Biólogo
Naturaleza
«En los últimos quince días se han triplicado los avistamientos de pájaros en la ciudad»
El biólogo cambrilense Eugeni Capella explica algunos efectos del confinamiento humano sobre la fauna urbana
—¿El confinamiento humano está modificando de alguna manera la conducta de los pájaros?
—El otro día me pidieron que identificara unos pájaros que se vieron en la playa del Regueral de Cambrils. Eran cuatro pòlits cantores. AlOrnitho.cat [portal de intercambio sobre avistamientos del Institut Català d’Ornitologia], en los últimos diez años este pájaro aparece en ocho citas entre Salou, Cambrils y Mont-roig, y siempre es volante o a los rompeolas. Ahora ha pasado que, de camino hacia el norte, ha visto que en la playa no había nadie, que era un lugar seguro, y ha hecho parada. Por lo tanto, ya tenemos una observación extraña. Y no sólo está pasando con los pájaros, los mamíferos también están más confiados. En Asturias han visto un oso paseando por dentro de un pueblo, en Albacete, un grupo de cabras salvajes, y un puma en Santiago de Chile. Para no hablar de los jabalíes a Barcelona. Los animales se sienten más seguros y cambian de comportamiento. Los mamíferos que son nocturnos para rehuir al hombre han visto que ahora no es y o bien salen de día, o bien allí donde de noche no se atrevían a pasar, ahora pasan tranquilamente. Si eso siguiera, no me extrañaría ver jabalíes en la playa.
—¿Cómo afecta todo a las palomas, pájaros urbanos por excelencia?
—Realmente no sé si está pasando algo. Veo gente que alimenta gatos y palomas, porque son un tipo de personas que oyen que tienen la obligación de hacerlo. Mientras esta gente siga haciendo, ellos seguirán comiendo. Las palomas que veo por la ventana, sin embargo, están tranquilas como siempre. Cuando alguien las alimenta, no veo que vayan grupos de centenares de palomas, lo que se ve es algo normal. Quizás en otros lugares sí que pasa, pero yo, aquí, no lo he detectado. Al final, es una cuestión de equilibrio, los animales crían todo el que pueden, si tienen más comida, crían más, pero no en todo caso las palomas no están en peligro.
—¿Quizás es un buen momento para observar pájaros, porque con nuestro confinamiento están más confiados y tranquilos?
—ElOnritho.cat tiene un proyecto que se llamaJo em quedo a casa, y este año, comparado con años anteriores, se han triplicado los avistamientos de pájaros de ciudad. Pero sólo porque la gente ahora está en las casas, mirando. Con respecto a los pájaros de bosque, matorrales o prados, han disminuido, y los que han caído más son los de los pantanales. La gente vive habitualmente en ciudad, hay quien vive en masías o cerca de bosques, pero casi nadie vive en encañizadas, así que los pájaros acuáticos se han visto menos, pero no tienen un comportamiento diferente.
—¿Qué pájaros podemos contemplar, estos días, desde balcones y ventanas, en el entorno urbano?
—Palomas, tórtolas turcas, palomas torcaces, gorriones, chamarices, verderones, jilgueros, urracas, estorninos, cotorras, y si vives cerca del mar, gaviotas. Ahora también empiezan a entrar los vencejos y las golondrinas.
—Se están difundiendo informaciones que advierten que los pájaros han modificado su canto, a consecuencia de nuestro confinamiento. ¿Tiene constancia?
—He sabido de esta noticia por encima, sin entrar demasiado a fondo. Pero antes del confinamiento había leído que los pájaros, que cantan para atraer la pareja o marcar territorio, hacen igual que las personas: si hay más ruido, tienen que gritar más. Por lo tanto, si ahora hay menos ruido, porque no hay tráfico, ni estamos en la calle, no deben necesitar cantar tanto, ni tan fuerte. No hay que cansarse tanto para decir «estoy aquí».
—¿Si llegáramos a estar confinados durante seis meses, como cambiaría nuestro paisaje, desde el punto de vista ornitológico?
—Si estuviéramos confinados seis meses, incluso el sendero camanegre llegaría a criar en alguna playa de Cambrils, Salou o Tarragona. Es un pájaro que tiene el hábitat en la arena, mete los nidos, pero en verano la arena está llena de gente, por eso ha desaparecido de todas las playas turísticas de Cataluña, sólo sobrevive al Delta del Ebro y en Torredembarra.