Solidario
Más de 27.000 vecinos necesitan la ayuda del Banco de los Alimentos para comer
En 2018 se repartieron 2.585.000 kilos de productos en la demarcación, un 50% de los cuales eran fruta, verdura y leche, y 5.500 de platos preparados
El Banco de los Alimentos de las Comarcas de Tarragona, que se encuentra físicamente ubicado en la calle Escultor Rocamora de Reus, repartió a lo largo de 2018 un total de 2.585.000 kilos de alimentos, según los datos reflejados en la memoria anual de la misma fundación. La cifra deja una media de 13.000 kilos de alimentos al día que van a parar a familias necesitadas por toda la demarcación. El volumen distribuido sirve para atender regularmente a 27.036 personas, cada una de las cuales recibe 96 kilos de comida el año a través del circuito que conforman 154 entidades benéficas que trabajan con género del Banco de los Alimentos.
En 2017, la cantidad de comida que salió del Banco de los Alimentos había sido superior y había alcanzado los 2.767.000 kilos. Las personas a quienes la comida llegó, sin embargo, eran 25.346, unas 1.690 menos que el año pasado, y recibieron cerca de 109 kilos a cada una.
La cifra de beneficiarios de la importantísima tarea del Banco, de hecho, ha ido oscilando en los últimos tiempos y tocó techo en el 2014, coincidiendo con el peor momento de la crisis económica, cuando el conjunto de personas que hacían uso de género del Banco de los Alimentos en el territorio llegó en 31.832. En relación en las entradas de alimentos, en el 2018 han disminuido los kilos procedentes del freno al despilfarro y los de la Unión Europea, mientras que las donaciones han crecido.
Arroz, cereales y legumbres
De los 2.585.000 kilos que el Banco de los Alimentos de las Comarcas de Tarragona repartió en el 2018, casi la mitad eran de fruta verdura y zumos–687.000 kilos, uno 26,5%– y de leche 600.000 kilos, un 23% que supone 1,85 litros por beneficiario y mes. Del resto, 336.000 kilos se correspondían con arroz, cereales, legumbres y amasa. También había 47.000 kilos de carne y pescado congelados, 29.500 kilos de alimentos infantiles, 3.000 kilos de huevos, 49.000 kilos de azúcar, 105.000 kilos de aceite o 52.500 kilos de conservas de pescado y carne. El Banco de los Alimentos de las Comarcas de Tarragona también entrega productos de droguería y para la higiene personal, que el año pasado fueron 27.000 kilos. Otra de las líneas que se ofrece es la de los platos preparados, una salida eficaz en los casos de pobreza energética, que dieron lugar a 5.500 kilos. La fundación ha rebajado los gastos que implica el funcionamiento del Banco, que en el 2017 se fijaban en 0,031 euros por cada kilo y en 2018 se han quedado en 0,027 euros, según la memoria de 2018.
El Banco de los Alimentos en Tarragona también realiza intercambios de productos con los bancos de otros puntos del Estado cuando se da un excedente o bien cuando se detecta alguna carencia. Así, en el 2018 salieron desde Reus un total de 27.800 kilos que fueron a parar a los bancos de Ávila, Algecires, Burgos, Guipúskoa, Gerona, León, Lérida, Navarra, La Rioja, Salamanca, Valladolid y Zaragoza. En la otra dirección, cedieron alimentos a Tarragona los bancos de Ávila, Barcelona, Burgos, Cantabria, Gerona, Lérida, Navarra, La Rioja, Valladolid, Álava y Zaragoza.
Falta de voluntarios
Durante este julio, el Banco de los Alimentos de Tarragona está duplicando las cantidades que reparte a las entidades distribuidoras con las cuales trabaja de manera regular. Lo mismo están haciendo algunas de estas entidades, a su vez, con las 27.000 personas en que, por término medio, el Banco de los Alimentos da mensualmente ayuda. El incremento en el volumen de comida que se entrega a las familias tiene la finalidad de «generar despensa» en los hogares de cara al paro de la actividad del Banco, que permanecerá cerrado por vacaciones entre el 5 y el 31 de agosto. Desde el Banco explicaban hace algunos días que «antiguamente, no cerrábamos en verano. Pero los voluntarios siempre somos los mismos y llega un momento que, al igual que cualquier persona, tenemos» que «descansar», y repetían el llamamiento a voluntarios.