Judicial
Condenado a 18 años de prisión por matar a un hombre en Riudecanyes
La defensa recurre la sentencia de la Audiencia de Tarragona delante del TSJC
La Audiencia de Tarragona ha condenado a 18 años de prisión por asesinato al hombre acusado de matar al compañero de su expareja en Riudecanyes el 24 de marzo del 2018, según ha adelantado el Diari de Tarragona. La fiscalía y las acusaciones particulares pedían 25 años de prisión y el jurado popular lo declaró por unanimidad culpable de asesinato el julio pasado. El abogado de la defensa, Isaac González, ha confirmado a ACN que ha presentado un recurso de apelación delante del TSJC. El letrado alega que se ha vulnerado la presunción de inocencia del hombre porque «no había prueba de cargo» y que se tendría que haber tenido en cuenta el atenuante de alcoholismo. Además, subsidiariamente cuestiona que actuara con alevosía y sostiene que, en todo caso, habría que condenarlo por homicidio y no por asesinato.
De acuerdo con el veredicto unánime de culpabilidad dictado en julio, la Audiencia de Tarragona ha condenado Constantin B. a 18 años de prisión. El jurado popular consideró probado que el acusado fue la única persona responsable de la muerte de la víctima. Que primero, en una granja de cerdos donde trabajaba la víctima, «le propinó múltiples golpes en la cabeza, en el cuello y en el cráneo, causándole múltiples politraumatismos, dejando a la víctima en situación de incapacitación y que entonces aprovechó para cogerlo por el cuello y asfixiarlo, dándolo por muerto».
El jurado también consideró probado -por ocho votos a uno- que cargó la víctima al maletero de su coche para abandonar el cuerpo más allá de la granja, en un campo de olivos cerca de una zona boscosa y que, «al darse cuenta de que seguía vivo, volvió a cogerlo con fuerza por el cuello , asfixiándolo y acabando con su vida de forma definitiva». Se encontró sangre de la víctima en el maletero del acusado.
Según el tribunal, el acusado se aprovechó del estado de indefensión de la víctima -iba bebido y drogado- mientras él, que era un bebedor habitual, no tenía alteradas sus facultades y sabía discernir entre el bien y el mal. También consideró que fue el último de ver a la víctima con vida y que no colaboró nada en la investigación policial.