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El acusado del crimen de Cambrils pasó cinco días escondido en casa e intentó despistar a los Mossos

Varios vecinos dijeron a los investigadores que era el autor de los hechos pero que no lo querían testificar por miedo

El acusado de matar a un hombre en Cambrils, de espaldas, antes de empezar el juicio en la Audiencia de Tarragona.

El acusado de matar a un hombre en Cambrils confesó el crimen a los familiares, según la excuñadaACN

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El acusado del crimen de Cambrils, José Antonio A., quiso hacer creer a los Mossos d'Esquadra que se encontraba a Barcelona y que no tenía nada que ver con la muerte de un hombre a cuchilladas. Según han explicado este miércoles los investigadores en la Audiencia de Tarragona, tres días después del crimen el procesado «pactó» una llamada «falsa» con su hermano en la cual se excusaba de los hechos y aseguraba estar en la capital catalana. El hombre, sin embargo, tenía el teléfono pinchado y los repetidores siempre lo ubicaban en torno a su casa en Cambrils, con lo cual la policía decidió entrar en el piso para evitar que huyera. Los agentes lo encontraron dentro del canapé abatible de una cama y, además, también localizaron la presunta arma homicida dentro de un cajón.

El sargento de los Mossos encargado de la investigación ha declarado que, una vez llegaron a la calle Juan Sebastián Elcano, donde sucedió el crimen, hubo «muchos problemas» y «reticencias» para conseguir declaraciones «fidedignas» y cumplidas. El investigador ha explicado que, por el carácter violento y agresivo del acusado y sus dos hermanos, y por el hecho de que presuntamente se dedicaban al tráfico de drogas, muchos vecinos les aseguraban «de forma velada» que el autor de los hechos era José Antonio A. pero que, por miedo, no querían que quedara constancia por escrito. También se les refirió un episodio ocurrido unas horas antes en la cual el acusado profería amenazas de muerte a la víctima.

Inicialmente la policía sólo consiguió un reconocimiento fotográfico de una testigo que identificó «sin duda» al sospechoso como la persona que discutió con la víctima antes de que muriera apuñalada. «En la corta distancia y en pequeño comité todos nos decían que el autor era el acusado», ha ilustrado al sargento, el cual ha asegurado que José Antonio A. fue el principal y único sospechoso desde el primer momento.

Aquel mismo 20 de junio del 2018, poco después del crimen, unos agentes hicieron una inspección en el domicilio familiar, pero no encontraron al acusado. Por este motivo, dictaron una orden respecto del individuo y pidieron al juzgado que autorizara la intervención telefónica del acusado y de sus dos hermanos, a, David y Fernando, que también vivían en el mismo inmueble.

Según ha explicado el responsable de la investigación, a primera hora del día 23 -tres días después del crimen-, registraron una llamada entre el acusado y su hermano David en la cual el sospechoso decía que estaba en Barcelona y verbalizaba un argumento «justificativo» que lo excusaba del crimen. Los agentes, sin embargo, detectaron que era una conversación «ficticia y pactada» y que los dos terminales se encontraban dentro del ámbito de un mismo repetidor de telefonía situado en Cambrils, según ha corroborado el cabo que redactó el atestado.

Mientras buscaban al acusado, los Mossos recibieron información de una testigo -la excuñada-, la cual afirmaba que José Antonio A. había confesado el crimen a varios familiares, que cuando entraron los Mossos en el piso estaba escondido dentro del canapé de una cama y que todavía no se había deshecho de la navaja. Esta testigo apuntó que el motivo del crimen era una deuda de 600 euros por droga que la víctima mantenía con David, uno de los hermanos del acusado. En más, también indicó que al acusado le molestaba que la víctima acudiera a menudo al domicilio, donde adquiría drogas.

Ante estos indicios los agentes accedieron al domicilio con autorización judicial a las cinco de la tarde del 25 de junio. A al acusado lo encontraron escondido dentro de un canapé y lo detuvieron, y también localizaron dos navajas -entre las cuales una de tipo mariposa con la cual se habría cometido el crimen- y una defensa eléctrica. También localizaron en el tendedero unas bermudas con manchas de sangre, sobre las cuales el acusado dijo «que eran suyas y que la sangre también era suya porque se había cortado».

La fiscalía y la acusación particular piden 20 años de prisión por asesinato con alevosía, mientras que la defensa solicita la libre absolución del acusado.

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