Diari Més

Preocupación e incertidumbre entre las bodegas tarraconenses por la crisis del coronavirus

El stock de vino se acumula por el cierre de los restaurantes y la distribución, pero ya se ofrecen «lotes de confinamiento»

Unas botellas de vino en una maquina en la Bodega Mas Vicenç.

Preocupación e incertidumbre entre las bodegas tarraconenses por la crisis del coronavirusACN

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La crisis de coronavirus también tiene un impacto directo en el sector vitivinícola, uno de los motores del sector primario de la demarcación de Tarragona y del país. Las cinco denominaciones de origen del territorio, que reúnen cerca de 300 bodegas y más de 4.000 viticultores, muestran preocupación delante del freno casi total de las ventas.

También hay incertidumbre por la duración del estado de alarma y por la afectación en los precios y en la próxima cosecha. El cierre de la mayoría de canales de distribución y, sobre todo, de los bares y restaurantes, hace acumular miles de botellas a las bodegas. A pesar de todo, en medio de la crisis algunos empresarios han puesto en venta «paquetes de confinamiento» a través de Internet porque este periodo, dicen, «se haga más corto».

Si la situación actual se alargara durante dos meses, las bodegas de la DO Tarragona prevén dejar de vender entre unas 300.000 y 400.000 botellas, y pérdidas de hasta un millón de euros. Según explica su presidente, Vicenç Ferré, se han detenido la exportación y las ventas a través de intermediarios, y sólo mantienen la venta online, que justo|nada más supone un 3% o un 4% del negocio. Las bodegas de la DON Tarragona producen 1,5 millones de botellas de vino, el 70% de las cuales se venden en el comercio al detalle y el resto entre la gran distribución.

«El vino tinto lo podemos embotellar y estocar, pero los blancos y los rosados se tendrán que vender en diez meses en lugar de doce. Prevemos que será un shock fuerte, con algunas empresas con falta de tesorería», vaticina Ferré, quién también teme una caída del precio de la materia prima. Aparte de la venta al público, también han perdido las actividades relacionadas con el enoturismo, como las visitas a las bodegas. «Ha sido un shock muy importante y muy drástico porque hemos tenido que cerrar de un día para el otro, cuando teníamos los fines de semana llenos de reservas», lamenta.

Con todo, Ferré es optimista y cree que superarán la crisis una vez se devuelva a la normalidad y se reabran las fronteras. «Creemos que en julio y agosto podremos crecer con el enoturismo. Cuando todo se recupere la gente querrá volver a salir», confía, esperanzado. Mientras tanto, en medio de la crisis algunas empresas como la Bodega Mas Vicenç han tirado promociones en Internet y ofrecen paquetes para afrontar el confinamiento.

La DO Montsant llama a consumir producto de proximidad una vez superada la crisis

La preocupación también se ha extendido entre las 55 bodegas de la DO Montsant, que venden unos seis millones de botellas anuales –el 55% en el mercado interior y el resto en exportación. La presidenta del ente, Pilar Just, explica que la comercialización está del todo «paralizada» y teme que esta crisis comporte una bajada de precios. «Nos habíamos conseguido posicionar en un nivel de precio razonable, pero ahora no sabemos qué pasará», apunta.

A mediados de marzo hay poco trabajo de campo en la viña, pero sí que habrá dentro de unas pocas semanas y habrá que hacer frente a gastos. Alguna bodega ya ha iniciado los trámites de un ERTE porque, al no poder colocar el producto, no puede asumir el coste del personal. «Hasta que no podamos volver a arrancar la rueda costará. Y una vez superada la crisis, si mucha gente se queda en paro o en situaciones complicadas, quizás se lo pensarán dos veces a la hora de comprar y consumir vino», apunta Just.

Por este motivo, la responsable de la DO insta a la ciudadanía a quedarse ahora en casa y a cumplir el confinamiento, pero que una vez superada la crisis apueste por el sector primario y por los vinos catalanes. «Hacemos un llamamiento al consumidor para que compre producto de proximidad y ayude a los que tiene más cerca. Que piense que tenemos que volver a poner en marcha la rueda de toda la economía catalana», apunta.

