Estado de Alarma
Las librerías del Camp de Tarragona se acogen a julio para no perder el año
Algunas de ellas están vendiendo ‘online’ mientras que otros simplemente reservan los ejemplares para entregarlos después del confinamiento
Una vez conocida la decisión del Gremi de Llibreters de Catalunya de celebrar Sant Jordi el 23 de julio, y no el 23 de abril como es tradicional, los negocios de venta de libros del Campde Tarragona han cogido con resignación el reto de la nueva fecha, a la espera de la evolución de la pandemia. «No es sólo Sant Jordi, también se han anulado conciertos y toda clase de actos», advierte a Josep Rovira, de la librería La Capona, en Tarragona. Como él, también Montsant Fonts, de la librería Gaudí, en Reus, equipara el descalabro económico que pueden sufrir las librerías con el de otros comercios que también están cerrados estos días. Aun así, están trabajando con los pedidos que les llegan por Internet. Montsant explica que si bien son reacios a hacer envíos, sí que han ofrecido la posibilidad de reservar aquellos libros que tienen en stock, una medida que también ha adoptado Galatea (Reus).
Es lo mismo que hacen el resto de libreros, pero con algunas diferencias. El manifiesto Sant Jordi ets tu reivindica que los libreros se queden en casa y que no envíen su stock. Otras iniciativas comoLlibreries Obertes también destacan el papel del comercio local y piden a los lectores que se esperen al final del confinamiento, y que apuesten por las librerías de sus respectivas ciudades.
Las ventas sólo se pueden hacer online,y no por teléfono, y muchos se niegan a trabajar con las empresas de mensajería estos días. Rovira asegura que «desde el principio lo hemos tenido claro» y que «si algún cliente no se puede esperar y quiere el libro, ningún problema, nosotros le devolvemos el dinero, no pondremos en riesgo a los transportistas, que no están para eso sino para cosas esenciales». Al mismo tiempo, rechazan «darlos por debajo de la reja» como cree que están haciendo otros comercios del sector.
Por su parte, la librería Adserà de Tarragona ha optado por continuar con su actividad comercial con envíos. Gertri Adserà, la copropietaria, explica que «desinfectan» los libros con alcohol, tanto los que llegan –que reciben pocos a causa del estado de alarma– como los que se marchan hacia las casas de los compradores. Avisan, sin embargo, de que sólo aceptarán demandas hasta el próximo viernes para darles tiempo a empaquetar todos los libros. «Nos han preguntado si puede ser para el mismo 23 de abril», afirma, pero a eso ya se han negado por falta de recursos. De la misma manera que con las monas del pasado lunes, algunos clientes intentan conseguir su regalo para el día señalado, independientemente de las recomendaciones de las autoridades. El Gremide Llibreters emitió ayer un comunicado destacando que el día 23 de abril no estará el descuento tradicional en los libros, sino que habrá que esperar a la nueva fecha.
El 23 de julio
Desde la librería Adserà reconocen que la fiesta del libro y la rosa, Sant Jordi, se encuentra en medio de unas fechas complicadas para el sector, como son los meses de febrero y marzo, así como mayo y junio, en el que las ventas de libros son escasas. Sin valorar qué porcentaje podrían perder de las ventas anuales si finalmente Sant Jordi no se celebrara, Montsant Fonts (Gaudí) acepta las pérdidas que se producirán este año ya que la afluencia de compras puede descender.
Josep Rovira (La Capona) apunta que «no sería bueno» que la Rambla Nueva tuviera tanta gente como en un Sant Jordi habitual, tanto por el coronavirus como también por las altas temperaturas que se pueden registrar, pero espera que la respuesta de la ciudadanía sea positiva. En este sentido también opina Joan Peñas (Galatea, Reus), que afirma que «no hemos perdido un día, sólo se ha retrasado» y apuesta a que el 23 de julio de 2020 será tan bonito como otros Sant Jordis.
Lectura en voz alta
En la línea que ya están impulsando varios ayuntamientos de actividades culturales, el Gremide Llibreters ha puesto en marcha una lectura pública el mismo día 23 de abril a las 18 horas para salir a las ventanas, terrados, patios o balcones y «leer en voz alta con un aplauso con el grito del nombre de nuestra librería», cada uno la suya. Desde el Gremihacen un llamamiento a la ciudadanía para que «siga comprando libros en su librería de proximidad, aquella que cada día del año aconseja, sirve y cuida los libros, que colabora con las bibliotecas y las entidades de cada pueblo y barrio, activa talleres y clubs de lectura, y organiza tantas actividades para todos los públicos que hacen un equipamiento cultural.»
Las pérdidas de estos negocios en caso de que no se celebrara la festividad podrían estar entre el 7% y el 40% en función del tamaño de la librería, según apunta Joan Peñas (Galatea). «Que haya una librería en cada población es un patrimonio que pensamos que se tiene que salvar, y no lo digo desde un punto de vista gremial sino como ciudadano», añade.