasta la Riera de Gaià para volver a girar y poder llegar finalmente a Altafulla y Torredembarra. Esta distancia, que anteriormente se podía hacer en cinco minutos, ahora les ocupa cerca de media hora de trayecto. Tal como detalla la misma entidad vecinal en el escrito de la petición, no sólo esta urbanización se ve perjudicada, sino que también afecta de manera significativa a los habitantes de Torredembarra, Altafulla, la Riera de Gaià, la Nou de Gaià, Vespella o Salomó en sus viajes diarios.

Dos muertos

Según afirman, estos cambios han provocado pérdidas económicas para los comercios de Altafulla y de Torredembarra, a la vez que se ha convertido en un «punto negro» del tráfico en el Camp de Tarragona. Concretamente, ya ha habido dos muertos y varios accidentes, el último de ellos el pasado lunes 3 de junio. Eso lo atribuyen especialmente a la falta de señalización y creen que «se están jugando la vida» cada vez que pasan por este tramo.