La DOQ Priorat, a la expectativa

La DOQ Priorat reúne 106 bodegas y unos 450 viticultores, y suma unas ventas de unos cinco millones de botellas –dos terceras partes de las cuales se exportan al extranjero|en el extranjero. Excepto las bodegas mayores que sí que se hacen agujero en las grandes superficies, la inmensa mayoría son empresas familiares que han visto cómo el canal de las pequeñas tiendas y la restauración ha quedado cerrado. En general hay una continuidad de los puestos de trabajo, pero se han tenido que hacer ajustes.

El presidente de la DOQ Priorat, Sal·lustià Àlvarez, explica que, una vez adoptadas las medidas para evitar la propagación del virus, la otra prioridad de las bodegas ha sido gestionar el vino que han estocat y no podrán servir, para no encontrarse en una situación de «bloqueo interno» cuando llegue la nueva cosecha. De momento, Àlvarez confía en que la situación se haya normalizado a final de abril, cuando empiezan los trabajos agrícolas y la movilidad. Entonces también espera que se produzca un «reencuentro» con el consumo porque los bares, restaurantes y tiendas, cuando abran, se tendrán que proveer.

Preocupación a la veintena de bodegas de la DO Conca de Barberà

Sin ventas al público, las bodegas de la DO Conca de Barberà aprovechan el paro para centrarse en las tareas de producción. La veintena de bodegas que forman parte comercializan más de un millón de botellas de vino al año. La mayoría son pequeñas empresas que distribuyen el vino a los establecimientos especializados y al sector de la restauración, que está cerrado.

Aunque todavía es pronto para poder cuantificar las pérdidas, lo que más preocupa a los celleristes son las consecuencias a medio plazo. «Ahora mismo la situación no es desesperada, pero sí que estamos viendo que nuestros consumidores y clientes se están deteniendo», afirma el presidente de la DON Conca de Barberà, Bernat Andreu. En su caso, produce cava con uva propia y está pensando la cantidad que almacenará para encontrar el equilibrio con el stock. «Me planteo si tiene sentido llenar la cava cómo lo hago habitualmente, ya que preveo que este año sólo venderé la mitad», explica.

De hecho, el impacto de la covid-19 se sumará a la crisis que acarrea el sector del cava por el exceso de stocks y que, tal como recuerda Andreu, se había resuelto con un acuerdo para reducir los rendimientos la campaña próximo. El presidente de la DON pronostica que los viticultores, en previsión de unos precios «catastróficos», podrían inclinarse para reducir costes en la viña. Aunque eso es una decisión «difícil» porque tiene «costes en la calidad», Andreu admite que es «comprensible» ante la previsión de una bajada.

Ante esta situación, cinco bodegas de la DO Conca de Barberà han arrancado una campaña a través de las redes sociales para vender vino a domicilio. Aunque la iniciativa ha cuajado, el repunte no es significativo porque la venta por Internet los representa menos de un 10%.

«No se está vendiendo ni una botella de vino», dice la DO Terra Alta

El efecto por el cierre de bares y restaurantes o tiendas especializadas está siendo «terrible» en la DO Terra Alta. «No se está vendiendo ni una botella de vino», lamenta el presidente del Consejo Regulador, Joan Arrufí. Los principales canales de distribución de las pequeñas bodegas están paralizados y a los de los grandes supermercados y tiendas de alimentación que siguen funcionando no suelen acceder. «Las pequeñas empresas son las que sufrirán más», advierte Arrufí. Las 61 bodegas de la DO Terra Alta comercializan unos 7,5 millones de botellas anuales, de las cuales se exportan la mitad.

La preocupación es alta porque no se sabe cuánto de tiempo se puede alargar esta situación y porque la mayoría de empresas de la viticultura, sobre todo en la comarca terraltina, son microempresas con pocos trabajadores. Arrufí lamenta que tampoco se ha previsto que el sector pueda acogerse a los ERTE por causa de bastante mayor, a pesar del impacto por el cierre de los negocios a los cuales abastecen. «Es un vacío legal que no sabemos cómo se solucionará», subraya.

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